López Obrador da un paso al frente para mediar entre Estados Unidos y Cuba
El presidente mexicano planteará a Biden recuperar el diálogo con La Habana y busca tender puentes regionales para impulsar su liderazgo en América Latina
México quiere ser el interlocutor entre Cuba y Estados Unidos. Andrés Manuel López Obrador busca aprovechar el impulso diplomático de la cumbre migratoria convocada en Palenque el pasado domingo para apuntalar su liderazgo regional y tender puentes que destraben la relación entre Washington y La Habana. El presidente ha aprovechado el encuentro de alto nivel para poner otra vez sobre la mesa su desacuerdo con las sanciones económicas imp...
México quiere ser el interlocutor entre Cuba y Estados Unidos. Andrés Manuel López Obrador busca aprovechar el impulso diplomático de la cumbre migratoria convocada en Palenque el pasado domingo para apuntalar su liderazgo regional y tender puentes que destraben la relación entre Washington y La Habana. El presidente ha aprovechado el encuentro de alto nivel para poner otra vez sobre la mesa su desacuerdo con las sanciones económicas impuestas a la isla y ha adelantado que enviará una carta a su homólogo estadounidense, Joe Biden, para tratar el tema en su visita a San Francisco de noviembre próximo. “Es importante que haya un diálogo”, dijo el mandatario en su conferencia mañanera de este lunes.
El Gobierno mexicano convocó la cumbre de Palenque con una decena de países latinoamericanos para armar un frente común frente a las voces que exigen soluciones de mano dura a Biden y que han convertido la crisis migratoria y los discursos antimexicanos en un arma política rumbo a las elecciones presidenciales del próximo año. Se busca mandar el mensaje de que México está dispuesto a hablar sobre migración y, a la vez, puede afianzarse como un aliado capaz de abrir canales de comunicación con Gobiernos enfrentados con la Casa Blanca, como Cuba y Venezuela.
La invitación a líderes como Miguel Díaz-Canel y Nicolás Maduro, no exenta de polémica interna, parte de ese doble propósito y de la convicción de que aislar a actores diplomáticos perjudica más de lo que ayuda a atender los problemas regionales. López Obrador está consciente de que también necesita demostrar que puede ser un interlocutor confiable frente a Caracas y La Habana, y dio espacio a sus reclamos sobre las sanciones económicas impuestas por Washington para ganar credibilidad y como parte de una estrategia de riesgos calculados dentro de los márgenes que ha podido construir en la relación bilateral con Biden. “Son contrarias a derecho internacional y tienen graves repercusiones más allá de los países objetivo”, se lee en la declaración conjunta tras la cumbre de Palenque, que también se posicionó a favor de que los países firmantes relancen el diálogo con Estados Unidos.
“Estamos planteando que Estados Unidos abra el diálogo”, señaló López Obrador en su conferencia de prensa. El presidente mexicano tiene en agenda una reunión bilateral con Biden, en el marco de la Cumbre del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC), que se celebrará en California del 14 al 16 de noviembre. “Voy a tratar este tema con Biden, ojalá se inicie lo más pronto posible, por razones humanitarias. Hay una condena de todos los países del mundo, en cada asamblea de la ONU, la mayoría vota por que se quite el bloqueo a Cuba”, dijo.
López Obrador se refirió a los esfuerzos de la Administración de Barack Obama para impulsar un “deshielo” con Cuba, aunque lamentó que no se pudo continuar con la política de normalización. No está claro, sin embargo, que Biden tenga el capital político o el interés de retomar esa política entrando a su último año de mandato y con la mira puesta en su reelección, mientras se bate con actores como Donald Trump o el gobernador de Florida, Ron de Santis. En contraparte, hay indicios recientes de que Washington ha abierto algunos canales de negociación con el chavismo, que ha retomado las pláticas con la oposición venezolana la semana pasada.
La última reunión bilateral entre ambos Gobiernos, el Diálogo de Alto Nivel en Seguridad celebrado en Ciudad de México a principios de octubre, se enrareció después de que la Administración de Biden anunciara en plena visita diplomática que había autorizado una extensión del muro fronterizo con México. Más allá de lo simbólico, y de la promesa de campaña que había hecho el político demócrata de no continuar con esa política de Trump, el encuentro sentó el precedente de que Estados Unidos quiere tratar la migración como un asunto de seguridad nacional y como parte de la agenda de seguridad que comparten ambos países. A los ojos de varios especialistas, fue una forma de Washington de pedir a México que se aplicara más en el control de fronteras y que necesitaba más para acallar las críticas internas.
México, en cambio, quiere abordar el asunto como un tema de cooperación y de responsabilidades compartidas. Incorporar las sanciones a Cuba puede añadir otra capa de complejidad a las negociaciones, pero manda un mensaje de que la Cancillería mexicana también puede combinar agendas en la búsqueda de soluciones a la crisis migratoria de acuerdo con sus intereses y con la forma de plantear el problema que más le beneficia. En las últimas dos semanas, López Obrador ha insistido en que se tienen que tratar las causas de fondo de la migración y no se debe pensar solo en muros.
“Fue precisamente uno de los acuerdos del encuentro, que se promueva el diálogo bilateral entre Estados Unidos y Cuba, para ponerse de acuerdo y resolver los temas pendientes, sobre todo lo relacionado con el bloqueo, que afecta mucho a la población”, señaló López Obrador. La semana pasada fue más tajante. “El bloqueo es inhumano, violatorio de los derechos humanos de los pueblos”, zanjó.
Cuba se ha convertido en el último as bajo la manga de México para lidiar con las presiones de Estados Unidos. Pero las preguntas que deja Palenque son las mismas que quedan después de cada cumbre: si los actos diplomáticos incidirán en el terreno y se traducirán en cambios concretos o no. Mientras tanto, los cruces fronterizos a Estados Unidos han superado los 2,7 millones en los últimos 12 meses, una cifra que batió los récords anuales anteriores por más de un millón de detenciones, según cifras oficiales. La patrulla fronteriza ha achacado el aumento en parte a un éxodo masivo desde Cuba y Venezuela. En esas coordenadas están las fortalezas y debilidades del último movimiento diplomático de López Obrador, con un ojo en el norte y el otro en el sur.
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