Pensiones: la deuda de Chile con las y los trabajadores

Sin seguro social las jubilaciones no subirán hasta en 30 años más. La oposición no se puede dar el lujo de seguir alimentando ese descontento, rechazando una y otra vez una reforma de pensiones

Personas se manifiestan por mejores condiciones laborales, el 1 de mayo de 2018 en Santiago.Pablo Rojas Madariaga (Getty Images)

Este 1° de mayo, las y los trabajadores vuelven a salir a las calles, con más unidad, y la misma fuerza de siempre para que el trabajo decente sea una realidad.

Es indudable que este Gobierno ha avanzado en materia laboral: se logró un aumento histórico del sueldo mínimo, que en dos meses llegará a $500 mil pesos (unos 520 dólares); la reducción progresiva de la jornada laboral a 40 horas; la promulgación de la Ley Karin, que aborda el acos...

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Este 1° de mayo, las y los trabajadores vuelven a salir a las calles, con más unidad, y la misma fuerza de siempre para que el trabajo decente sea una realidad.

Es indudable que este Gobierno ha avanzado en materia laboral: se logró un aumento histórico del sueldo mínimo, que en dos meses llegará a $500 mil pesos (unos 520 dólares); la reducción progresiva de la jornada laboral a 40 horas; la promulgación de la Ley Karin, que aborda el acoso laboral, sexual y la violencia en el trabajo; además de la ratificación del Convenio 190 de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), que reconoce el derecho a un ambiente de trabajo libre de violencia y acoso.

Vale recordar lo logrado cuando, a ratos, todo se tiñe por el obstruccionismo de algunos, guiados por mezquinos, pero poderosos intereses. Cuando escuchamos al diputado de la UDI, Guillermo Ramírez, decir que el mecanismo de reparto es “incorporar cáncer” al sistema de pensiones, evidenciamos que su objetivo es frenar los cambios, imponer el miedo y mentirle a la ciudadanía sobre el verdadero espíritu de la Reforma de Pensiones. De propuesta, poco. Su rechazo no considera alternativas, mientras la principal queja de la ciudadanía a los políticos es que no somos capaces de ponernos de acuerdo para aportar a la vida de las personas.

Coincidimos con el Presidente Boric cuando señala que no se trata de majadería sino de urgencia. Hoy lo que necesitan las familias son certezas, para poder darlas debemos ser capaces de llevar esta reforma a buen puerto, y atender a lo único que está claro: la necesidad de una mejor calidad de vida para las personas, y eso se logra, en parte, mejorando las pensiones.

Durante cuarenta años han obligado a las y los chilenos a cotizar en un sistema que ha resultado ser una estafa: según la Superintendencia de Pensiones, los nuevos pensionados a marzo de 2024 no llegan a recibir 100 mil pesos de jubilación, cuando se nos prometió jubilarnos con el 100% de nuestro sueldo. El 96% de las mujeres jubiladas en el último año tienen una pensión menor al sueldo mínimo, la mitad de ellas reciben una pensión autofinanciada de 40 mil pesos. Necesitamos un sistema mixto, con un seguro social que termine con esta realidad que no resiste más.

En este contexto, parece no solo necesaria sino que urgente, la fuerza movilizadora y organizada de las y los trabajadores. De quienes viven en carne propia el temor a jubilar por la incertidumbre de no saber si llegan a fin de mes. Quienes viven el temor de ver a sus padres, madres, familiares y cercanos envejecer, sin que se les retribuya dignamente todos sus años de trabajo. Y es con ellas y ellos, junto a los sindicatos, con quienes tendremos que sacar adelante esta y otras reformas, como la negociación ramal y multinivel, compromisos del presidente Gabriel Boric, para influir de una manera más equilibrada en sus condiciones laborales y de vida.

Seamos claros; sin seguro social las jubilaciones no subirán hasta en 30 años más. La oposición no se puede dar el lujo de seguir alimentando ese descontento, rechazando una y otra vez una Reforma de Pensiones que es justa, equilibrada y busca subir las jubilaciones a las y los trabajadores actuales y futuros.

Estamos llamados a construir un país donde valga la pena levantarse a trabajar cada día, porque dignifica, porque así aportamos a Chile y porque nos permite construir una historia propia, que unida con otras, construyen la historia de la Patria que anhelamos.

Por cierto, en esta construcción juega un rol fundamental el gran empresariado, el que está llamado a colaborar, para poder avanzar en los anhelos de justicia e igualdad social, que es el objetivo de esta reforma. La aplicación de las 40 horas laborales, sin letra chica, subir los sueldos, como las trabajadoras y trabajadores merecen, y avanzar en conjunto para que el desarrollo nacional y los frutos del crecimiento económico sean para todas y todos. Si queremos evitar una crisis, nunca más podemos poner los problemas que le importan a la gente debajo de la alfombra.

Este primero de mayo, las trabajadoras y trabajadores de Chile salen a marchar por un trabajo digno, con justa remuneración, condiciones y retribución. Hagámonos cargo hoy para vivir mejor mañana, en esta mesa caben todas y todos.

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