El debate energético llega sin fuerza a la cumbre trilateral

La obstaculización de empresas energéticas privadas por parte del Gobierno mexicano ha generado molestia a su vecino norteamericano, sin embargo, los especialistas no esperan avances en la materia en el encuentro

El secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, durante una conferencia de prensa este mes.Mario Guzmán (EFE)

La tensión entre México y Estados Unidos sobre el sector energético se ha cocinado a fuego lento desde la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia en 2018, por lo que los inversores y los políticos de oposición esperan que los mandatarios aborden la reforma energética de México en la reunión de este jueves en la Casa Blanca. Sin embargo, analistas y expertos aseguran que el tema llegará ya muerto a la cumbre y que las posturas encon...

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La tensión entre México y Estados Unidos sobre el sector energético se ha cocinado a fuego lento desde la llegada de Andrés Manuel López Obrador a la presidencia en 2018, por lo que los inversores y los políticos de oposición esperan que los mandatarios aborden la reforma energética de México en la reunión de este jueves en la Casa Blanca. Sin embargo, analistas y expertos aseguran que el tema llegará ya muerto a la cumbre y que las posturas encontradas de ambos países no tendrán grandes posibilidades de resolverse.

La cumbre conocida como Three Amigos, entre los presidentes de EE UU, Canadá y México, se llevaba a cabo anualmente desde 2005 de manera que obligaba a los respectivos aparatos burocráticos en cada país a trabajar para cumplir los objetivos del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (Nafta, por sus siglas en inglés). Esto cambió bajo la presidencia de Donald Trump, cuando el tratado se renegoció y ahora el presidente estadounidense, Joe Biden, ha retomado la cumbre. México es el principal socio comercial de EE UU, por encima de Canadá y de China, según el centro de investigación México ¿Cómo Vamos?. En el tercer trimestre del año, el 13% de las importaciones hechas por EE UU fueron mexicanas.

Mientras fluyen las remesas e ingresos por exportaciones, López Obrador ha declarado que el sector energético es punto y aparte, y que debe ser “soberano”. Los órganos regulatorios del sector energético en México, a pesar de ser autónomos, han seguido instrucciones del presidente de no otorgar permisos de operación a empresas privadas de energía, así como a dar preferencia a la empresa del estado Comisión Federal de Electricidad (CFE), en el despacho de luz eléctrica. Además, ha intentado, por la vía legislativa, revertir la reforma constitucional de 2013 que abrió el mercado energético. Esto ha molestado a legisladores en EE UU, quienes han enviado cartas pidiendo a su Gobierno que intervenga en defensa de multimillonarias inversiones de empresas estadounidenses.

La última de estas cartas se envió el 3 de noviembre. Cuarenta legisladores pidieron a Biden exigirle a México una respuesta clara sobre la reforma constitucional enviada al Congreso mexicano por López Obrador, la cual daría preferencia a las empresas energéticas del Estado. Los estadounidenses argumentaron que esto contraviene el tratado, conocido como el T-MEC. Ese mismo día, el embajador estadounidense en México aseguró que el Gobierno de Biden tiene “serias preocupaciones” por la reforma y, unas horas más tarde, congresistas en México anunciaron que aplazarían la aprobación de la reforma hasta abril.

Esto pone el tema en la hielera, coinciden analistas. El aplazamiento de la reforma hasta abril sugiere que no será un tema central este jueves, opina Adrián Duhalt, investigador del Instituto Baker de Políticas Públicas en la Universidad Rice en Texas. “Si el próximo año se aprueba la reforma, entonces va a hacer ruido en la relación, pero de momento, lo único que puede hacer Biden es expresar su preocupación”, apunta el especialista.

“No me lo imagino como un reclamo de los presidentes”, opina Juan Carlos Baker, uno de los negociadores del T-MEC bajo la Administración anterior. “No me imagino a [primer ministro Justin] Trudeau o a Biden diciéndole a AMLO ‘tienes que eliminar la reforma’ porque es, más bien, una cuestión de proveer certidumbre para el crecimiento económico. Cómo espera México que sus socios inviertan en el país, ¿que traigan cadenas de valor cuando ni siquiera va a haber certeza de que habrá energía eléctrica suficiente? Ese tipo de cosas, desde una perspectiva más amplia, no se ven bien”.

Biden ratificó el lunes legislación que le permitirá invertir en infraestructura y gran parte de este plan es para atraer a empresas estadounidenses que operan en China para que se instalen en EE UU o en países aliados, como México. La idea es dejar de depender significativamente de China y representa una oportunidad para México, dice Duhalt. “Ese es un tema más importante para Estados Unidos, que el de energía ahora mismo, como también está el flujo migratorio”.

La Secretaria de Economía de México, Tatiana Clouthier, asegura que EE UU incumple su parte del T-MEC cuando se trata de las reglas origen de productos y partes de productos que se exportan a ese país. Además, envió un par de cartas a legisladores estadounidense pidiendo se reconsidere la legislación que ofrecerá incentivos fiscales a consumidores de autos eléctricos producidos en EE UU. En entrevista con el diario británico Financial Times, dijo, incluso, que la medida es contradictoria y que “detonará más migración”.

“No podemos esperar mucho de la reunión,” dice Baker, “la prioridad tendría que ser cómo garantizas una recuperación económica sostenida en América del Norte”. Para hacerlo, EE UU tendría que abrirle la puerta a sus socios comerciales para que participen en los programas de infraestructura, así como de desarrollo, de cadenas de suministro, de nuevas tecnologías e inteligencia artificial, agrega el experto.

“Me sigue pareciendo relevante que se reúnan porque hay muchas cosas que hacer”, enfatiza Baker, “tal vez el problema es elegir en dónde se quieren concentrar, qué tanto quiere nuestro país ponerle al proyecto del T-MEC. En México, a veces parece que queremos acceso al mercado estadounidense y las remesas de los paisanos, pero cuando se trata de asumir un compromiso más profundo ya no nos gusta y vuelve otra vez a la la dialéctica de la soberanía y el pleno respeto y la no intervención”.

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