La epidemia crónica de México: la obesidad y el sobrepeso se agravan durante la pandemia
La crisis sanitaria ha impactado en la báscula de los mexicanos: unos 8,5 kilos en promedio. Los expertos auguran un incremento sostenido de estas enfermedades, en el país donde el 75% de la población adulta las padece
Claudia Gaspar subió nueve kilos en los últimos 11 meses. En 2020, el año maldito, murieron sus abuelos y varios de sus familiares se enfermaron de covid-19. “Me sentía muy triste, pasé por depresión y ansiedad. Por miedo al contagio, dejé de hacer ejercicio. Solo sacaba mis perros al patio. Como iba a hacer el súper una vez por semana, solía comprar cajas de chocolates, paquetes grandes de frituras, gomitas o helado, que según yo iban a durar todo el mes, pero siempre terminaba comiendo esos antojos entre comidas”, ...
Claudia Gaspar subió nueve kilos en los últimos 11 meses. En 2020, el año maldito, murieron sus abuelos y varios de sus familiares se enfermaron de covid-19. “Me sentía muy triste, pasé por depresión y ansiedad. Por miedo al contagio, dejé de hacer ejercicio. Solo sacaba mis perros al patio. Como iba a hacer el súper una vez por semana, solía comprar cajas de chocolates, paquetes grandes de frituras, gomitas o helado, que según yo iban a durar todo el mes, pero siempre terminaba comiendo esos antojos entre comidas”, cuenta la ingeniera y ama de casa, de 30 años. Su historia se repite una y otra vez en México, donde el sobrepeso y la obesidad se ha triplicado en las últimas dos décadas, en un país donde el 75,2% de la población adulta sufre de esta otra epidemia, según la última encuesta de Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut).
El confinamiento y la incertidumbre provocada por la pandemia dejarán huella en la báscula de los mexicanos. Un promedio de 8,5 kilogramos extra y un incremento de los índices de sobrepeso y obesidad, según los expertos e informes consultados, será la factura que pagarán los ciudadanos por estos meses de semáforos rojos y naranjas, donde se acumulan las pérdidas, los problemas económicos y el estrés. En el estudio Acciones e intervenciones para la pérdida de peso, publicado por la multinacional de investigación de mercados Ipsos, un grupo de científicos exploraron los hábitos alimenticios y de ejercicio en 30 diferentes países durante la pandemia de coronavirus. Según sus hallazgos, los mexicanos son los que más han ganado peso durante la pandemia, pues en promedio ganaron 8,5 kilos. Sigue Arabia Saudita con ocho kilos; Argentina con 7,9 kilos y Perú con 7,7 kilos. El promedio mundial es de 6,1 kilogramos extra.
De acuerdo con datos de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), México es el país de América Latina que tiene la mayor tasa de sobrepeso y obesidad entre su población, lo cual ha desencadenado otros padecimientos, como la hipertensión y la diabetes. Los expertos auguran un incremento de la prevalencia del sobrepeso y la obesidad, pues lo que subimos de peso durante el confinamiento, tardaremos meses en volver a bajarlo. La OCDE estima que para 2030, el 40% de los adultos mexicanos tendrá obesidad.
“En mayo de 2020 me enfermé de covid. Tuve complicaciones y me dio una depresión muy fuerte al ver que muchos de mis compañeros de trabajo se estaban muriendo por la pandemia. El coronavirus me dejó secuelas a nivel respiratorio y ahora no puedo hacer mucha actividad física. De hecho hasta hacer mis labores en casa me cuesta mucho trabajo porque me sofoco. Desde ese momento a la fecha subí más de 20 kilogramos”, cuenta Alejandra Calette, de 39 años. Un artículo publicado por The British Medical Journal (BMJ) señala que existe evidencia creciente que indica que la obesidad es un factor de riesgo para enfermedades graves y muerte por covid 19. Según los investigadores, “múltiples mecanismos podrían explicar la relación entre obesidad y coronavirus, entre ellos la enzima convertidora de angiotensina-2 (ACE-2), es decir, la transmembrana que el SARS-CoV-2 usa para la entrada celular, y que existe en grandes cantidades en personas con obesidad”.
La OCDE estima que para 2030, el 40% de los adultos mexicanos tendrá obesidad.
Durante los primeros meses de la llamada Jornada Nacional de Sana Distancia — un paquete de medidas impulsadas por la Secretaría de Salud para prevenir la propagación de la epidemia, que comenzó hace un año, el 23 de marzo de 2020— se registraron cambios en los hábitos alimenticios de los mexicanos. Por poner algunos ejemplos, durante el confinamiento, aumentó el consumo de bebidas alcohólicas hasta en un 300%, respecto a 2019, según los encargados de tiendas especializadas como La Europea o Bodegas Alianza. También las harinas preparadas, los congelados, los refrescos y los aderezos registraron un incremento en las ventas hasta en un 20%, de acuerdo con datos de Nielsen México y de la Cámara Nacional de la Industria de Conservas Alimenticias (Canainca). “Como muchos de mis pacientes comenzaron a trabajar desde casa, eso les permitió tener mejores hábitos y por consiguiente bajar de peso. Eso pasó mucho en personas que comían en restaurantes o que viajaban mucho y no tenían rutinas. Un 30% del total de mis pacientes. Está el otro 70%, que subió de peso, ellos redujeron su actividad física habitual. Y luego, obviamente, estar tanto tiempo en casa y tener la comida disponible hizo que incrementara su ingesta calórica, eso sumando el factor de la ansiedad y la incertidumbre”, cuenta Cristina Shaw, Maestra en Nutrición Clínica.
Y es que comemos y bebemos más y peor en situaciones límite. Las emociones juegan un rol en la elección, calidad y cantidad de alimentos ingeridos. Un estudio del Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos (NIH, por sus siglas en inglés) dice que comer puede reducir las emociones negativas y puede ser una forma de evadir de la realidad. Si alguien está acostumbrado a resolver sus problemas comiendo, seguramente va a ganar peso con el confinamiento. Otros, sin embargo, necesitan reforzar su rutina. Estos se impondrán más restricciones porque la manera que tienen de sobrellevar la incertidumbre y el miedo es con una rutina estricta. Los expertos tienen muy estudiado que el estrés provoca cambios en nuestra alimentación. El binge eating o stress eating —términos anglosajones que se refieren a trastornos alimentarios relacionados con el acto emocional de comer— persiguen el alivio de emociones negativas. No se trata de hambre fisiológica. Si a esto le añadimos el sobre almacenamiento de alimentos durante el confinamiento, es fácil llegar al descontrol.
“El tema emocional está directamente relacionado con el consumo de carbohidratos. El consumo de comida no nutritiva como papas fritas, pan dulce, dulces, helados o postres aumentó muchísimo porque es gratificante. En el momento en el que empezamos a consentirnos con esos antojos, entramos en un círculo vicioso no solo emocional, sino también físico porque empezamos a secretar más insulina. El azúcar en sangre se baja y empezamos a necesitar comer más carbohidratos. Y entonces, eso es en lo que mucha gente entró. En esa dinámica de no poder salir del círculo vicioso”, explica la maestra en Nutrición.
“Yo subí porque pensé que la pandemia duraría tres meses. Entonces, me dejé ir y todos los días pedía comida como si fuera domingo. Luego ya entendí que duraría más y me puse la misión de cuidarme para no engordar. Ahora ya bajé incluso más de lo que pesaba antes de que iniciara la pandemia”, cuenta Abril Mulato. Una situación parecida cuenta Luis Mejía: “Al principio subí, después me recuperé cuando abrieron otra vez los gimnasios. Pude mantenerme haciendo ejercicio en casa y después volví a subir un poco por lesiones, pero estoy recuperando mi peso”.
De acuerdo con los resultados del estudio ACTION-IO (Concienciación, atención y tratamiento en el manejo de la obesidad: una observación internacional, por su siglas en inglés) que se presentaron en el Congreso Europeo Internacional sobre Obesidad, en 2020, y en el que participaron cerca de 2.800 profesionales de la salud de 11 países y 14.500 personas con obesidad (2.000 de nacionalidad mexicana), el 76% de los encuestados dicen no tener intención de perder peso, mientras que el 69% no se siente motivado a perder peso y el 34% dice no contar con los medios económicos para soportar el esfuerzo de la pérdida de peso.
México ocupa el primer lugar mundial en obesidad infantil y el segundo en obesidad de adulto
México declaró una alerta epidemiológica en 2016, luego de darse cuenta de su situación crítica: más del 72% de sus adultos y más del 33% de los niños tienen sobrepeso u obesidad. Además, unos 230.000 mexicanos mueren cada año por enfermedades estrechamente asociadas.
“En diciembre me enfermé de covid-19. Mi novio me contagió y yo contagié a toda mi familia. Cuando lo vi tan real y vi todos los daños que yo misma me había causado, fue que me detuve. Subí aproximadamente 20 kilogramos. Estoy sanando poco a poco. De enero para acá, llevo 2 kilos menos. Volví al crossfit presencial y estoy tratando de nutrir mi alma. Ha sido complicado para mí, que siempre hablaba de amor propio, caí en cuenta de que me abandoné. Estoy retomando el camino. Sigo con muchas cosas por hacer, pero trato de escucharme”, dice Armenia Velázquez, maestra de secundaria.
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