José de Gregorio: “La mirada económica del Gobierno cambió mucho, particularmente la del presidente Boric”

El expresidente del Banco Central defiende el proyecto de Ley de Presupuestos de 2025 recién presentado por la Administración de izquierdas: “Que la política fiscal sea levemente expansiva, no atenta contra la estabilidad económica”

José de Gregorio, economista y expresidente del Banco Central, en Santiago, Chile, este miércoles.SOFIA YANJARI

José de Gregorio (Santiago, 65 años), decano de la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la Universidad de Chile y expresidente del Banco Central, considera que el Gobierno de Gabriel Boric ha cambiado desde que asumió el 11 de marzo de 2022, lo que se refleja especialmente en su conducción de la economía del país, aunque admite que queda mucho por resolver, como las trabas para potenciar la inversión. El economista remarca que uno de los mejores desempeños de la actual Administración de izquierdas está en el manejo fiscal, a pesar de los cuestionamientos de la oposición al proyecto de Ley de Presupuestos 2025, presentado esta semana ante el Congreso, por su aumento del gasto público en un 2,7%. “Que la política fiscal sea levemente expansiva, no es algo que atenta contra la estabilidad macroeconómica”, dice a EL PAÍS.

De Gregorio no observa una “incoherencia” en aumentar el gasto, dado que existe una caída de los precios y los responsables de la política monetaria se encuentran en pleno ciclo de relajación de la tasa de interés clave. “Se logró estabilizar la deuda pública a niveles en torno a un 40% del PIB, luego de los gastos excesivos en el contexto de la pandemia. Este Gobierno ha tenido un desempeño fiscal comparable a los buenos años de desempeño fiscal en Chile”, apunta.

El economista, quien fue ministro de Economía del Gobierno del socialista Ricardo Lagos (2000-2006) y exmilitante del Partido Demócrata Cristiano, criticó con dureza a la generación política gobernante en un discurso en la FEN en noviembre de 2023, donde señaló que lo “tenían todo, y lo perdieron todo”, en alusión al fracaso del primer proceso constituyente y cómo tuvieron que incluir en sus filas a los políticos que cuestionaron en el pasado. “Hoy, el liderazgo en la coalición de Gobierno es la expresidenta Michelle Bachelet, que sería candidata por tercera vez [si es que acepta], y eso habla muy mal de la política”, plantea.

Pregunta. ¿Por qué Chile no logra superar el bajo crecimiento?

Respuesta. Chile tiene un problema de crecimiento serio. La explicación está en un conjunto de fenómenos, uno de ellos ocurrido en el mundo emergente, donde la primera fase de crecimiento nos muestra una economía que se estabiliza, abre al exterior, tiene una política fiscal responsable y buen manejo del sistema financiero. Todo eso –denominado reformas de primera generación– lo hicimos bien. Eso proporciona un primer impulso, pero la economía se empezó a agotar debido a debilidades estructurales y otras que impuso el progreso como asuntos regulatorios: permisos y otros trámites lentos. También están los procedimientos engorrosos o, en ocasiones, arbitrarios. De repente hay instituciones que toman decisiones inapelables.

P. ¿Como cuáles?

R. El Consejo de Monumentos Nacionales, por ejemplo, puede decidir que se deben hacer cierto número de perforaciones, lo que acarrea grandes costos porque se encontró o existe la posibilidad de que haya algo de patrimonio en el sitio que se hizo la intervención. Tampoco está claro que un museo quiera aceptar lo que se halló o tenga algún valor de estudio, y eso puede atrasar construcciones en uno o dos años. Tenemos una legislación que en su momento fue avanzada, se preocupó del patrimonio arqueológico y cultural del país. Pero es una norma de 1970.

P. Se necesita una reforma.

R. Totalmente. Está bien imponer costos al sector privado por cosas con un valor social importante, pero se debe entender cómo estamos valorando ese componente social, de patrimonio o de medio ambiente. Esto nos está restando competitividad en un mundo global, donde las empresas pueden decidir instalarse en muchos lugares más conveniente o con mejores posibilidades. Las empresas tampoco están buscando beneficios sobrenaturales, lo que interesa, sobre todo cuando hay inversión al largo plazo, es tener cierta certidumbre y costos razonables. Si la construcción de una vivienda social se atrasa porque fue encontrada una [antigua] punta de flecha, lo termina pagando la ciudadanía. En Chile tenemos una lista larga de instituciones, decisiones y procedimientos a seguir que dificultan la inversión. Hay una captura de grupos de interés sobre el Estado, ya sea para promover su propia actividad económica o ideología.

José de Gregorio decano de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad de Chile.SOFIA YANJARI

P. Recientemente se paralizó un proyecto de Colbún por dificultades con los permisos y Arauco decidió hacer una histórica inversión en Brasil y no en Chile. ¿Qué le dicen estos casos?

R. Son casos emblemáticos con distintas dimensiones. En Colbún se presenta un proyecto y le hacen observaciones para luego apelar a la misma oficina que lo rechazó. Es absurdo, no tiene ninguna explicación. Y el funcionario que decide esto acusa de arrogante a la empresa. Una persona así no debería tomar estas decisiones. En cambio, Arauco decide invertir en Brasil, donde son recibidos por el gobernador [de Mato Grosso do Sul, Eduardo Riedel]. Eso revela otro problema en Chile: un excesivo centralismo presupuestario que juega en contra.

P. ¿Qué tanto ha cambiado la mirada del Gobierno en lo económico?

R. Sin eufemismos, la mirada económica del Gobierno cambió mucho, particularmente la del presidente Boric. Él ha cambiado mucho, pero para bien. Esta Administración ha tenido un proceso de aprendizaje condensado, pero muy intenso. Ahora, tienen claro que los retiros de fondos de pensiones son una pésima política, aunque los apoyaron [como diputados] en el Gobierno anterior. También decían que Chile debía salirse de los tratados de libre comercio, que la estrategia de integración de los últimos 30 años fue un desastre, y resulta que firman el CTPP (Tratado Integral y Progresista de Asociación Transpacífico). Y, además, apoyan la responsabilidad fiscal.

P. ¿Y la visión sobre el crecimiento?

R. Cuando el actual Gobierno era oposición no enfatizaban en crecimiento, pero hoy en día se han dado cuenta que es fundamental para tener más recursos.

P. Según las encuestas, el próximo Gobierno puede ser de derecha.

R. Es altamente probable, aunque están haciendo empeño por no serlo. Tienen la mejor chance y si la pierden será responsabilidad de ellos.

P. Si la oposición llegara a La Moneda ¿qué opciones tienen de lograr un crecimiento del 4%?

R. Sebastián Piñera, siendo cercano al sector privado y el que mejor conocía el mundo de las empresas, prometió en su segundo mandato volver a crecer, pero no logró levantar a la economía de este letargo. Independiente del color político, el crecimiento en Chile se aplanó en la primera mitad de los 2010, lo cual incluye parte de los gobiernos de los presidentes Piñera y Bachelet. Nos podemos preguntar dónde están las fallas. Comparto que, en el Gobierno de Bachelet, que estuvo inspirado en buenas ideas, se hicieron malas políticas que también fueron afectando nuestra capacidad de crecer. Prometer volver a crecer es fácil, cumplir la promesa es muy difícil porque requiere un esfuerzo más fuerte a nivel nacional. No basta con poner discusiones de impuestos o más tradicionales si no pensamos en una reforma del Estado, en una gestión de organización del país.

P. El Gobierno de Boric impulsó varias reformas, pero las estructurales han fracasado hasta ahora. ¿Cuál cree que será su legado?

R. El Gobierno de Boric ha reordenado a un país que estaba muy desordenado, un desorden que en parte fue causado por ellos. El país llegó a altos niveles de confrontación, con dos procesos constitucionales complejos, pero Chile se ha estabilizado. Él entregará un país con problemas, pero estabilizado. Un legado importante sería tener una reforma de pensiones. Debería aprobarse. La discusión que existe es menor, pero se exacerba. El Gobierno ahora enfrenta una crisis debido al caso Audios, el tráfico de influencias. Tenemos un problema con la legitimidad del poder judicial. El presidente debería invitar a una comisión de expertos con pocos abogados, donde se cree un sistema con incentivos para tener a los mejores jueces y se minimice toda intervención extrajudicial. Es decir, de esta crisis el país sale herido, pero también puede salir fortalecido.

P. ¿Cómo se hace para conciliar acuerdos políticos?

R. La tradición es que los acuerdos se solucionan en la política, en el Congreso. Pero lo que han hecho los presidentes, en ocasiones anteriores, es convocar a un grupo de expertos, que nos ayuden a pensar en un diseño de un mejor sistema de selección y operación del sistema judicial. Eso sería un gran legado. De ahí vienen proyectos de ley. Pero tenemos periodos gubernamentales cortos, de cuatro años, y a éste le queda poco.

P. ¿Ese limitado tiempo hace difícil un acuerdo?

R. Se ve difícil, porque además se comienza a pensar en las próximas elecciones y hay menos incentivos de colaboración, ya lo estamos viendo.

P. ¿Se refiere a las acusaciones constitucionales en contra del presidente (fallida) y de la ministra del Interior, Carolina Tohá?

R. Cuando se llega a la decisión febril de avisar una acusación constitucional al presidente, está relativamente mal. Todo lo que envuelve la discusión de lo que está pasando afecta las confianzas.


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