Thibaut García, guitarrista: “Cuando recibo una mala noticia, la guitarra me consuela, es mi mejor amiga”
El joven músico francés es considerado una de las grandes promesas guitarristas contemporáneas y ha llegado a México para tocar bajo la batuta de la directora Alondra de la Parra en el Festival Paax GNP
Thibaut García (Toulouse, 30 años) se enamoró de la guitarra a los seis años. Recuerda acudir a su primer curso y quedar prendando de ese instrumento musical y decidió que debía ser compañera inseparable en su viaje por la vida. El joven es considerado una de las grandes promesas guitarristas contemporáneas y cuenta ya con una discografía que incluye siete títulos, entre ellos el más reciente, ...
Thibaut García (Toulouse, 30 años) se enamoró de la guitarra a los seis años. Recuerda acudir a su primer curso y quedar prendando de ese instrumento musical y decidió que debía ser compañera inseparable en su viaje por la vida. El joven es considerado una de las grandes promesas guitarristas contemporáneas y cuenta ya con una discografía que incluye siete títulos, entre ellos el más reciente, Leyendas, que es un recorrido por la música popular española y un homenaje a lugares de España y Argentina que ha visitado y de los que ha quedado prendado. García está en México para participar en el Festival Paax GNP, una iniciativa creada por la directora Alondra de la Parra para “construir un puente cultural” con músicos internacionales que compartan su talento en el territorio mexicano, según ha explicado la artista. El joven guitarrista no para en su ascenso dentro de la música y está lleno de proyectos. Actualmente trabaja en las llamadas Variaciones Goldberg, la composición musical para piano escrita por el compositor barroco alemán Johann Sebastian Bach en 1741, y para ello pidió que se fabricaran dos guitarras “gemelas”, hechas del mismo árbol, para lograr un sonido similar. Su plan es tocarlas en “completo silencio” en un monasterio en Francia, pero luego quiere repetir el experimento en una gira “por todo el mundo”. Esta semana se ha unido a la Orquesta Imposible, el proyecto de música clásica que de la Parra creó durante el confinamiento, y participa bajo la batuta de la directora en varios conciertos que forman parte del festival que se desarrolla en el Hotel Xcaret Arte, a orillas de la Riviera Maya.
Pregunta. ¿Cómo nace su pasión por la guitarra?
Respuesta. Vengo de una familia donde la guitarra vive todo el tiempo. Mis padres no son músicos profesionales, pero mi padre toca la guitarra con un muy buen nivel y mi madre sabe los acordes para cantar. Mis padres se encontraron con las guitarras cantando canciones francesas. Creo que no es un instrumento que encontré realmente, porque viví toda mi vida con él. Cuando tenía seis años quería tocarla, empezar a ver lo que es, y me acuerdo de mi primer curso y me enamoré y así empezó la aventura.
P. ¿Qué le dio ese primer curso?
R. Era algo muy simple. Había un profesor que me explicó lo que era, aprendiendo unas notas, algunas melodías, pero la cosa es que tengo mucha curiosidad para saber lo que hay después de una nota. Cuando tenía una página que practicar, en realidad hacía después dos, tres, cuatro, cinco más durante la semana, para descubrir lo que contenían. Hoy hago eso mucho, por ejemplo, leo nueva música para escuchar algo diferente, poner mi cerebro muy activo.
P. ¿Cuáles son sus referentes, los compositores que más sigue?
R. Lo que es interesante con la guitarra y su repertorio es que tenemos la herencia del laúd en la música barroca. Tenemos como 400 años de música, lo que es mucho y una vida no es suficiente para explorarlo todo. Tenemos música del Renacimiento, barroca, romántica, moderna, post moderna y contemporánea y compositores como Bach. Él nunca escribió para guitarra, pero escribió para el laúd y también tocamos las obras para chelo, violín y para claves. Tenemos también a Telemann y luego a los españoles más famosos como Isaac Albéniz, que vamos a robar de su repertorio del piano, a Francisco Tárrega, Miguel Llobet, Antonio José y Manuel María Ponce, que es mexicano.
P. ¿Qué siente cuando toca la guitarra arriba de un escenario?
R. La sensación es diferente si es con orquesta, si es solo o si es música de cámara. Cuando estoy solo en el escenario ese es mi espacio, mi zona. Tengo que crear un contacto con el público y me encanta hablar mucho, explicar las cosas, contar historias y explicar un poco las obras y dar también las claves a la gente para escuchar mejor el repertorio. Cuando toco con orquesta es más como una ola gigante y tienes que hacer surf en esa ola potente que te lleva muy lejos. Eso es súper interesante, porque se trata de tener una conexión con el conductor o conductora. Y la música de cámara es como estar con amigos que tienen unidad en el escenario. Pero cuando toco solo me gusta mucho esa sensación de intimidad que puedes crear con la guitarra, porque el poder de esa guitarra es que cuando bajas el sonido la gente escucha y hay un momento cuando puedes sentir que no hay ruido, no hay una respiración, todo el mundo está en silencio. Cuando tocas un instrumento íntimo esa es la magia que puede pasar.
P. ¿Y en ese momento, en el escenario, qué pensamientos le vienen a la cabeza?
R. Pienso cosas diferentes. A veces tengo que pensar en la partitura para estar muy concentrado, para tener en el control, pero también pienso en la libertad. Lo que me gusta más es escuchar, es cerrar los ojos o no, pero no mirar nada. La mejor sensación es cuando tienes los ojos abiertos, pero no miras nada, todo está en la oreja, escuchando. También hay una sensación que pasa muy poco, yo diría que me pasó como dos o tres veces, y es tener la impresión cuando tocas que alguien toca exactamente como tú querías. Es decir que olvidamos todo el lado técnico, todo pasa por la imaginación.
P. ¿Y ha sentido miedo a equivocarse?
R. Puede pasar, pero creo que se trata de esconderlo. Una vez un periodista le dijo al guitarrista John Williams: ‘Señor Williams, usted nunca se equivoca’. Y él respondió: ‘Sí, en cada concierto, pero tú no lo ves’. Eso es exactamente lo que pasa: en cada concierto nos equivocamos un poco, pero no tienes que verlo, ese es nuestro problema, no el del público.
P. ¿Guarda esos errores en su memoria para corregirlos luego?
R. Hay errores de tipos diferentes. Hay errores del momento porque tomaste un riesgo y en ese caso puede pasar magia o algo malo. A veces se trata de un problema de concentración, problemas de memoria, y eso sí que tienes que solucionarlo muy rápido. Después del concierto sabes ya dónde tienes que trabajar por la mañana.
P. Le han nombrado como una de las grandes promesas jóvenes de la guitarra a nivel internacional, ¿cómo recibe este halago?
R. Yo me sentí listo para grandes concursos y conciertos bastante temprano, pero no con prisa. Lo que me interesa es proponer al público algo que sea interesante, con nuevas ideas, y si siento que no tengo esas ideas, no lo hago. Por eso ahora tomo mucho más tiempo para preparar un proyecto. Antes, cuando era más joven, podía preparar un concierto en unos días y funcionaba, pero como artistas lo que es increíble es ponerte en un mundo que sea diferente para imaginar cosas y para imaginar necesitamos tiempo, porque no puedes tener todas las ideas en un día. El tiempo es el mejor amigo de los artistas para crear algo que sea profundo. Estaba trabajando, por ejemplo, en un proyecto sobre la música de Agustín Barrios, música para guitarra paraguaya, y durante dos años pensé ‘qué puedo proponer que no existe sobre él’, obras que la gente no conoce, arreglos que no conoce; estuve leyendo sobre el compositor, descubriendo su vida, porque que tenía una vida fenomenal, cambió su identidad, era un poeta, dibujante, y todo esto necesita tiempo.
P. ¿Qué significado tiene la guitarra para usted?
R. La guitarra es mi vida, porque yo tengo 30 años y hace 23 años que la toco. Creo que paso mucho más tiempo con la guitarra que con mis amigos y con mi familia. La guitarra es mi mejor amiga. Cuando tengo una noticia mala, algo triste, me encanta separarme de todo el mundo con mi guitarra e ir a tocar. Me parece que me ayuda, me da mucha alegría, pero también me consuela. Es una relación muy importante con el instrumento, el tener el placer de trabajar con el material, que es el sonido. El sonido es nuestra identidad, lo que tenemos en la cabeza lo hacemos existir con el sonido y eso es algo que tenemos que practicar cada día.
P. Está en México para participar en los conciertos del Festival Paax GNP que dirige Alondra de la Parra. ¿Cómo es trabajar con ella?
R. Es alguien con quien es muy agradable trabajar. Tiene un talento enorme. Es una persona que tiene tantas cosas que hacer, tantas horas que tocar, pero cada vez que estás con ella está disponible, está aquí en el momento contigo haciendo música. Como directora es súper buena, con mucha energía. Cuando eres director es muy importante no solamente saber la técnica, sino saber lo que transmites, que es una idea musical, y y ella lo logra. Ves en la cara de los músicos la energía que les transmite.
P. ¿Fuera de su trabajo con la música clásica, qué tipo de música escucha?
R. Me gusta bastantes cosas. Me gusta descubrir cosas, por ejemplo las canciones francesas antiguas, pero también me gusta descubrir nuevos artistas. En el rap hay cosas que me encantan. Hace dos semanas hice un canción con un rapero. Me gusta cuando la palabra tiene más importancia que la música, la magia de la palabra, y cuando hay gente que más que decir palabras, las viven. Eso es muy fuerte y puede ser muy impactante para la gente.
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