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Los 10 lugares favoritos del alcalde de Renca: “Nadie se imagina que puedo bailar o jugar algo, porque soy muy alto”

Claudio Castro recuerda su época de estudiante en el Instituto Nacional, donde jugaba basquetbol; los paseos con su familia por la cueva don Emilio y de su predilección por el basquetbol

Cueva don Emilio, en el Cerro Renca. Tiene muchos rincones increíbles, pero elijo la cueva don Emilio. La he recorrido muchas veces con mi familia. Su historia está asociada a que una vez, en este cerro, se quiso buscar si había oro. Un señor, don Emilio Lazo, hizo un pique minero, pero al darse cuenta de que no había oro ni metales preciosos dejó ese pique (perforación) minero que quedó convertido en una cueva. Hoy hay una leyenda de un hombre con cabeza de chancho que sale de esa cueva para buscar a los niños que se portan mal. (Parque Metropolitano Cerros de Renca).

Cenia. Este centro de extensión no estaba cuando estudié, entre séptimo básico y cuarto medio, en el Instituto Nacional. En su lugar, había catacumbas, un espacio gigante que fue soñado como un teatro propio. Era una excavación, entonces, de varios pisos donde se nos caían las pelotas cuando jugábamos en el patio. Era un drama y una osadía ir a buscarlas. Recuerdo que, en esa época, yo jugaba mucho basquetbol. No solo lo hice en el colegio, sino en Colo Colo, la Unión Española y cuando entré en la Universidad Católica, aunque luego se despertaron distintas vocaciones como la política. Y es algo que no hubiera imaginado porque cuando entré al Instituto Nacional mis compañeros me eligieron presidente de curso, yo no quería serlo por miedo a que me fuese mal en los estudios y porque solo quería jugar basquetbol. Me insistieron, yo terminé llorando. (Arturo Prat 33, Santiago).

Parroquia Divino Redentor. Cuando era un chico iba ahí con mi familia. Fue donde hice mi primera comunión, confirmación y donde fui formando el sentido de una vocación más social. Recuerdo su Cristo, con su cruz, muy grande. Hoy pasa cerca el Metro, pero antes no y se veía más imponente. (Paradero 23, Vicuña Mackenna, La Florida).

Infocap. Ahí también están las oficinas de la fundación Techo, donde comencé a trabajar después de terminar la universidad. Llegué a ser su director para América Latina. Fue un trabajo intenso, me tocó vivir el terremoto de 2010 en Chile, pero también en Haití. También en Techo conocí a mi esposa. Y es un lugar muy lindo, con un parque donde hay animales, adonde regresamos mi esposa y yo cuando cumplimos 10 años de casados, ya con dos de nuestros tres hijos. Estaban muy chicos, porque hoy mi hija mayor, María, tiene nueve años. A ella, por cierto, cuando le preguntaron en el jardín infantil qué hacía su papá, dijo que yo plantaba árboles, abrazaba a mucha gente y hablaba por micrófono. Y eso fue muy bonito, porque me he sentido acompañado por mis hijos y esposa en esta pega (trabajo) que es mi intensa. (Avenida Departamental N° 440, San Joaquín).

Centro de Innovación La Fábrica. Simboliza lo que queremos para Renca porque fue un supermercado que estuvo abandonado por años. Cuando asumí como alcalde compramos este galpón con el sueño de fuera el primer centro de innovación de Santiago poniente, lo que era inimaginable porque era un punto negro que arrastraba a todo su entorno. La gente tenía miedo de transitar por ahí y no había negocios. Hoy es un lugar lindo, con impresoras 3D, donde los niños construyen y programan un robot. (General Freire 4911).

Playa Pea. Aprendí a nadar en esa playa, salía del colegio e iba allí, un lugar donde se pueden ver tortugas. Nos mudamos cuando yo era un niño de seis años. Mi papá era un detective de la PDI que trasladaron a Rapa Nui y mi mamá, que era profesora, trabajó en la única escuela de la isla. De lo que más recuerdo de aquella época fue que se me desbocó un caballo. Como no tenía montura y era un niño, yo empecé a colgarme por el cuello del animal. Pero apareció un rapanui, Domingo, y con su caballo me salvó. (Rapa Nui).

El Lagar de don Rafa. Era una chichería que fue transformada en restaurante. Cuando entras es como trasladarse en el tiempo porque todas las maquinarías, donde se procesaba la chicha, están expuestas. Es como la calidad de la chingana que eran las fiestas criollas antiguas en Chile. Mi plato favorito es el arrollado de huaso. Es un espacio folclórico. Me gusta bailar cueca, tomar chicha y comer empanadas. Siempre a las autoridades les parece una complicación bailar cueca en los actos del 18 de septiembre, pero a mí me gusta mucho, aprendí de chico. Nadie se imagina, cuando me ve, que puedo bailar o jugar algo porque soy muy alto, mido 1.93 metros. Hoy todo el mundo en Renca sabe que me gusta bailar cueca y no solo en septiembre, sino durante todo el año. A este restaurante llevamos a la exembajadora de Estados Unidos en Chile, Bernadette Meehan, y comimos una cazuela, bailamos, y compartiendo con toda la gente que estaba almorzando. (General Freire 4951).

Casa de la Mujer de Huamachuco. Es un centro comunitario donde hay una líder muy potente, Aida Moreno. En este espacio se reúnen mujeres desde los tiempos de la dictadura, donde con mucha valentía hacían manualidades y trabajos de artesanía. Eran llamadas las arpilleras, que denunciaban lo que pasaba en Chile y a través de la Iglesia lo denunciaban a Europa. Y también hacían ollas comunes que ayudaban en los tiempos de dictaduras.(Villarrica 2553, Renca).

Humedal del río Mapocho. Es un paraíso, se ven los sauces llorones y los patitos dentro del río. Uno se puede sentir fuera de Santiago, estando dentro de la ciudad.

Cesfam Cerro Colorado. Es muy moderno, representa la dignidad que requieren los vecinos. Y como alcalde viví momentos muy emotivos ahí. La primera persona que falleció en Chile por Covid, Sonia Valdivia, fue una vecina de Renca. Yo también llegué a contagiarme, pero cuando ya la pandemia concluía. (José Manuel Balmaceda 5266).

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