Adán Augusto López, el candidato silencioso
Frente a las campañas de imagen del resto de aspirantes a la sucesión presidencial en Morena, el secretario de Gobernación hace valer su papel de operador discreto y de máxima confianza del presidente
Mientras los demás no paran de subir fotos a sus redes sociales o directamente sacan los codos dentro del partido reclamando atención, Adán Augusto López ha decidido que su mejor estrategia es concentrarse en hacer su trabajo. El secretario de Gobernación, uno de los candidatos de Morena en la adelantadísima carrera presidencial de 2024, ha ...
Mientras los demás no paran de subir fotos a sus redes sociales o directamente sacan los codos dentro del partido reclamando atención, Adán Augusto López ha decidido que su mejor estrategia es concentrarse en hacer su trabajo. El secretario de Gobernación, uno de los candidatos de Morena en la adelantadísima carrera presidencial de 2024, ha multiplicado su actividad durante unos días importantes para la agenda del Gobierno. Sin buscar el altavoz de los focos, López ha entrado a fondo en la operación parlamentaria para blindar las tareas policiales del Ejército, haciendo valer su papel de negociador discreto y de máxima confianza del presidente.
Esta semana ha sido más frecuente de lo habitual su presencia en el parlamento. En un solo día, por ejemplo, pasó por el Congreso y el Senado. Fue en la víspera de la primera votación para prolongar la presencia de los militares en las calles, un asunto espinoso que requiere volver a tocar la Constitución. Es decir, una mayoría reforzada que sobrepasa el umbral de Morena y sus socios.
Los votos del PRI son la clave, pero la histórica formación está en el centro de un huracán, debatiéndose en una estrategia de supervivencia que bascula entre el apoyo al Gobierno o al resto de la oposición, con quien tiene una alianza que está a punto de estallar. Un asunto delicado, a fin de cuentas, que requiere la intervención de un especialista. La visita ese día del secretario de Gobernación fue captada de paso por las cámaras. “Yo solo vine a visitar a mi hijo, que está haciendo su servicio social”, fue su esquiva respuesta. Al día siguiente, la iniciativa rebasó con éxito la primera prueba en la Cámara baja.
Más publicidad tuvo su visita al Senado, la plaza más dura donde se decidirá el futuro de la reforma. Se reunió con Ricardo Monreal, el jefe de la bancada de Morena, y anunciaron que ya preparan rondas de negociación para desatascar la previsible resistencia del grupo priista en la Cámara alta, que rechaza la medida. Monreal es otro de los operadores morenistas con mayor influencia, él fue de hecho quien logró un consenso con la oposición para el primer blindaje del Ejército en 2020. Pero algo ha cambiado en el último año. Con la llegada de López, la Secretaría de Gobernación ha recuperado el poder.
“No se nota, pero se siente”
Monreal, además del jefe de grupo en el Senado, es otro de los candidatos en la carrera presidencial junto a la jefa capitalina, Claudia Sheinbaum, y el canciller, Marcelo Ebrard. Los dos últimos han acelerado su campaña de imagen en redes sociales en busca del voto joven, mientras que Monreal ha optado por hacer ruido pidiendo más espacio e incluso deslizando una posible salida del partido. En otra votación importante, el traspaso de la Guardia Nacional bajo el mando militar, decidió hace dos semanas abstenerse con razonamientos más jurídicos que políticos.
No gustó en Palacio Nacional ese nuevo tira y afloja de Monreal. Dentro del partido quieren asegurarse esta vez una férrea disciplina de voto, más todavía tratándose de su líder en la Cámara alta. Esa es la tarea encomendada al secretario de Gobernación por orden directa de López Obrador. “Desde su polémica abstención en el tema de la Guardia Nacional, está en comunicación permanente con Monreal”, reconocen fuentes de Morena.
“Un paisano, amigo y compañero entrañable”. Así definió el presidente al nuevo secretario de Gobernación, exgobernador de Tabasco y fiel escudero de López Obrador por más de dos décadas, durante su presentación en el cargo. Un nombramiento que fue leído en su momento como un fortalecimiento de la cartera de Gobernación o, más bien, como la recuperación de su esencia resumida en un antiguo lema de la política mexicana: “Gobernación no se nota, pero se siente”.
El mandato anterior, a cargo de Olga Sánchez Cordero, estuvo en gran parte eclipsado por el intervencionismo de otras dependencias: la oficina jurídica de presidencia, Monreal o el propio presidente. Sin embargo, López ha tomado por completo las riendas de la política interior. Algunos de sus éxitos han sido mantener apretadas las filas de los gobernadores, intensificar la interlocución con la oposición, los sindicatos o el poder judicial, como demuestra la reciente decisión de la Suprema Corte de aplazar una posible eliminación de la prisión preventiva.
El secretario y el candidato
Precisamente por la naturaleza del cargo, el negociador político del presidente, no es habitual que el titular de Gobernación sea parte de la pelea interna por la sucesión. Desde su equipo subrayan que López es especialmente consciente de ese delicado equilibrio entre su papel como interlocutor con todos en supuesta igualdad de condiciones y su faceta de candidato.
“Se cuida mucho”, apuntan desde su entorno, y ponen como ejemplo la denuncia que interpuso en junio ante el organismo electoral para deslindarse de unos anuncios electorales a su favor. Sus críticos, sin embargo, le acusan precisamente de usar la pasarela de su cargo para hacer campaña. Suelen citar su implicación a fondo en la polémica consulta para la renovación de mandato. Otra tarea, de nuevo, encomendada directamente desde presidencia.
Morena lleva más de un año volcada en el debate sucesorio. Los dos aspirantes con posibilidades en este punto de la carrera son claramente Sheinbaum y Ebrard, como mostró la reciente encuesta de Enkoll realizada para este periódico. La alcaldesa lidera la intención de voto con un 48%, frente al 36% del canciller. Lejos quedan Monreal, con el 10%, y López, con el 6%. Ninguno de los candidatos podrá siquiera acercarse al carisma político y el tirón popular de López Obrador, pero todos están intentando sumar puntos.
En el caso de López, sus esfuerzos por presentar una cara más amable y cercana a veces no han terminado de funcionar como él hubiese querido. Hace un mes, el secretario de Gobernación decidió salir de su despacho para atender en persona a un grupo de madres y familiares de desaparecidos que protestaban en la calle. “¿Usted confía en mí?”, le preguntó López a una de las madres. Ella respondió que no, que no se fía de nadie. Y, ante las cámaras de los teléfonos que volvieron la escena viral, el secretario respondió con desdén: “Bueno, pues yo tampoco confío en usted”. Pese a los tropiezos y las encuestas, el hombre de mayor confianza del presidente continúa haciendo su trabajo con discreción, oficio y en silencio.
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