El presunto asesino de Charlie Kirk: anatomía de una generación perdida
Frente a la ausencia de contacto humano, la generación de Tyler Robinson es profundamente nihilista y se sostiene en la lectura de Nietzsche
Hace pocos días se realizaron los funerales del activista político estadounidense Charlie Kirk. Vimos un despliegue masivo de autoridades y personalidades del país, incluyendo a Donald Trump, JD Vance, Tucker Carlson y la viuda de Kirk, Erika. Se trata de un evento masivo en el estadio State Farm de Arizona, con capacidad para cerca de 95.000 espectadores. Con esto, no solo se busca honrar al fallecido, sino mostrar el impacto de sus ideas y proyectar un mensaje claro al mundo, especialmente a su propio país.
Los ojos de Estados Unidos están puestos en Arizona. El asesinato levantó muchas preguntas sobre la violencia política allí, la Segunda Enmienda que permite portar armas, los límites de la libertad de expresión —el caso de Jimmy Kimmel ha concitado más atención, pero hay otros donde personas realmente festejan la muerte de Kirk— y sobre cómo mantener un debate saludable en sociedades divididas que se ven a sí mismas en una “guerra cultural”.
Menos atención ha recibido entender las razones del presunto asesino. Tyler Robinson nació en 2003 y vivía en constante contradicción: criado en una familia republicana, aprendió desde pequeño a disparar diferentes tipos de armas. A pesar de tener una estructura familiar estable y pertenecer a una iglesia, sus posiciones políticas se habían movido hacia la izquierda, tenía una relación con una mujer trans, aunque —dato importante— no participaba en ningún grupo, movimiento o partido. La soledad de Robinson venía de años atrás, pues pasaba horas y horas en internet desde pequeño.
Pero no en cualquier lugar de internet. Como millones de hombres jóvenes en Estados Unidos, el presunto asesino de Kirk navegaba en los rincones más oscuros de foros anónimos, donde probablemente lo único compartido es la soledad y no encajar en los ambientes de donde venían. Gente sola, con redes sociales pero sin conexiones reales, en cámaras de eco que hacen palidecer aquellas que se ven en Twitter/X.
Como describe bien Angela Nagle en su libro Kill All Normies: Online Culture Wars from 4chan and Tumblr to Trump and the Alt-Right, estos foros desarrollaron una subcultura entre sus usuarios que combina humor negro y extremadamente transgresor con actitudes misóginas y racistas. Bajo todo eso se esconde una terrible soledad: la imposibilidad de crear y sostener vínculos humanos reales, de tener amigos, hermanos, primos o novias (o al menos relacionarse de manera natural con el sexo opuesto), practicar algún deporte, ir a la iglesia, y realizar las actividades y relaciones que protegen y dan sentido a la vida.
Frente a esta ausencia de contacto humano, la generación de Tyler Robinson es profundamente nihilista y se sostiene en la lectura de Nietzsche. Robinson no es el único sujeto peligroso proveniente de esas redes: Morrisey tuvo que suspender sus conciertos en EE UU por la amenaza de un sujeto similar. Por los motivos que sean, muchos jóvenes estadounidenses ven un mundo carente de sentido, al cual hay que imponerle significado, aunque sea por la fuerza. Por eso rinden culto a personalidades como Trump, un hombre fuerte que se impone frente a todos; o realizan acciones brutales, como la de Robinson.
Ese desarraigo hace que algunos usuarios de TikTok interpreten este asesinato macabro como una forma de shitpost. Esto significa usar un foro o red social para publicar contenido agresivo, irónico, de baja calidad o para provocar, generalmente con la intención de sabotear discusiones y ser lo más disruptivo e incomprensible posible. La confesión del propio Robinson decía esto mismo: que el asesinato era un gran meme, un absurdo, una provocación.
Las balas utilizadas para el asesinato tenían grabados mensajes absurdos que abundan en esas plataformas: “Si lees esto, eres GAY, Lmao”; “¡Eh, fascista! ¡Atrapa!”; “Oh bella ciao, bella ciao, bella ciao, ciao ciao”; y “Notices bulges OWO what’s this?”. Si no entiende nada, no es su culpa: ninguno es comprensible fuera de las redes y foros donde viven personas como Robinson. Más importante aún: este último mensaje (“Notices bulges OWO what’s this?”) es relevante por dos razones. Primero, viene de un meme cuya historia se puede rastrear en línea, y que refiere a adultos enviándose mensajes pornográficos vestidos de animales (tan crudo como se lee). . Segundo, ese meme se hizo famoso en 2015, cuando Tyler Robinson tenía apenas 12 años. Es decir, desde muy pequeño Robinson construyó su mundo y su visión política usando 4Chan y sitios similares.
Hay una imagen que los usuarios de esos foros utilizan para presentarse a sí mismos, llamada Gopnik Pepe. En ella aparece un sapo antropomorfo conocido como Pepe the Frog. Lleva una expresión seria y melancólica, con los ojos semicerrados. Mira hacia abajo, transmitiendo apatía o cansancio. Viste capucha y gorro negro ajustado, además de zapatillas deportivas blancas. A su lado, en el suelo, se ve una botella de cerveza, reforzando la atmósfera de precariedad o marginalidad. El fondo muestra bloques de viviendas deterioradas, probablemente soviéticas, con paredes desgastadas, ventanas repetitivas y un ambiente áspero.
Hace algunos años, Tyler Robinson se disfrazó de ese personaje para Halloween. Misma ropa, misma pose, aunque todavía con una sonrisa irónica en su cara. En la publicación, su madre solo alcanzaba a entender que estaba disfrazado de meme. Es la cara del desamparo nihilista del que hablamos. Uno que vacía y mata, y a veces asesina.