“Al cartel ahora le interesa el dinero público: el jefe de obras o el de recursos humanos del Ayuntamiento”
Ismael Bojórquez, director del semanario ‘Ríodoce’, en Sinaloa, señala que toda la sociedad está permeada por el narco y la corrupción
Decir Sinaloa es decir El Chapo Guzmán, más narco y más terror. En la capital de este Estado mexicano, Culiacán, una puerta abierta y sin protección da acceso a una escalera pelada. En el segundo piso está Ríodoce, el periódico que fundó Ismael Bojórquez (Ahome, 65 años), un pisito bien modesto, de losas de terrazo, con unos cuantos ordenadores y miles de periódicos apilados en orden que se llenan de polvo. El semanario cumple ya casi 20 años denunciando la podredumbre en que se desenvuelve la sociedad, bajo las balas y la corrupción, que vienen a ser lo mismo. ...
Decir Sinaloa es decir El Chapo Guzmán, más narco y más terror. En la capital de este Estado mexicano, Culiacán, una puerta abierta y sin protección da acceso a una escalera pelada. En el segundo piso está Ríodoce, el periódico que fundó Ismael Bojórquez (Ahome, 65 años), un pisito bien modesto, de losas de terrazo, con unos cuantos ordenadores y miles de periódicos apilados en orden que se llenan de polvo. El semanario cumple ya casi 20 años denunciando la podredumbre en que se desenvuelve la sociedad, bajo las balas y la corrupción, que vienen a ser lo mismo. Allí trabajaba Javier Valdez en 2017 y hacia allí se dirigía cuando lo mataron a balazos. Reconocido internacionalmente por su trabajo, se convirtió en el periodista más vivo de todos los que han matado en el país. Los homenajes póstumos no cesan y la lucha de los reporteros encuentra en su imagen un referente imborrable. Bojórquez echa aceite a esa llama para que nadie olvide. Y ahí siguen, cinco reporteros, conjurando el miedo. Abajo en la calle, mientras Bojórquez posa para las fotos, todo el mundo parece sospechoso: el que come un bocadillo dentro del coche negro destartalado, el motorista que pasa a toda prisa, los obreros sentados en la acera. Quién sabe cuándo asomará la pistola.
Pregunta. México es trágicamente conocido por los asesinatos de periodistas. Este año van nueve, el país está a punto de batir su peor marca. ¿Cómo se ha llegado hasta aquí?
Respuesta. Eso evolucionó con la narcoviolencia, buena parte de los crímenes los comete el narco en su relación con los políticos o al revés. No había ese problema hace 20 años, pero todo se agudizó con la muerte de Francisco Ortiz Franco en Tijuana (2004) y Alfredo Jiménez Mota, desaparecido un año después. Trabajó conmigo en Noroeste. Todo se empezó a descomponer para la prensa entonces, en Tamaulipas, en Veracruz, no se podía publicar nada que no autorizara el narco. Ni un muertito. Fue entonces cuando se desarrolló el concepto de Zonas de silencio, publicar costaba la vida. La impunidad motivó muchos de aquellos asesinatos. Y seguimos en las mismas. Con Andrés Manuel [López Obrador, el actual presidente] tuvimos esperanza, pero las cosas van peor, con el agravante de que el presidente está todo el día chingue y chingue en contra de los medios, una agresión permanente que alimenta este ambiente de violencia contra los periodistas y la impunidad. El Gobierno señala que en un 45% de los crímenes participa alguien del Estado: policías municipales, alcaldes, regidores, un cabrón de diputado local… Eso explica los niveles de impunidad, si participa alguien que se sienta en la mesa del cabildo o un diputado que se avienta un rollo en el Congreso, la investigación en las fiscalías no avanza.
P. ¿Quién va ganando la guerra?
R. La prensa no la está ganando, ni la libertad de expresión, la está ganando el narco. En la medida en que se callan los medios, ellos logran su propósito. No hay un complot general del crimen organizado para acallar a la prensa, son casos que, conjuntados, te dan un panorama. Ahora hay menos trabajo de calle, porque hay miedo a salir, y además les pagan una mierda.
P. ¿Por qué sigue la gente ejerciendo el periodismo en México?
R. Casi todos hacen otras cosas, son taxistas, o mensajeros que van en moto, tiran la foto y la venden. O trabajan para tres medios. Hay un gran problema de precariedad laboral que no se ha atendido. La narrativa se ha concentrado en la inseguridad, pero hay un abuso espantoso de medios que tienen mucho dinero y ni seguridad social tienen los periodistas.
P. ¿Por qué se dedicó usted al periodismo?
R. Yo empecé ya viejo, en 1990. Anduve mucho en la izquierda, en la lucha revolucionaria, pero se nos cayó el muro de Berlín y encontré en el periodismo una forma de trinchera. Le tengo amor al oficio.
P. ¿Cómo ve el futuro inmediato?
R. No vemos esto como una fatalidad, esto no existía hace tres décadas, por tanto no tiene por qué existir toda la vida. Deben crearse los medios para que los periodistas puedan trabajar con seguridad, pero esto vale para cualquier oficio. En México matan a más policías, y taxistas, y mujeres, y abogados, que periodistas. Se necesitan políticas de Estado. La criminalidad no se está combatiendo. Andrés Manuel dice que hay que ir a las causas. Para él, eso significa darle 3.000 pesos [142 euros] a un plebe, pero resulta que si sigues a un convoy militar ves que detrás de él hay tres cuatro en moto, sin placas, con sus radios avisándole al jefe narco para dónde van los militares; esos seguramente están recibiendo los 3.000 pesos que les da el presidente y no por eso dejaron de trabajar para el cartel. Hay que atacar las causas, sí, pero el crimen se tiene que combatir ya. Se necesita una política integral. Andrés Manuel prefirió los abrazos a los balazos, y estos tres años han sido como una tregua para el narco, y en las treguas los ejércitos se rearman, se reorganizan.
P. ¿No hay algún partido político que sean más combativo contra el crimen?
R. Todos se han adaptado, esto viene de hace 80 o 100 años atrás, los gobiernos de la revolución también se beneficiaron del narco, en los Cincuenta, los Sesenta. Era la época de la goma de opio, la heroína, la mariguana. En las elecciones pasadas, en Sinaloa, los del PRI quisieron secuestrar a los de Morena y los de Morena secuestraron a los del PRI, en dos municipios, eso lo hemos contado. Todos están metidos en la mierda, no se salva ninguno.
P. Esa realidad que no cesa parece estar confiriendo a los mexicanos un carácter pesimista.
R. El panorama es desolador. Yo no quiero perder la esperanza porque te inutilizas, pero… Es desolador.
P. En este juego de poder entre los políticos, la justicia, el narco, los empresarios, ¿la Iglesia se libra de esta podredumbre?
R. No. Hay templos que los construyen los narcos. Cuando pasaron la película El crimen del padre Amaro (2002) un muchacho repartía volantes aquí en Culiacán para que la gente no entrara al cine. El padre Ernesto Álvarez, que ya murió, llevó a Amado Carrillo Fuentes [el narcotraficante apodado El señor de los cielos] a un viacrucis en Jerusalén.
P. Nadie se salva.
R. No hay una sola esfera de la sociedad que no esté permeada por el narco, ni una sola. La principal biblioteca que hay en Culiacán, es la biblioteca central de la UNAM se construyó en parte con dinero de Miguel Félix Gallardo [el Zar de la droga]. Todo está permeado, la economía, la agricultura, los procesos electorales...
P. Usted no lleva escolta.
R. No, me la ofrecieron cuando mataron a Javier y lo agradezco. Tengo este botón de pánico. Pero el día que quieran hacer algo lo van a hacer. Me gusta mucho la libertad, la escolta me la quitaría.
P. Esto que ocurre es como la mafia italiana.
R. Los mejores alumnos de la mafia italiana no son los colombianos, son los mexicanos. Está esa parte dinástica, familiar. Y lo otro es cómo se han metido al dinero público. Ya no solo buscan el dinero que viene de la droga, sino colocar gente en las administraciones para llegar al tesoro público, eso se da mucho y esa escuela viene de allá. Al cartel le interesa controlar a la policía porque es básico, pero ahora quiere tener al jefe de obras, al tesorero del Ayuntamiento y al de recursos humanos, porque mete a 20 cabrones en nómina, les paga el ayuntamiento, y te cuidan la esquinas.
P. En México Hay cientos de periodistas que son héroes, que se juegan la vida por cuatro pesos, y luego hay otros que llaman paleros, que da vergüenza escucharlos en las conferencias matutinas del presidente, alabándole sin medida y atacando a sus colegas periodistas. ¿No hay término medio?
R. La prensa en México se distorsionó a partir de los años 40 y 50 gracias al chayote, las prebendas del gobierno, se convirtió en parte del sistema. Fue un gran ariete del sistema durante décadas, sobre todo con el priismo, pero también después. Eso se expresa hoy en esa gente que llega a la mañanera, con Andrés Manuel no ha cambiado.
P. ¿Hay periodistas también dentro del narco?
R. Hay muchos, empiezan mimetizándose con la actividad policiaca, luego se involucran, después quieren llevar una pistola... Aunque no sean narcotraficantes, reciben pagos del narco.
P. ¿Y a ellos también los matan?
R. Sí, a muchos. No me atrevería a decir, pero debe haber algunos casos en los que los matan por estar metidos en la organización.
P. Si jugáramos al test psicológico y yo digo la palabra narco, ¿usted que dice?
R. Corrupción. Las organizaciones piramidales ya no existen tanto, son las familias, sí, pero el narco se horizontalizó, todo el mundo puede estar metido en esto. Hay muchas familias con los apellidos que menos te imaginas que están metidos en esto, lo han copado todo.
P. Hay series de televisión donde los narcos son los guapos, los buenos. Un buen lavado de cara.
R. Quienes hacen series buscan hacer dinero, es su tarea.
P. ¿No habría que darles alguna llamada de atención?
R. ¿Y quién lo va a hacer?
P. ¿Los periodistas?
R. Ja ja ja.
P. Dice que estos días se acordó del nacimiento de Ríodoce, hace casi 20 años...
R. Si, porque Ríodoce nació con un gobierno sinaloense muy autoritario, presidido por Juan Millán. Le gustaba controlar la prensa, presumía de ello. Un funcionario suyo me dijo una vez que la estrategia de Millán era matar a la prensa de hambre. Lo mismo que ha dicho ahora el líder del PRI, Alejandro Moreno, en eso audios que han circulado.
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