Una buena y una mala
Los nada alentadores órdenes de magnitud de las cifras del país debieran atemperar los ánimos y dejar de ver la discusión macro como un duelo de décimas de punto
“Te tengo una noticia buena y una mala”. Puede que haya alguna estadística respecto de qué noticia eligen conocer primero las personas, aunque es muy probable que la decisión sea oír primero la mala. Explicaciones puede haber muchas y quizás eso de que es mejor terminar con un buen sabor en boca sea la más válida.
Pues bueno, recientemente se han dado a conocer dos noticias macroeconómicas importantes para Chile y que aparentemente son las dos caras de una misma moneda, en la dinámica de una buena y una mala. Mientras, por un lado, la reputada agencia crediticia internacional Standard & Poor’s acaba de dar un doble espaldarazo a las autoridades de Hacienda en temas fiscales; por otro, la prensa alertaba sobre la, a estas alturas, recurrente práctica de sacar dinero del Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES) en momentos que el propio gobierno difícilmente calificaría de crisis.
En efecto, en cosa de dos semanas S&P, primero a través de una entrevista a la encargada de Calificaciones Soberanas y luego en un comunicado, consecutivamente la agencia calificadora respaldó el proyecto de Presupuestos 2025, la senda de consolidación de las cuentas fiscales y, por si fuera poco, a renglón seguido mejoró a estable la perspectiva para la deuda del país, misma que hace un año había quedado con visión negativa.
La pública satisfacción de las autoridades fue instantánea. El ministro de Hacienda, Mario Marcel, sostuvo que la noticia era “positiva” y un “reconocimiento a los sustantivos avances en consolidación fiscal” del gobierno, cuestiones que tienen no solo el aval de lo comunicado por la agencia, sino que se vieron comunicacionalmente refrendadas con la aprobación parlamentaria de la Ley de Responsabilidad Fiscal, cuyos alcances si bien no han estado libres de debate, se anotan en la columna de los haberes del sectretario de Estado.
No obstante, algo flotaba en la atmósfera que teñía de otro tono esas noticias. Se trataba del reconocimiento por parte de la propia cartera a cargo de las finanzas públicas de que se acaba de realizar un nuevo retiro, esta vez de US$ 1.000 millones, desde el Fondo de Estabilización Económica y Social (FEES), recursos necesarios para apoyar el financiamiento del presupuesto 2024. La noticia instaló cierta bruma en torno a la satisfacción gubernamental, ya que dicho retiro vino a sumarse a otros dos efectuados este año, dejando al llamado fondo soberano “anticrisis” con un desnutrido saldo de US$ 3.700 millones, muy lejos de los valores que llegó a acumular en el pasado y que resultaron tan necesarios en momentos de dificultad.
En síntesis, una buena y una mala noticia.
El tema de fondo es que, puesto en perspectiva, esta dinámica dicotómica en torno a los datos macro ya lleva demasiado tiempo enrareciendo la discusión, poniendo el acento sobre la cifra de punta, en el margen, sin poner la situación económica general en perspectiva, cosa que termina siendo como un balde de agua fría cada vez que alguna entidad independiente como el Banco Central, el Consejo Fiscal Autónomo o la Comisión Nacional de Productividad liberan sus informes sobre crecimiento, cuentas fiscales e inversión.
Un nuevo episodio de ufanía, de esos que luego se deslavan, fue el que se vivió hace unos días en un foro empresarial, cuando el propio presidente Boric no pudo resistir la tentación de jugar el partido de las décimas de punto al sacar cuentas macro. El mandatario deslizó que en el país existiría una camarilla de economistas que operan como “agoreros” al valorar la economía, espetando que todos ellos “se equivocaron” en sus previsiones, ya que la economía se expandirá probablemente 2,7%.
Como era previsible, el fact checking no tardó en llegar, y rápidamente se le recordó al jefe de Estado que fue el Banco Central quien en junio de 2023 estimó que durante este año el crecimiento se situaría entre 1,25% y 2,25%, y que, además, en la propia página de la Dirección de Presupuestos se publicó en 2023 que “a partir del trabajo de las y los expertos, se estima un PIB Tendencial de 2,3% para el próximo año, y de 2,1% para el período 2024-2028″.
Son justamente los nada alentadores órdenes de magnitud de estos números, los que debieran atemperar los juicios y dejar de ver los pronósticos macro como un duelo en torno a décimas de punto. Sobre todo, porque como ha dicho en estos días James Robinson, uno de los ganadores del Nobel de Economía 2024, Chile cuenta con un buen andamiaje de instituciones, pero hay algo que le impide llevar las cosas al siguiente nivel y, de ese modo, seguir la senda de Australia o Corea del Sur, para lo cual es fundamental contar con una estrategia país que invierta en las industrias y en las personas, con mayor ambición.