Desaparecido el poeta y activista Alberto Pérez Gálvez junto a su primo en Chiapas
Familiares, amigos y personalidades del mundo de las artes publican un comunicado de denuncia que ha llevado a la CNDH a investigar el caso
El horror de la crisis de desaparecidos no deja de estremecer a México. En un país con casi 100.000 personas desaparecidas desde 1964 —según datos oficiales—, ya solo alguno de los casos trascienden los círculos más cercanos de las víctimas y saltan a la primera plana de los periódicos. Estas navidades, dos nombres más se han sumado...
El horror de la crisis de desaparecidos no deja de estremecer a México. En un país con casi 100.000 personas desaparecidas desde 1964 —según datos oficiales—, ya solo alguno de los casos trascienden los círculos más cercanos de las víctimas y saltan a la primera plana de los periódicos. Estas navidades, dos nombres más se han sumado a la lista negra: el poeta, activista y odontólogo Alberto Pérez Gálvez y su primo hermano, Luis Mario García Castro. Ambos fueron vistos por última vez la víspera de Nochebuena en el municipio de Huehuetán, en el Estado de Chiapas, su tierra natal. Desde entonces, se encuentran en paradero desconocido.
Pérez Gálvez (49 años) y García Castro conducían una camioneta Kia Sportage negra aquella noche del 23 de diciembre por la carretera que une Huehuetán con Comitán, de acuerdo con un comunicado difundido por familiares y amigos de los dos desaparecidos. Pero, después de las once de la noche, su rastro se esfuma: nadie recuerda haberlos visto. Su última señal de vida es una videollamada fallida a las cuatro y media de la madrugada, con procedencia cercana al municipio de Motozintla, de acuerdo con un rastreo posterior.
Residente en Ciudad de México, Pérez Gálvez había viajado a Chiapas para pasar la Navidad con su familia. Además de su trabajo como poeta —tiene un libro publicado, La piel del fuego (2008, Enredarte)—, era conocido en la región como un activista comprometido con la lucha por los derechos de los pueblos originarios. Su desaparición ha suscitado un gran apoyo popular: en el comunicado difundido por sus allegados hay más de un centenar de firmas de parientes y amigos, pero también de activistas mexicanos como la poetisa Irma Pineda; personalidades internacionales del mundo de la cultura como la actriz francesa Juliette Binoche, la documentalista Marie-Monique Robin, la artista española Lola Zavala, además de apoyos desde Canadá, Colombia, Irlanda o Ecuador.
En el comunicado, donde se insta a las autoridades de Chiapas, la Comisión Nacional de Búsqueda y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) a tomar medidas, se asegura que Pérez Gálvez y su primo viajaban por una zona que “en los últimos meses ha cobrado relevancia por la presencia de grupos armados (paramilitares), por lo que tenemos la sospecha fundada de que podrían haber sido secuestrados y posteriormente desaparecidos”. En el último año, Chiapas se ha convertido en un polvorín por donde transita el narco, grupos paramilitares y grupos de autodefensa, armados y al margen de la ley, lo que ha hecho de la región un caldo de cultivo único para la violencia.
Como respuesta, la CNDH ha publicado un informe este martes en el que asegura que “realizarán una búsqueda en vida de las personas desaparecidas”. “Se iniciaron una serie de diligencias a fin de brindar una oportuna atención al caso”, añade el documento, que además sostiene que la Fiscalía General del Estado de Chiapas ha abierto dos expedientes ministeriales para encontrar a Pérez Gálvez y García Castro.
Carolina Espinosa conoció a Pérez Gálvez en una presentación que ella realizó de una revista que editaba el Frente Zapatista de Liberación Nacional. “Desde entonces nos hicimos amigos, hace fácil 20 años. Alberto es un hombre muy comprometido con las causas sociales de las comunidades indígenas y pueblos originarios. Siempre ha sido un luchador social. Además de eso es un amante de la naturaleza y de la montaña. Es un hombre con muchísimos amigos, muy sociable, un líder nato”, narra Espinosa por teléfono.
Se enteró de la desaparición de su amigo por una publicación en redes sociales. “Recibí la noticia con muchísima sorpresa y mucha tristeza por su hija, una niña pequeña de unos ocho años, y por su esposa, no me imagino la angustia por la que han de estar pasando. Intenté comunicarme con su esposa, pero no pude, ella cerró los mensajes”. Dice que le extrañó que la desaparición hubiera sido en Chiapas, porque Pérez Gálvez conocía bien la región: se había criado allí, era su sitio. “Esos territorios no son desconocidos para él, se sentía como pez en el agua allí”.
El activismo y la poesía unieron a Pérez Gálvez y a Irma Pineda Santiago, firmante del comunicado de denuncia. Ambos se conocieron siendo estudiantes en 1996 en Ciudad de México, y su amistad ha continuado hasta ahora, a pesar de que Pineda Santiago se mudó hace años a su Oaxaca natal. “Nos preocupa que se trate de una desaparición forzada, que lo hayan raptado o secuestrado, porque en esta zona del sur del país en los últimos años se ha notado la presencia de diversos grupos de la delincuencia organizada, paramilitares... Al mismo tiempo, de manera personal, yo quiero mantener la esperanza de que no sea así, de que haya sido un pequeño accidente, una desconexión en la comunicación... Quiero imaginar lo mejor, pero somos conscientes de que puede haber una situación grave”.
Miembros del Centro Cultural Macario Matus, de la Ciudad de México, un espacio frecuentado por el poeta, mantuvieron ayer una rueda de prensa, retransmitida en Facebook: “Durante la pandemia vino a apoyar casi a diario, como el gran ser humano que es. ¿Cómo no vamos a extrañar su palabra y su presencia?”. En el acto, también aprovecharon para reclamar a las autoridades su búsqueda: “Nadie sabe si lo tienen detenido, si sufrió un accidente. Por supuesto hay responsables de esta inseguridad y se debe denunciar. Es una pesadilla que la gente desaparezca, es una palabra horrible”:
En un momento emotivo de la rueda de prensa, uno de los miembros del centro cultural recitó un poema de Pérez Gálvez como homenaje entre lágrimas contenidas. Unos versos que suenan a declaración de principios, y, a la luz de los nuevos hechos, a profecía macabra: “Me resisto a vivir sentado en un sillón contando los muertos de cada día / me resisto a vivir con el hambre en las banquetas, a negar el pan en los semáforos, a turistear en los corredores del hambre y de la muerte / me resisto a vivir contando días amargos / me resisto a que mis hijas vean desfilar a los muertos”.
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