Una docena de secretarios, gobernadores y vuelos comerciales: el rastro de los contactos de López Obrador
El presidente se reunió unos días antes de dar positivo por coronavirus con funcionarios de alto nivel y sostuvo reuniones y actos públicos sin usar cubrebocas
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que ha dado positivo por coronavirus este domingo, ha tenido una agenda apretada hasta este fin de semana. Se ha reunido con una docena de secretarios, subsecretarios, gobernadores, candidatos a las elecciones legislativas, estatales y municipales de junio y ha volado en un avión comercial junto a un centenar de pasajeros rumbo a Monterrey (capital de Nuevo León, noroeste del país). La prueba que destapaba el contagio del presidente...
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que ha dado positivo por coronavirus este domingo, ha tenido una agenda apretada hasta este fin de semana. Se ha reunido con una docena de secretarios, subsecretarios, gobernadores, candidatos a las elecciones legislativas, estatales y municipales de junio y ha volado en un avión comercial junto a un centenar de pasajeros rumbo a Monterrey (capital de Nuevo León, noroeste del país). La prueba que destapaba el contagio del presidente ha sacudido los planes de todos los que como él asistieron a los eventos sin mascarilla y algunos obviaron las medidas mínimas de distancia social. El coronavirus ha llegado a la presidencia y sus palabras escépticas acerca de medidas más estrictas de cuarentena y cierre de comercios resuenan estos días en un país que bate récord de contagios y ha soportado hasta la fecha más de 150.000 muertes por la covid-19.
El viernes, López Obrador presidía una reunión a puerta cerrada en la casa de su exjefe de oficina, Alfonso Romo, en Monterrey. En una mesa redonda junto a Romo, el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, y la traductora oficial de Presidencia, Lilia Rubio, sin usar cubrebocas y con una distancia mínima entre ellos, los mandatarios sonreían para la foto después de una llamada con el nuevo presidente de Estados Unidos, Joe Biden.
La gira por Nuevo León no se detuvo. El presidente acudió a un acto público para inaugurar las instalaciones de la Guardia Nacional en Sabinas Hidalgo, acompañado de la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, que estos días ha sido nombrada como su representante para liderar las conferencias mañaneras a las que el presidente no asistirá. Sánchez Cordero ha respondido este lunes sobre este punto y ha alegado que se ha realizado una prueba rápida y ha dado negativo. A la espera de los resultados de una PCR que confirmen que no está contagiada, será la responsable de informar de los avances del Gobierno cada mañana en el salón de Palacio Nacional ante decenas de periodistas.
La noche del viernes, el presidente mantuvo una cena con empresarios de Nuevo León, a la que asistió también la secretaria de Economía, Tatiana Clouthier. El gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, alias El Bronco, también acudió a los actos del presidente en su Estado. Era uno de los pocos asistentes que al menos en las fotos aparecía con cubrebocas. Este domingo anunció a través de su cuenta de Twitter: “Luego de haber asistido a eventos con el presidente este fin de semana, estaré al pendiente de mis síntomas, para, de aparecer alguno, hacerme la prueba”. Los expertos recomiendan, no obstante, que se realice una prueba independientemente de los síntomas si se ha tenido un contacto directo con una persona que resultó positiva.
Entre el sábado y domingo, el presidente se dedicó a inaugurar cuarteles de su cuerpo de seguridad estrella, el híbrido militar y civil de la Guardia Nacional, en el Estado. Ahí estuvo acompañado por el secretario de Defensa, Luis Cresencio Sandoval; el titular de Marina, José Rafael Ojeda; y la secretaria de Seguridad, Rosa Icela Rodríguez, los dos últimos ministros ya habían dado positivo por coronavirus meses anteriores. También acompañaron al mandatario en su gira el secretario de Bienestar, Javier May, y la subsecretaria Ariadna Montiel; así como Luis Rodríguez Bucio, comandante de la Guardia Nacional.
Otra de sus citas este sábado fue el desayuno con la prometedora candidata de Morena al Gobierno de Nuevo León de cara a las elecciones de junio, Clara Luz Flores. Y a su lado estuvo en todo momento el jefe de la Ayudantía de Presidencia —un órgano encargado de la seguridad más discreta del presidente—, Daniel Asaf, que viajó también con López Obrador en los vuelos comerciales rumbo a Monterrey, San Luis Potosí y el regreso a Ciudad de México.
Hace ya 10 meses desde que el presidente se convirtiera en uno de los pocos mandatarios del mundo que públicamente se mostraba escéptico ante el coronavirus. El azote de la pandemia en México que desbordó la capacidad hospitalaria en momentos críticos de verano y este invierno, especialmente en la capital, además del récord de contagios tras las fiestas navideñas, suavizaron las palabras y la actitud de un mandatario que en marzo del año pasado se mostraba más cercano a las posturas de Jair Bolsonaro o Donald Trump. Pero todavía hoy resuenan los comentarios chistosos ante una crisis de consecuencias catastróficas para el mundo: el momento clave en el que López Obrador mostró unas estampitas religiosas que lo protegerían de la pandemia. “El escudo protector es la honestidad eso es lo que protege, el no permitir la corrupción. Miren, este es el detente. Esto me lo da la gente”, llegó a señalar entre risas en una de sus mañaneras el 18 de marzo.
Desde entonces y ante la crisis sanitaria y económica que ha sacudido al país, además de un aluvión de críticas que soportó su Gobierno, el presidente ha rebajado su discurso y ha dado un paso atrás para dejar que el subsecretario de Sanidad y cabeza visible de gestión de la pandemia, Hugo López-Gatell, hiciera las recomendaciones pertinentes. No obstante, el mandatario se ha negado en numerosas ocasiones a usar mascarilla en público, como ha sido este fin de semana. Y ese mensaje simbólico consolidaba su postura laxa frente a una crisis sanitaria, que fuera de Palacio Nacional, en el estrato social que su Gobierno dice proteger, donde cientos de enfermos esperaban eternamente para conseguir una bombona de oxígeno y en los pasillos desbordados de los hospitales públicos, era más real que nunca.