Cinco cuerpos abandonados frente a la Universidad de Sinaloa rompen el discurso de un Culiacán en paz
La semana empezó con el asesinato de siete personas y la desaparición de otras dos. Rocha Moya asegura que “se ha estado reduciendo la generación de violencia”
No hay paz en Culiacán. Cinco cadáveres abandonados en la mañana de este martes frente a la Universidad de Sinaloa (UAS) lo atestiguan. Los cuerpos estaban maniatados, descalzos, con agujeros de balas, tirados entre los árboles frente a la escuela de Agronomía, en la carretera que une Culiacán y Eldorado. Uno de ellos estaba desnudo, amarrado por los pies y con una bolsa negra sobre la cabeza. Los últimos asesinados en la guerra interna por el control del Cártel de Sinaloa que aterra la ciudad desde el 9 de septiembre.
Un día antes, Culiacán ya amaneció con la noticia de una madrugada de pánico. Siete personas fueron asesinadas durante la noche del domingo al lunes, otras dos fueron desaparecidas, hubo ataques contra negocios y casas particulares, incendios provocados y la ruptura de 80 cámaras de seguridad del Centro de Comando, Control, Comunicaciones, Cómputo e Inteligencia del Estado de Sinaloa. El lunes en la tarde, los asistentes a un partido de fútbol tuvieron que resguardarse de un intenso tiroteo contra un casino cercano. No hubo víctimas, pero sucesos como este se multiplican por la ciudad.
No ha sido suficiente para que el gobernador del Estado, Rubén Rocha Moya, considere la situación una emergencia. “Se ha estado reduciendo la generación de violencia”, ha asegurado el político de Morena, compañero de partido de la presidenta, Claudia Sheinbaum, que continúa sin abrir la boca para referirse a la violencia en Culiacán en público.
La UAS suspendió sus clases presenciales el lunes tras “los hechos violentos suscitados este fin de semana”. El martes ha prolongado la suspensión con clases virtuales. “En la UAS siempre prevalecerá la integridad de toda su comunidad universitaria, por ello se acata con esta medida el protocolo de seguridad”, ha defendido. Los enfrentamientos en los alrededores del campus han sido habituales en los últimos meses: ha habido mañanas en las que el centro educativo ha amanecido con cristales rotos y balazos en los muros, y no es la primera vez que el crimen organizado abandona cadáveres cerca.
El ‘caso Melesio Cuén’
Que la violencia haya llamado a las puertas de la universidad ha devuelto al debate el homicidio de su exrector, Héctor Melesio Cuén. El también exalcalde de Culiacán fue asesinado el 25 de julio en una finca a las afueras de la ciudad, el mismo día y en el mismo lugar en que fue secuestrado Ismael El Mayo Zambada, líder del Cártel de Sinaloa. Zambada fue trasladado después contra su voluntad a Estados Unidos, donde enfrenta cargos por narcotráfico. Su captura es la razón por la que sus fieles batallan contra la facción de Los Chapitos, los hijos del antiguo capo de la organización, Joaquín El Chapo Guzmán Loera.
En una carta que El Mayo envío desde la cárcel denunciaba que fue secuestrado cuando acudió a una reunión con Melesio Cuén y Rocha Moya. La Fiscalía General de la República (FGR) respaldó la versión de Zambada, al menos en parte. En un primer momento, la Fiscalía de Sinaloa aseguró que a Cuén lo mataron unos ladrones en una gasolinera. La FGR demostró que era mentira. Rocha Moya ha defendido desde entonces que no sabía nada sobre ese encuentro y que ese día estaba fuera del país, en Los Ángeles.
El gobernador de Sinaloa reiteró su inocencia en una entrevista en Grupo Fórmula la noche del lunes: “Yo no sé a qué iba él [Melesio Cuén], pero a lo que no podía haber ido es a encontrarse conmigo, quiero ser muy tajante en eso. Ya ni siquiera comunicación teníamos para ese entonces, la comunicación personal se había roto”. Melesio Cuén y Rocha Moya eran antiguos aliados reconvertidos en rivales políticos. El morenista se ha desentendido sobre las mentiras de la Fiscalía estatal: “Si obedece a una realidad o es un montaje, es un asunto que yo no avalo de ninguna ni otra manera”.
Rocha Moya había acudido a la entrevista después de un malentendido con la prensa. Esa mañana asistió a un evento junto a Sheinbaum, donde declaró vagamente a El Universal que “ha habido encuentros entre grupos criminales directamente con la autoridad”. El periodista no repreguntó y los titulares hablaron de contactos entre el cártel y la Administración de Rocha Moya. Él aclaró que con “encuentros” se refería a “confrontaciones de grupos de civiles contra el Gobierno”, no a reuniones.
Ante El Universal el gobernador no habló de los siete asesinatos, pero sí de las cámaras de seguridad rotas, celebró que, pese a que todavía había eventos violentos “de manera aislada”, Culiacán ha logrado “avanzar mucho”, y presumió de que el 89% de las escuelas están funcionando. Un día después, la principal universidad del Estado amanecía con cadáveres en sus puertas y las clases suspendidas. “Ahí va la seguridad”, “con altibajos”, dijo también. Horas después mantuvo la misma línea: reconocer pero minimizar: “[Las confrontaciones] lamentablemente se dan, pero ya menos, y eso nos habla de que se ha estado reduciendo la generación de violencia”.
Las sospechas sobre la implicación de Rocha Moya con el Cártel de Sinaloa lo sobrevuelan desde la captura de El Mayo. Él jura una y otra vez que no conoce al capo. Este lunes se mostró como un académico que ha investigado el narcotráfico, “tengo un libro publicado al respecto”, pero que nunca ha tratado con él: “Es completamente falso que el que quiera gobernar Sinaloa tenga que ir a pedir licencia o permiso a los delincuentes. Yo no sé si alguien más que ha participado en estos eventos lo ha hecho, pero no me consta (…) Creo que es inverosímil”.