Centro Cultural de España: 20 años de activar la vida cultural en el corazón de Ciudad de México
Con más de cuatro millones de visitas en dos décadas, el CCEM se ha consolidado como uno de los principales espacios culturales de la capital mexicana
Cuando al caer la noche cierran los negocios de la calle República de Guatemala del centro histórico de Ciudad de México, la vida no se apaga en el número 18. De hecho, empieza. Es allí, en la sede del Centro Cultural de España en México (CCEM), donde desde hace 20 años la cultura ha hallado un lugar en una zona de la capital que por mucho tiempo estuvo degradada y que se ha convertido en un nicho o refugio de arti...
Cuando al caer la noche cierran los negocios de la calle República de Guatemala del centro histórico de Ciudad de México, la vida no se apaga en el número 18. De hecho, empieza. Es allí, en la sede del Centro Cultural de España en México (CCEM), donde desde hace 20 años la cultura ha hallado un lugar en una zona de la capital que por mucho tiempo estuvo degradada y que se ha convertido en un nicho o refugio de artistas y capitalinos siempre sedientos de actividades recreativas que les hagan olvidar el caos chilango.
Como esta noche fría de otoño, cuando un grupo de personas se reúne en un auditorio localizado en este precioso inmueble rehabilitado, una edificación cargada de historia. Aquí dan rienda suelta al desenfreno. Un DJ y tres mujeres vestidas como profesoras de gimnasia alientan al grupo a moverse, a desperezar poco a poco el cuerpo, mientras el hombre que coloca la música las alienta. El auditorio está casi a oscuras y las pocas luces solo alumbran al DJ y las tres mujeres, mientras el resto se mantiene tímido en los alrededores, protegidos por la penumbra. Un chico con pinta de universitario se apoya en una pared, deja su mochila en el piso, y comienza a mover con timidez hombros y cadera, sin animarse a meterse al bailongo, pero atento de las chicas que bailan a su lado.
Porque los ritmos cambian, sube el tono, el ambiente se hace ecléctico. Poco a poco se suman nuevas personas al grupo inicial, hasta que desde los altoparlantes suenan canciones ochenteras, música tecno retro, que se mete por los poros y hace que la pista estalle en una locura de cuerpos en movimientos, unos más acompasados que otros, pero todos en un éxtasis total. Se trata de una nueva apuesta exitosa del Centro, un proyecto de danza que esta noche ha estado a cargo del coreógrafo, bailarín y perfomer Sebastián García Ferro y forma parte de las actividades que desde el centro han organizado para celebrar sus dos décadas en México.
“El Centro democratiza la cultura”, dice David Ruíz López-Prisuelos, director del CCEM. Y para reforzar su afirmación muestra las cifras que han reunido durante 20 años de actividad en México: más de 4,5 millones de visitantes en las 250 exposiciones, 2.629 conciertos y 1.200 talleres. “Nos unimos a los intereses de la sociedad y de los gobiernos para revitalizar la ciudad en el ámbito cultural. Tenemos ya una permanencia con una programación de calidad e innovadora, emergente, vinculada con nuevos públicos y con el acento de lo social y un cariño especial en la formación”, explica Ruíz.
Aunque el centro histórico de la capital ahora se ha convertido en un punto neurálgico para el turismo y la cultura, hace 20 años no lo era tanto: muchas de sus calles sufrían abandono y violencia, hermosos edificios de la época colonial se venían abajo por la falta de cuidados y muchos mexicanos no se atrevían a sumergirse entre sus avenidas llenas de historia. Ese desamparo era evidente en la calle República de Guatemala, donde se caía a pedazos un bello edificio que fue una las primeras edificaciones que ordenó Hernán Cortés en la ciudad. El local pasó con el tiempo por diferentes manos, desde congregaciones religiosas y negocios comerciales y tras el terremoto de 1985 que devastó la capital, el inmueble fue abandonado. Hasta que el Gobierno español, a través de un acuerdo con el mexicano, decide restaurarlo.
“España y México acuerdan hacer un proceso de puesta en valor del patrimonio de este edificio con el Programa de Patrimonio de la Cooperación Española, que en su momento trabajaba en restaurar, en dignificar determinados edificios. A través de un comodato que se acuerda entre el Gobierno mexicano y el español se cede el edificio para el proyecto del Centro Cultural de España. Ese comodato ha cumplido 20 años a comienzos de este, y estamos haciendo la renovación por diez años más con el Gobierno de la ciudad”, explica Ruíz.
Con el tiempo el centro amplió sus instalaciones y además del antiguo edificio original se expandieron a la calle Donceles, donde durante los trabajos de excavación los arquitectos y obreros hallaron todo un tesoro: una serie de estructuras prehispánicas que formaban el llamado Calmécac o la escuela para los hijos de los nobles mexicas de la antigua Tenochtitlán. El lugar fue preservado y con el apoyo del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) se ha convertido en un impresionante museo donde los visitantes pueden observar una de las edificaciones que da una idea de la grandiosidad de lo que fue la vieja capital del imperio azteca.
Y ha sido en este ambiente cargado de la historia de las dos culturas que han definido al México moderno, donde han ofrecido conciertos desde voces como Chavela Vargas hasta decenas de artistas de España, México y América Latina, consolidando al CCEM como uno de los principales espacios culturales de la capital. “El centro tiene mucha carga a nivel emocional. Casi a cualquier persona que le preguntes tiene un recuerdo en el centro. Dicen: “Yo venía a la terraza, yo vi tal concierto, yo vine a una exposición”. Es decir, se ha establecido como una referencia de la vida cultural, del ser histórico y de la ciudad. Muchos jóvenes que ahora ya no son tan jóvenes tuvieron sus primeros recuerdos con experiencias culturales aquí y de alguna manera han ido acompañando ese crecimiento”, explica Javier Lara, programador de artes visuales del CCEM.
Para celebrar ese éxito, las autoridades del centro han organizado hasta el 10 de diciembre 40 actividades musicales, literarias, audiovisuales y escénicas. En ellas participan el cantaor español Niño de Elche, el grupo de rock Lagartija Nick o la cantante española María Arnal. Las celebraciones incluyen un homenaje a la memoria del exilio español en México, con una conmovedora presentación del archivo fílmico del exilio. Y, claro, el baile. Porque el centro también es fiesta. Como esta noche fría de otoño, cuando un grupo de personas se deja conquistar por la música ecléctica de un DJ y sus tres bailarinas y mueve hombros y caderas, salta, se tira al piso en éxtasis, como poseídos, en un bailongo que hoy, como desde hace 20 años, anima la vida nocturna de la hermosa calle República de Guatemala.
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