La frontera entre un delito y un derecho: el modelo mexicano para abortar en casa cruza a Estados Unidos
El método fronterizo para interrumpir un embarazo nace entre avances y retrocesos en los países norteamericanos
A medida que las dificultades para abortar se endurecen en Estados Unidos, las redes de acompañantes de aborto que durante años se han tejido en México se expanden al país del norte. Entre restricciones y nuevos aprendizajes, en las ciudades fronterizas con Texas se gestan los primeros lazos de mujeres que se acompañan a abortar siguiendo el procedimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hay mensajes de texto, traducciones de inglés a español, conversaciones telefónicas y traslados al otro lado de la frontera para quien lo requiera.
Las estadounidenses no necesitaban saberl...
A medida que las dificultades para abortar se endurecen en Estados Unidos, las redes de acompañantes de aborto que durante años se han tejido en México se expanden al país del norte. Entre restricciones y nuevos aprendizajes, en las ciudades fronterizas con Texas se gestan los primeros lazos de mujeres que se acompañan a abortar siguiendo el procedimiento de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Hay mensajes de texto, traducciones de inglés a español, conversaciones telefónicas y traslados al otro lado de la frontera para quien lo requiera.
Las estadounidenses no necesitaban saberlo porque desde hace medio siglo el fallo Roe vs. Wade del Supremo de ese país les garantizaba el aborto en todo el sistema de salud, pero sus vecinas del sur, desde México hasta Chile, llevan décadas acompañándose para abortar con información y medicamentos. Su método, que ha resistido un sinfín de obstáculos, ha comenzado a cruzar una nueva frontera, tras la aprobación de la ley más restrictiva al aborto en Texas, que prácticamente anula los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres.
“Queremos que todas las mujeres sepan que no están solas, que hay opciones”, sostiene la cofundadora de la organización Necesito Abortar México, Vanessa Jiménez, mientras termina de acondicionar la segunda planta de su casa para acompañar a las mujeres que necesiten un aborto seguro y sin estigma. Junto a ella, Sandra Cardona, quien también encabeza la asociación ubicada en el Estado de Nuevo León, sonríe al imaginar que este es el inicio de una red transfonteriza para proteger el derecho a decidir.
En los últimos meses, las activistas han recibido cada vez más llamados de auxilio de mujeres que no pueden acceder a un aborto en Estados Unidos, especialmente en Texas, pero también en Arizona, Kansas, Ohio, Indianápolis y Luisiana. Cardona calcula que a partir de febrero han atendido por semana alrededor de 10 mujeres de ese país. “Como allá prácticamente todos los abortos se hacen en clínicas, ellas no conocían el modelo con medicamentos que las mexicanas hemos ido trabajando porque no nos quedó de otra”, explica.
En México, abortar era un delito en la mayoría de los Estados hasta septiembre pasado, cuando el Supremo mexicano declaró inconstitucional criminalizar a las mujeres por decidir interrumpir su embarazo. Como un salto en el tiempo, unos días antes, en el Estado de Texas entró en vigor de la conocida como ley del latido o S.B 8 (Senate Bill 8), que prohíbe el aborto desde las seis semanas de gestación, una vez que se detectan los latidos del corazón del embrión, aún en caso de violación o incesto.
Un refugio para abortar en México
Hace unas semanas, las activistas recibieron en su casa a una mujer de McAllen, Texas, a quien su ginecólogo le negó un aborto tras percibir el latido fetal. “Le dijo que fuera a otro Estado, pero para ella era más fácil venir a Monterrey”, recuerda Jiménez. “Vino con su mamá, acá recibió toda la información, pudo conseguir las pastillas e inició la toma, y finalmente fue a su revisión con su médico en Texas, fue muy simple”, continúa.
Como ella, cada vez más mujeres de Estados Unidos han buscado apoyo para abortar en México, pero no todas tienen las mismas facilidades para trasladarse. “Estamos trabajando de otra manera con ellas, hay compañeras en Texas dando la misma información o les dan nuestros teléfonos y nosotras contestamos desde aquí de México”, detalla.
Lo más importante es que la información circule. A algunas les llega un kit para abortar en casa, otras solo se acercan en busca de una guía confiable y han comenzado a construir sus propias redes en sus ciudades. “Las compañeras que radican allá se han adaptado a poder hablar por medio de un traductor”, detalla Cardona. Sin embargo, aunque el manual de la OMS está disponible en cualquier lado, los medicamentos son cada vez más difíciles de conseguir. “Ninguna puede acceder al medicamento porque no se vende sin receta y si pasa de las 6 semanas, ya es prácticamente un crimen”, expone.
Dos décadas de lecciones
Necesito Abortar es solo una de las decenas de redes que han respondido a la creciente necesidad de abortar en EE UU, ante la amenaza del endurecimiento de las restricciones en todo el país. La fundadora de la asociación Las Libres, Verónica Cruz, explica que el objetivo es trasmitir el conocimiento comunitario que han construido por décadas frente a los persistentes obstáculos para abortar en México. “Nosotras no queremos resolver los problemas de Texas, queremos acompañar a las mujeres, que sepan que no están solas”, afirma.
La precursora del derecho al aborto en México confía en que el mismo modelo de acompañamiento que inició hace 21 años en el conservador Estado de Guanajuato ahora puede ser replicado en Texas. “Solo se necesita información, medicamentos y acompañantes”, asegura. En ese Estado, en los últimos tres meses, se han formado al menos 10 grupos de acompañantes en varias ciudades, señala. “Lo podemos hacer desde México porque ya no es un delito, y aunque sea un delito en Texas, las leyes restrictivas no nos aplican en territorio mexicano”, destaca.
Cuando Cruz comenzaba a capacitarse como acompañante de aborto, recuerda que el ejemplo a seguir era Estados Unidos. Ahora, el fallo Roe vs. Wade que desde 1973 garantizaba el derecho al aborto, está en peligro de ser anulado por la misma Corte que ratificó la ley contra el aborto de Texas. “El estándar más alto era el aborto en clínicas, el problema es que hoy, además de ilegal, se está volviendo sumamente caro e inaccesible para la mayoría de las mujeres”, advierte la activista. “El reto es cómo aprovechar toda la experiencia e infraestructura de acompañamiento orgánico que ha sido generado, yo creo que hoy en México no hay una sola ciudad que no tenga una red de acompañamiento”, añade.
En Nuevo León, no hay clínicas para abortar, como en EE UU o en Ciudad de México, pero sí un espacio para las mujeres que quieran ejercer acceder a una interrupción segura de un embarazo, sin importar su lugar de residencia. La abortería Monterrey es el primer lugar públicamente anunciado para el acompañamiento del aborto en México. “Yo creo que va a ser el inicio de un modelo de acompañamiento con el pretexto y la necesidad que estamos teniendo de acompañar a las mujeres en Estados Unidos, particularmente en Texas, para crear espacios de acompañamiento o ‘aborterías’ en las ciudades frontera con Estados Unidos”, comenta.
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