¿Peso Pluma contracultural? Reflexión respecto a su visita (aún incierta) a Chile

En los corridos bélicos hay un poco de cultura empresarial ultraliberal, machismo duro, valoración de las armas y la violencia y mucho de cultura de consumo

Peso Pluma en Ciudad de México, el pasado 11 de noviembre.Aurea Del Rosario (AP)

Hace tres semanas escribí en Chile una columna que ha despertado toda clase de respuestas. Señalé que Peso Pluma está invitado al principal evento de Chile, el Festival de Viña del Mar. Y creo que esa invitación y ese contrato debe ser revertido, que Peso Pluma no se debe presentar. Creo que es relevante señalar la razón de mi juicio y responder a ...

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Hace tres semanas escribí en Chile una columna que ha despertado toda clase de respuestas. Señalé que Peso Pluma está invitado al principal evento de Chile, el Festival de Viña del Mar. Y creo que esa invitación y ese contrato debe ser revertido, que Peso Pluma no se debe presentar. Creo que es relevante señalar la razón de mi juicio y responder a la columnista Dahlia de la Cerda, quien gastó 4.000 palabras en decir que Peso Pluma debe ser defendido porque es la voz de los jóvenes, que las críticas a él son críticas de clase (alta), que mi propuesta es la típica prohibición a un movimiento artístico contracultural, que si se prohíbe a Peso Pluma habrá que prohibir a García Márquez (casi me caigo de la silla al leer esto, agrego yo), que los corridos narcos son historias de superación personal, que son cantos rebeldes contra el Estado.

Pretendo dar antecedentes suficientes para desacreditar todas estas críticas. Y por cierto, para dejar en claro que Dahlia no se leyó lo que publiqué, porque ataca una medida que no es la propuesta. Me ha parecido importante (asunto no obvio) abordar las banalidades establecidas en la columna referida.

Explicaré lo más brevemente que pueda que la argumentación sobre el carácter contracultural de la obra de Peso Pluma es absurdo. Y me haré cargo de la problemática de las esperanzas incumplidas y del Estado como problema u oportunidad.

Comencemos el camino de la respuesta.

Primero: el argumento original de mi columna del 8 de enero de 2024.

Un movimiento cultural se basa en una prolífica generación de contenidos cuyos valores son disidentes respecto a la cultura dominante. Así ocurrió con el punk o con el movimiento hippie. El movimiento punk denostaba la sociedad de masas, el movimiento hippie quería el fin de la guerra y de la sociedad de clases. El feminismo es contracultural, pues quiere combatir el patriarcado. El movimiento obrero era contracultural, pues discutía la forma de leer la legitimidad del éxito económico.

¿Qué tiene de contracultural la cultura narco?

La cultura narco acepta todos los valores de la sociedad actual, la del siglo XXI. Vivimos en una época que asume que el poder está en el dinero, que ama los procesos disruptivos, que cree en el éxito rápido, en la vida de placer y frenesí, que valora el hedonismo, que más allá de los remilgos sigue creyendo que la mujer es un objeto sexual, que el consumo es la mejor forma de integrarse en la sociedad, que la riqueza es el principal poder. Y además está de moda tener un discurso crítico a las instituciones y al Estado. También ha crecido mucho la idea de que los individuos son responsables de su destino y si no logran hacerse cargo, el Estado no tiene razón para estar allí. Es darwinismo social en su práctica cotidiana, lo que significa que son los valores dominantes. Esto es lo que dice nuestra sociedad. ¿Y qué dice la narcocultura? ¿Qué dicen los corridos bélicos?

  1. El dinero es el poder.
  2. El dinero es lo más valioso.
  3. Con el dinero se compran mujeres.
  4. Con el dinero se cambian voluntades.
  5. El dinero se obtiene con la droga.
  6. Con dinero se accede a automóviles de lujo (se nombran marcas).
  7. Con dinero se accede a vestuario de lujo (se nombran marcas).
  8. Con dinero se accede a joyas de lujo.
  9. El otro es tu competencia.
  10. La prohibición es solo una sugerencia.
  11. El riesgo es emocionante.
  12. El placer es emocionante.
  13. Nada es más importante que una vida emocionante.
  14. Los jóvenes son prescindibles.
  15. La muerte temprana no es problema si viviste intensamente.

Lo que se ve allí es exactamente lo mismo que dice nuestra sociedad. Hay un poco de cultura empresarial ultraliberal (anarcocapitalista), otra parte de machismo duro, otra parte de valoración de las armas y la violencia, mucho de cultura de consumo, mucha ideología fantasiosa sobre el ascenso social y culto al dinero.

¿Cuál es la parte contracultural de todo esto?

Dahlia no puede explicarlo en sus 4.000 palabras. Solo confunde contracultural con ilegal. Y es solo porque le gusta y le hace sentido. Y dice que si eso le hace sentido a los jóvenes hay que escucharlos. ¡Pero claro que hay que escucharlos! Claro que los Estados deben comprender qué pasó con el diseño rural y urbano en las zonas que fueron lentamente primero y luego rápidamente penetradas por el narco. Pero escucharlos no es aplaudirlos. Lo que se ha abierto es una conversación que, te prometo Dahlia, que vale mucho la pena. Los jóvenes deben reflexionar sobre lo siguiente. ¿Cuáles son los cinco problemas fundamentales de la industria del narco?

  1. Transportar la droga.
  2. Lavar el dinero ganado ilegalmente.
  3. Evitar las filtraciones de información a fiscalías, policías u otros entes estatales.
  4. Obtener jóvenes para trabajos de altísimo riesgo.
  5. Reducir el poder del Estado para que éste deba actuar de manera limitada o timorata.

El narcotráfico es un tipo de empresa que trabaja en un área de alto riesgo y que debe resolver estos problemas principales.

Para transportar la droga usa a jóvenes. Pero esos jóvenes, de ser detenidos, se convierten en un problema, pues pueden entregar información relevante. Entonces los jóvenes son indispensables, pero solo de dos maneras: muy motivados y arriesgados (muy vivos) o muy silenciosos y callados (muy muertos). El narcotráfico necesita negocios donde lavar dinero. Y se necesita que el Estado sea lo menos poderoso posible, lo más inerme, lo más deslegitimado, lo más desfinanciado.

Lo cuento en simple. Los narcocorridos son funcionales en todos los puntos a esta industria.

  1. Permiten motivar a jóvenes a unirse a esta industria de riesgo.
  2. Glorifican y ponen de moda el transporte de la droga.
  3. La industria musical es usada para lavar dinero del narcotráfico.
  4. Los jóvenes aprenden que no hay limbo (no hay cárcel), que solo hay dos estados de la materia: la vida libre y la muerte bélica.
  5. Las canciones atacan la valía del Estado y apoyan un ciclo de deslegitimación (basado por cierto en fallas reales de los Estados) que permite un actuar más impune.

Y son más funcionales aún porque resuelven el problema de recursos humanos del cártel al mantener la moral de la tropa; y además al ser masivos sirven para presentar drogas nuevas (es decir, es una herramienta publicitaria).

Todavía no veo lo contracultural.

La cultura narco quiere más guerra, más muertos jóvenes (los necesita, no le sirven heridos o presos) y el funcionamiento laboral de un cartel es algo muy cercano a la esclavitud.

Los movimientos contraculturales fueron fundamentalmente movimiento en favor de la libertad. ¿Qué libertad se obtiene ingresando al mundo del narcotráfico?

El movimiento cultural del narco es completamente mainstream, completamente afín a la cultura dominante. En lo que está en contra es de un Estado eficaz para detenerlos, pero además necesita que la droga esté prohibida, pero que en la práctica no lo esté. Y necesita una sociedad que respecto a este tema se desentienda, deje pasar el asunto, asuma que el Estado deberá procurar una solución sin colaboración del resto.

Termino explicando lo que dije en mi primera columna.

El Festival de Viña del Mar es el festival musical latinoamericano de mayor impacto global. Y la propiedad de festival es del Estado de Chile, a través de la Municipalidad de Viña del Mar, entidad que concesiona este evento a la transmisión televisiva. Los concesionarios han decidido que el artista estrella del festival debía ser Peso Pluma. Su enorme éxito lo precede, sin duda. Pero hay un problema, que es el que planteé en la columna original: el Festival de Viña del Mar, he señalado, es del Estado. En el año 2023 Chile oficializó la necesidad de un esfuerzo por aumentar el presupuesto de seguridad en un monto sin precedentes. Pues bien, ¿cómo es posible que el Estado luche contra el narcotráfico aumentando su gasto público de manera relevante y que, al mismo tiempo, invite a un artista que hace apología al narcotráfico? Y es que más allá de las historias y rumores sobre Peso Pluma, hay asuntos claros: un importante porcentaje de las canciones de Peso Pluma ejecutan una clara reivindicación del estilo de vida de los soldados del narcotráfico, plantea sus beneficios, juzga y evalúa sin miramientos a favor e incluso ha hecho homenajes concretos en sus letras y presentaciones a un narcotraficante en particular. Lo demás son rumores y no me hago cargo, aunque son rumores de tal relevancia que debieran motivarnos a exigir que al menos el artista los desmienta. Pero lo que no puede pasar es que alguien use recursos públicos para fomentar la cultura narco. Y es que el Estado no puede asumir el mandato de hacer una cosa y su contraria a la vez. No puede combatir el narcotráfico y fomentarlo. Este no es un problema teórico. El 4 de octubre de 2022 en este periódico se publicó la siguiente noticia: “El Chapo volvió durante unos minutos a Culiacán (allí tuvo residencia) y se desató la polémica. El cantante mexicano Peso Pluma (…) proyectó una imagen del narcotraficante Joaquín El Chapo Guzmán durante su actuación en el 8 Music Fest, un festival que forma parte de las celebraciones del 491 aniversario del Ayuntamiento de Culiacán, un municipio del Estado de Sinaloa, el pasado 1 de octubre”.

Así es, la imagen del Chapo Guzmán fue proyectada por Peso Pluma mientras cantaba “Siempre Pendientes” (en referencia al trabajo de los soldados). Es cierto que los jóvenes se han criado con esta épica, la del mundo narco. Y es que vivimos en una época donde el éxito económico es todo. Al Chapo Guzmán le decían también el 701 en referencia a la aparición en ese lugar en el ranking de Forbes. ¿Hay algo más decadente y a la vez procultural que eso? El narcotraficante quiere aparecer en Forbes. Pues bien, esto es lo que dice la cultura del narcotráfico. Con todo respeto, ¿de verdad podemos decir que es contracultural un narcocorrido?

La narcocultura no es contracultura. Es una impugnación al Estado en nombre de los valores de la sociedad de consumo.

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