Héctor Castillo Berthier, sociólogo: “La basura es una fotografía perfecta del sistema político mexicano”
El investigador de la UNAM conoce de primera mano los lazos que unen a las mafias que gestionan los residuos urbanos de la capital mexicana con el mundo de la política, un asunto de votos y dinero que sale a relucir cada campaña electoral
Héctor Castillo Berthier alcanzó a escribir con la sangre que le chorreaba por la cara la matrícula del coche que se alejaba con aquellos individuos que le habían dado la golpiza. Se había metido en un asunto espinoso que quizá no había calibrado del todo a sus 28 años, pero en su tesis de licenciatura salían demasiados nombres y uno intocable: Rafael Gutiérrez Moreno, el zar de la basura, el Tony Soprano de México. Jefe del sindicato de pepenadores, ...
Héctor Castillo Berthier alcanzó a escribir con la sangre que le chorreaba por la cara la matrícula del coche que se alejaba con aquellos individuos que le habían dado la golpiza. Se había metido en un asunto espinoso que quizá no había calibrado del todo a sus 28 años, pero en su tesis de licenciatura salían demasiados nombres y uno intocable: Rafael Gutiérrez Moreno, el zar de la basura, el Tony Soprano de México. Jefe del sindicato de pepenadores, se hizo rico explotando los desechos de Ciudad de México, tuvo 37 mujeres a su antojo y el derecho de pernada en la colonia Renovación le dio 89 hijos. Solo una de aquellas mujeres, Guillermina de la Torre, años antes de mandar matar al cacique en 1987, “porque era un hijo de la chingada”, legalizó su situación y convirtió a sus hijos en herederos de aquel imperio millonario que se extiende en otras empresas: Cuauhtémoc, hoy en la cárcel por trata de personas para explotación sexual, y Norma, que se hace cargo del gran basurero. El pasado 5 de abril, el candidato panista a la alcaldía de la capital, Santiago Taboada, se fotografiaba con la familia de Norma, una imagen que sembró la polémica y revivió los manejos de la familia Gutiérrez de la Torre con la política. Castillo Berthier (Ciudad de México, 69 años) se doctoró en Sociología por la UNAM y hoy es el gran conocedor de este “inframundo”, como le llama. Algo ha cambiado en la basura, dice, “que antes era cosa de pobres y ahora de ricos”. Y poco más. La gestión de los residuos de la inmensa capital mexicana sigue en manos de las mafias, afirma, las mismas que recolectan votos por miles entre los grandes vertederos. 46 años después, aquel libro tesis con la matrícula escrita en sangre del Galaxi negro que pertenecía a la Secretaría de Ganadería y manejaban varios, sigue vigente.
Pregunta. Suele decirse que en las campañas electorales sale toda la basura. Taboada se ha fotografiado con Norma Gutiérrez de la Torre en la colonia Renovación, ¿qué le sugiere?
Respuesta. Hay que irse unos días atrás de ese primer mitin de Taboada en Iztapalapa que le organizaron los Gutiérrez de la Torre. Cuando Ernestina Godoy buscó su renovación en la Fiscalía de CDMX [en enero], los de Taboada le prometieron los votos a condición de que sacara de la cárcel a Gutiérrez de la Torre, quien fue líder del PRI en la ciudad. No se lo concedió y se pelearon. Este asunto en el que me metí hace 46 años, la organización mecánica, económica es tan poderosa que sigue vigente, solo no quiero que me vuelvan a secuestrar, jaja.
P. Entonces, usted cree lo que ha contado Ernestina Godoy sobre ese asunto.
R. Sinceramente, no tengo dudas sobre eso que cuenta, son muchas las fuerzas que quieren sacar a Cuauhtémoc Gutiérrez de la Torre de la cárcel. Los desechos industriales, tecnológicos, tienen muchos materiales que compran empresas a nivel internacional. Cuatro contenedores de basura electrónica salen al mes hacia China para fabricar nuevos productos. ¿Ha escuchado a esas camionetas que recorren cada día las calles de la ciudad comprando lavadoras, refrigeradores, computadoras? Ese mercado lo llevan solo cuatro organizaciones y es tan fuerte que las mantiene recolectando aparatos eléctricos todos los días. Mucho dinero. Pero no he oído todavía a los candidatos propuestas sobre el manejo y la gestión de basura, eso es lo que sería necesario en muchos Estados de la República.
P. ¿Qué buscan los candidatos en esa colonia Renovación donde trabajan 15.000 pepenadores desguazando los electrodomésticos para sobrevivir?
R. Votos, sí, pero también apoyos económicos. Esa familia tiene muchos recursos para financiar cualquier cosa. Si hiciéramos un esquema de las veces que han sido diputados los Gutiérrez de la Torre, empezando por su papá, Gutiérrez Moreno, que aspiraba a ser presidente de la República, era su sueño. Sabía que tenía la fuerza. Guillermina [su mujer] también lo fue; Norma y Cuauhtémoc, los hijos, también lo han sido, diputados y asambleístas. Es una presencia política que legitima un negocio vigente que no hay forma de controlar de manera distinta.
P. Hay mucho crimen organizado más allá del narcotráfico, ¿la basura es una de las grandes mafias de México?
R. Debe serlo, sí. Hay municipios que destinan el 15% o 20% del total del presupuesto a este rubro. No porque quieran, es la necesidad de la comunidad y ahí hay muchas organizaciones, empresas que se quedan con ese presupuesto y aprenden a manejarlo dentro de ciertas normas ambientales.
P. Dice usted que todo sigue prácticamente igual que hace 46 años, cuando nadie investigaba sobre aquello.
R. La reflexión final que hice cuando presenté mi tesis sigue siendo válida. Un antropólogo me preguntó, después de pasarme tres años metido en aquel mundo, como pepenador, machetero, barrendero, a ver, me dijo, ¿qué encontraste en el fondo de la basura? Lo que encontré es que la basura es una fotografía perfecta del sistema político mexicano, a partir de la basura puedes explicar el clientelismo, el corporativismo, la corrupción, el amiguismo, por qué a los ciudadanos no nos importa o no tenemos cabida en las discusiones y por qué los diputados parece que no hacen nada, pero están haciendo todo en torno a una serie de complicidades establecidas desde antes. Hoy puedo explicar la sociedad mexicana a partir de la basura.
P. ¿Por qué no hay botes de basura, papeleras, en las calles de una capital como esta?
R. Nos da un buen ejemplo de cómo funciona la sociedad. Aquí, en mi colonia, hubo un alcalde que mandó poner papeleras en todas las esquinas, y funcionó bien, pero después de él fueron desapareciendo y nadie las ha suplido, no hay una estrategia para el manejo de basuras, no la hay a largo plazo para eso.
P. ¿Por qué no?
R. En parte porque está en manos de las mafias y en parte por desinterés político y por falta de participación de la comunidad, tiene que ver con nuestra forma de ser, de accionar y de pedir que esto tenga una solución distinta, es un punto de quiebre y de unión al mismo tiempo.
P. En la colonia Cuauhtémoc, en el centro de la capital, se pusieron papeleras hace unos meses y al poco tiempo desaparecieron todas. ¿Quién las ha quitado?
R. Se las robaron.
P. ¿No quieren que las haya?
R. Puede ser que no quieran que existan. En la gestión de los residuos es elevadísimo el número de personas en la informalidad, sin prestaciones ni salario. Eran 10.000 cuando yo estudiaba, ahora serán unos 120.000 trabajadores informales, los hijos y nietos de aquellos. Un mismo camión de basura te habla de lo que funciona, la recolección de basura, y de los que no funciona, que ellos la revuelven toda. Hace décadas había tiraderos a cielo abierto, ahora no hay, pero tampoco existen sitios de disposición final, y los negociamos con el Estado de México y el de Morelos, y se firman grandes precios para deshacerse de la basura cotidiana, y todo sin estrategia.
P. ¿Hay algún partido político que no esté relacionado, vinculado con alguna familia de las mafias de la basura?
R. Políticamente no lo sé, sí sé que es una herencia priista al 100%. Por las campañas actuales, como la de Taboada, sé que la basura es prianista, algo perfectamente entendible; sé que es perfectamente verde ecologista, que no tiene nada que ver con el medio ambiente; y de los morenistas pues tampoco he escuchado propuestas organizadas sobre el manejo de desechos…
P. Nada parece haber cambiado mucho.
R. Cuando escribí la tesis hace 46 años jamás pensé que seguiría vigente, con otra gente, sí, con otras rutas e historias, pero lo mismo. El mayor cambio es que entonces era un asunto de pobres, de marginales, excluidos, y hoy la basura es cosa de ricos, son los que manejan inmensos volúmenes de plástico, de desechos, intereses que se generan para procesar, reciclar; pero la fuerza de trabajo es la misma, pobres que siguen recolectando la basura sin organización, sin prestaciones, sin solventar su mecanismo de vida, sobreviven y así seguirán, condenados dentro de un esquema mucho más moderno. Pero los intereses han pasado de pobres a ricos, en México y en todo el mundo.
P. ¿Cuántos trabajadores hay en el esquema formal?
R. Unos 25.000, entre choferes, macheteros… [quienes van detrás del camión]. Todos están sindicalizados. Tienen un peso político, los jefes de gobierno necesitan estar a bien con ellos, si no se recoge la basura se colapsa la ciudad. Están muy organizados y la estructura es la misma. ¿Los nuevos choferes quiénes son? Pues el hijo, el primo, el sobrino. También los que trabajan en el ámbito informal manejan los camiones, o tienen una flotilla y los manejan otros: hay cacicazgos y caciquitos y cacicones, jaja.
P. Siempre habrá basura y en muchas partes del mundo este negocio está copado por las mafias.
R. En el caso de Italia, en Nápoles, a finales de los sesenta, las mafias organizadas italianas se apropiaron del manejo de la basura y hacían rellenos sanitarios en el campo, compraban terrenos y enterraban la basura que años después enfermó a la población por contaminación. Fue un gran negocio, y ya no hay a quien reclamar. La basura es un negocio tan sucio que las mafias tienen su entrada directa, y tan limpio que después de hacerlo quedan impunes para seguir trabajando en otras cosas.
P. ¿En todo México pasa igual?
R. Hay sitios más regulados. Trabajé hace años en la formación de una cooperativa de basuras en Ciudad Juárez para sacar al cacique de allá. Pero al acabar los 25 años de funcionamiento previsto, los obreros no se organizaron y se fue todo al carajo… Y llegan nuevas mafias. Es una mafia extendida por todo el país.
P. También ha trabajado con gobiernos de Argentina, visitado el sistema de recolección sueco…
R. En Suecia me enseñaron los mecanismo de separación de las basuras, por cada 300 casas. Los residuos orgánicos se iban a una máquina que los pesaba y automáticamente el Estado daba a los vecinos, a cambio, recursos para el uso de sus calentadores en invierno. Todo era una participación comunitaria. Con la producción clasificada montaron industrias, producción papel, cartones, energía eléctrica, y llegó a ser tal la demanda de basura que tuvieron que comprarla a los países de alrededor. Eso es lo más cercano al concepto de basura cero.
P. Dice el presidente López Obrador que el sistema de salud será mejor que el de Dinamarca, ¿cuándo será el de las basuras como el Sueco?
R. Yo creo que estamos muy lejos, pero muy cerca. [Se echa una sonora carcajada].
P. Lejos, los años en que conoció al gran cacique, Gutiérrez Moreno, cuéntelo.
R. Mi tesis discurría, pero no podía acercarme al líder, hasta que en 1979 se presentó a las elecciones por Iztapalapa y vi la oportunidad. Uno de mis maestros me facilitó el contacto con el jefe priista del Distrito Federal, Tito Pequeño, quien me envió para ser asesor de prensa de la campaña de Gutiérrez Moreno durante dos semanas. Cuando se presentaron los candidatos en el auditorio nacional, al anunciar a Rafael Gutiérrez Moreno sonaron miles de campanas de las que usan los basureros. Era un hombre de fajos de billetes que le daba a Dientón, uno de sus hombres, para repartirlos. El mismo que unos años después me amenazó de muerte al final de la golpiza: “Es el último aviso que te da Gutiérrez Moreno”, me dijo. Bueno, el líder de la basura, entonces candidato del PRI, me pidió aquellos días que negociara un cuarto de plana diaria en La Prensa. Yo lo gestioné y le presenté el precio, se alarmó: “¿Pero a ti no te habían mandado del PRI? Esto no se hace así, pregunta por los periodistas amigos, vete con los directores, toma un avión a Cancún, agarramos unas viejas…”. Cosa tras cosa que me iba pidiendo no podía hacerla y me decía: “Eres muy pendejo, tu deberías saber todo esto”. No pasé ni la primera semana, porque me encontré un sobre en mi mesa con un billete de 10.000 pesos, nunca había visto uno igual. Me lo había puesto él. “Es para tus gastos”. No puedo aceptarlo, le dije, el PRI ya me paga. “El PRI te paga pura madre, yo soy el que le pago al PRI, yo soy el que le da el dinero al PRI, gracias a mí [Carlos] Sansores Pérez es presidente, gracias a mí viven de esto, y si usted no sabe hacerlo, no me sirve”. Ahí terminó el asunto.
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