Ir al contenido

Elecciones 2025: ¿Obligado o informado?

Restan sólo ocho días para la elección y, coincidiendo en que el resultado será por lejos el dato que más llame la atención y ocupe más titulares, sólo el hecho de estar viviendo en un ambiente más politizado nos obliga a reflexionar sobre contenidos

No son más de 30 los países en el mundo que tienen voto obligatorio, por lo que cualquier especulación sobre su impacto, el perfil del votante obligado y no habitual, y su comportamiento en las urnas está más lleno de suposiciones que de datos realmente factuales; una situación que hoy, a todas luces, desespera a los candidatos que se medirán en las elecciones presidenciales del próximo domingo en Chile.

Mucho ya se ha escrito sobre el perfil de estos votantes no habituales y cómo conversa esta despolitización en que están insertos con la no habitualidad en la que se mueven elección tras elección. Por mi parte sostengo, resultados de encuestas mediante, que parecen responder a un discurso más identitario, a intereses de grupos y problemas cotidianos a diferencia de un votante ideologizado, que por acomodo u obligación se acerca a alguna tendencia política.

Hoy el padrón electoral en Chile llega a cerca de 15,6 millones de personas habilitadas para sufragar. Entonces, si comparamos con la primera vuelta presidencial de 2021, donde votaron 7,1 millones de personas (menos de la mitad del padrón), de facto los votantes subirán -por la obligatoriedad de esta elección- en 8,5 millones, es decir, contaremos con un padrón prácticamente nuevo y cuyo comportamiento está sólo rodeado de suposiciones, pero podemos tratar de dar algunas luces.

El último debate presidencial organizado por la Asociación de Radiodifusores de Chile (Archi) llegó a una audiencia de 4,5 millones de personas, cifra que “conversa” con los entre 1,3 millones y 1,7 millones de audiencia que marca la franja electoral en sus diferentes horarios (esto según cifras del Consejo Nacional de Televisión), lo que lo posiciona como uno de los “programas” más vistos de la televisión varios días a la semana.

¿Qué explica este fenómeno? Australia cuenta con voto obligatorio hace casi 100 años, ubicándolo entre los países con más experiencia en este tipo de sufragios, así como en estudios y reflexiones de su impacto en el electorado. Lisa Hill y Sally Young son dos académicas que se han dedicado a estudiar este fenómeno y la “alfabetización política” de los votantes obligados. Ambas, en estudios publicados en entre 2002 y 2011, demostraron cómo las personas que están obligadas a votar tienden a informarse más previo al proceso electoral, lo que aumenta su nivel de conocimiento político y el alcance del ejercicio del voto, escenario que interactúa con un mayor consumo de medios en los períodos previos a las elecciones. Esto obliga, a su vez, a las empresas de comunicación a generar mayor contenido y más accesible para estos nuevos electores.

En “Compulsory Voting: A Critical Perspective” (2002) Lisa Hill se detiene en los argumentos a favor y en contra del voto obligatorio, concluyendo que, pese a que pueden persistir ciertos sesgos de desinformación o desafección política, la obligatoriedad por sobre todo favorece la legitimidad democrática, ampliando el debate público al incentivar a los participantes a contar con un mínimo de información política para ser parte de este debate. Pese a que Lisa Hill concluye que este proceso no garantiza per se una población sostenidamente más educada en término políticos, sí las impulsa a informarse en períodos previos a las elecciones.

En Chile, las cifras de la Asociación Nacional de Televisión (Anatel) y Archi darían cuenta de lo mismo. Pese a que, en el caso de las radios, la audiencia también se extendió a 4,5 millones de personas en 2021, las cifras de la franja electoral televisada son hoy superior en torno a unas 300 mil personas en promedio diario. Estadística y metodológicamente, los datos podrían no ser del todo concluyentes, pero lo cierto es que, a nivel de opinión pública, la demanda de conocimiento está.

Restan sólo ocho días para la elección y, coincidiendo en que el resultado será por lejos el dato que más llame la atención y ocupe más titulares, sólo el hecho de estar viviendo en un ambiente más politizado nos obliga a reflexionar sobre contenidos, propuestas y demandas ciudadanas. El interés se está demostrando que existe, ahora queda poner foco en la calidad del debate. Ese es el próximo desafío.

Más información

Archivado En