Cuando el feminicida entra a casa
El documental ‘Niña sola’, del director Javier Ávila, retrata la vida de una familia que enfrenta al monstruo de la violencia machista en México
Al principio creyó que era una broma. La broma más pesada que le habían hecho. Hacía apenas unas horas que Arcelia Verduzco se había despedido de Cintia, su hija menor, de 19 años. Le dio un beso, como todos los días cuando salía a trabajar y la dejó en su cama, todavía medio dormida. Tenía que ser una broma. Su hija no podía estar muerta.
A Bichu, como le decían a Cintia en su casa, la encontró su hermana mayor con una almohada en la cara. Estaba inmóvil, tiesa, muerta. La noticia se la dieron a Arcelia cuando estaba en el trabajo —una empresa de insumos médicos—. Quiso salir co...
Al principio creyó que era una broma. La broma más pesada que le habían hecho. Hacía apenas unas horas que Arcelia Verduzco se había despedido de Cintia, su hija menor, de 19 años. Le dio un beso, como todos los días cuando salía a trabajar y la dejó en su cama, todavía medio dormida. Tenía que ser una broma. Su hija no podía estar muerta.
A Bichu, como le decían a Cintia en su casa, la encontró su hermana mayor con una almohada en la cara. Estaba inmóvil, tiesa, muerta. La noticia se la dieron a Arcelia cuando estaba en el trabajo —una empresa de insumos médicos—. Quiso salir corriendo, romperlo todo. “Alguien me está jugando una broma pesada”, repetía. No lo podía creer, no podía ser cierto. ¿Quién lo hizo?, ¿por qué? Han pasado seis años desde esa mañana de septiembre en la que la vida de esta familia quedó incompleta. No era una broma, un feminicida entró a su casa y porque sí, porque en México pasa todos los días, porque la misma semana que la mataron a ella, mataron a otras cuatro mujeres también ahí, en Tijuana, Cintia fue asesinada en su cama a cuchillazos.
Niña sola, un documental de Javier Ávila (Tijuana, 32 años), retrata la intimidad de una familia que se enfrenta al monstruo de la violencia machista en México. Es la historia de un feminicidio, pero también de una justicia que revictimiza y hace daño. El feminicida está libre a pesar de que hay una orden de captura en su contra y de que las autoridades saben que se llama Omar Sánchez Puentes, un hombre que fue pareja de Arcelia por más de diez años y que quiso dañarle la vida. “Una no vuelve a ser la misma”, dice Arcelia, que ha preferido quedarse fuera y no entrar a una función previa al estreno nacional del documental. “Lo he visto dos veces, pero el ánimo se me va para abajo”, dice y no puede evitar llorar.
Bichu quería estudiar Derecho y aprender inglés. Ya había terminado la preparatoria y con el segundo idioma iba bien. En su casa todavía están sus cosas. Sus cuadernos con frases sencillas, pero bien escritas, en inglés; sus fotos; en las que se le ve perfectamente peinada, en todas sonriendo; sus peluches. Su mamá no se ha querido ir de allí. “Me dicen que qué valor el mío seguir viviendo ahí, pero es que para mí era la casa de mi hija, donde era feliz, es una manera de tener un pedacito de ella conmigo”.
La violencia machista no termina con un feminicidio, porque luego está la justicia que no investiga, el miedo a que el agresor vuelva aparecer. Tampoco empieza con el feminicidio. Antes hay golpes, celos que asfixian, relaciones sexuales abusivas, embarazos adolescentes, maternidades en solitario. Javier Ávila, que decidió hacer este documental tras ver que en las noticias los asesinatos a mujeres se cuentan con números y no con nombres, logra poner en pantalla todas esas violencias, tan normalizadas y aceptadas, para intentar generar una reflexión. “[Hacer este documental] cambió mi percepción sobre el miedo con el que viven las mujeres. Nunca lo voy a vivir igual, pero sí puedo entenderlo. Parte de la normalización [de la violencia de género] es que nuestra burbuja se ha vuelto muy dura y para romperla es necesario cambiar el entorno. Desaprender”, dice el director.
Arcelia, de 48 años, dice que no se ve como activista y no va a las marchas que llenan las calles de México cada tanto para pedir que pare la violencia contra las mujeres porque su vida transcurre entre el trabajo y sus nietos. No tiene tiempo. “Hay trabajos a los que no puedes faltar. O trabajas o comes, pero ahora entiendo qué es el machismo, el daño que hace. A mí me pasó”. Abrir las puertas de su casa, ahí donde mataron a su hija, y contar su historia para ser llevada a un documental —dice ella— es una manera de hacerle justicia a su hija, de rendirle honor. “Es difícil contar tu vida, sobre todo una vida con esta tragedia, pero es una forma de que se sepa lo que pasó y quién lo hizo. Es un camino para buscar justicia”, dice, y vuelve a recordarla. “Era una muchachita con muchísimos sueños, amaba a su familia, a sus hermanos, a sus sobrinos y no se diga a su madre, yo era todo para ella. Era mi sombra. Que se haya ido de esa manera tan horrible, es algo que no merece nadie. Ella apenas empezaba a vivir su vida”.
Niña sola se estrena este viernes en cines de todo el territorio mexicano y la protagonista, la madre valiente, que hoy reconoce que ha dejado de creer en las autoridades, espera que su historia sirva para animar a otras mujeres a no quedarse calladas. “Si yo conté esto tan terrible, espero que muchas otras tengan el valor de hablar, de terminar a tiempo relaciones violentas”.
Cada noviembre, en el altar de muertos en casa de Arcelia, una foto de Cintia se cubre con flores de color naranja, las flores de cempasúchil, características de esta fecha. “Mi tía está en un lugar mejor”, dice uno de los sobrinos en el documental. Arcelia lo quiere creer. Bichu ya no está en Tijuana, donde en el mes que acaba de terminar 10 mujeres fueron asesinadas.
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