El intermedio de López Obrador
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Las relaciones bilaterales tienen a veces un significado que va más allá de la razón diplomática. Entrañan una visión del mundo y hablan de lo que está cerca antes que de lo que está lejos. Andrés Manuel López Obrador, quien siempre ha sostenido que la mejor política exterior es la política interna, anunció el pasado miércoles que su Gobierno se va a “dar un tiempo” en su relación con España. “Una pausa para r...
Las relaciones bilaterales tienen a veces un significado que va más allá de la razón diplomática. Entrañan una visión del mundo y hablan de lo que está cerca antes que de lo que está lejos. Andrés Manuel López Obrador, quien siempre ha sostenido que la mejor política exterior es la política interna, anunció el pasado miércoles que su Gobierno se va a “dar un tiempo” en su relación con España. “Una pausa para respetarnos y que no nos vean como tierra de conquista”, afirmó. La declaración de intenciones llega tras años de fricciones, aunque también poco después de que el presidente mexicano abogara por “restablecer a plenitud” los vínculos con Madrid. Pero quizá no importe tanto lo dicho antes, porque con López Obrador suele prevalecer lo último y el peso de lo inmediato. Y las escenas de este intermedio son la reforma energética, que fue el marco de esas declaraciones, y la campaña electoral de baja intensidad que precede la consulta sobre revocación de mandato del próximo 10 de abril.
El escritor y periodista Jorge Zepeda Patterson con un juego de palabras. “¿Jefe de Estado o estado de ánimo”, se pregunta en esta columna. Sin embargo, al margen de todas las interpretaciones sobre el alcance de la “pausa”, este nuevo giro de guion sí tiene repercusiones de carácter diplomático y ha dado pie a un rosario de reacciones. Los cancilleres de México y España, Marcelo Ebrard y José Manuel Albares, conversaron “en el buen tono habitual”. Y este último pidió, en lugar de darse un tiempo, “acelerar” las relaciones entre los dos países y alentar el intercambio económico y comercial. Un trato que, a pesar de las tensiones y desplantes magnificados con ocasión del Bicentenario de la Independencia, nunca ha afectado al normal funcionamiento consular y administrativo a las dos orillas del Atlántico. Ni siquiera durante este intermedio.
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