Chile, tenemos que hablar

La crisis de seguridad ha hecho que todos se sientan víctimas. La gente dice que es un asunto que afecta profundamente su día a día

Un carabinero hace guardia en una calle en el barrio de Yungay, en Santiago (Chile).Tamara Merino (Bloomberg)

[Esta pieza es una versión de uno de los envíos de la newsletter semanal de Chile, que se envía todos los miércoles. Si quiere suscribirse, puede hacerlo a través de este enlace].

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Una de las frases que quedó grabada en la retina de los chilenos cuando se produjo el estallido social en 2019 fue la del entonces presidente Sebastián Piñera: “No lo vi venir”. La dijo en una entrevista a la Cadena Ser y luego otras autoridades se adhirieron a ella, quedando como emblema de l...

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Hola queridos lectores,

Una de las frases que quedó grabada en la retina de los chilenos cuando se produjo el estallido social en 2019 fue la del entonces presidente Sebastián Piñera: “No lo vi venir”. La dijo en una entrevista a la Cadena Ser y luego otras autoridades se adhirieron a ella, quedando como emblema de la desconexión de la clase política con el malestar ciudadano. La academia y los medios también hicieron su mea culpa. En ese contexto, surgió Tenemos que hablar de Chile, una plataforma al alero de la Universidad Católica y la Universidad de Chile para tomarle el pulso al sentir de los pobladores de norte a sur. Con el objetivo de lograr conclusiones más profundas, los encargados del estudio no hacen encuestas sino que conversan durante una hora y media con cada participante. En la última edición, que me tocó cubrir esta semana, hablaron con 8.000 chilenos de distintas edades, territorios, niveles socioeconómicos y educativos. Lo que descubrieron no pinta bien.

En una conversación con Hernán Hochschild, director ejecutivo de Tenemos que Hablar de Chile, me explicaba que después del estallido social, que estuvo fuertemente marcado por episodios de violencia, los chilenos tenían una serie de preocupaciones, entre las que figuraba la educación, la salud y la seguridad, entre otras. Hoy hay un consenso transversal en la sociedad sobre que la seguridad es el principal problema que enfrenta el país. Incluso para los jóvenes. Cuatro años atrás, muchos de los consultados para el estudio identificaban preocupaciones que no necesariamente les afectaba a ellos, sino que veían que eran un tema país y creían que debía haber mejoras como las pensiones, por ejemplo. Eso cambió. La crisis de seguridad ha hecho que todos se sientan víctimas. La gente dice que es un asunto que afecta profundamente su día a día.

Como decía en su columna el investigador Rodrigo Pérez de Arce: Chile tiene miedo. El miedo a ser víctima de un delito está en un 30,5%, la cifra más elevada desde que el Índice de Paz Ciudadana comenzó su registro 23 años atrás. Y es que los homicidios o las nuevas formas de delincuencia, como los secuestros extorsivos, tienen capturado el nervio de la sociedad y de los noticiarios. Las cifras entregadas por el Gobierno de Boric arrojan que los homicidios cayeron un 9,4% en 2023 respecto al año anterior, pero los avances informados por el Ejecutivo no han logrado tranquilizar a la gente.

La muerte de Anahí Monserrat Espíndola, de 22 años, cuya desaparición y hallazgo lo contó Sebastián Dote en esta crónica, o la presencia de la organización criminal venezolana el Tren de Aragua, que Ana María Sanhueza ha seguido y que esta semana ha informado sobre los preparativos del juicio oral contra 44 integrantes del clan, reflejan el complejo panorama en materia de seguridad. En ese escenario, solo un 11% de los chilenos cree que este 2024 estará más tranquilo que el año anterior y un 51,8% tiene ideas negativas al respecto, según el estudio de Tenemos que Hablar de Chile.

Otras historias

Gracias por recibirnos en su buzón. Aquí, más abajo, les dejamos las mejores piezas periodísticas de la semana trabajadas desde la redacción de EL PAÍS en Chile.

  • La ensayista y crítica literaria Adriana Valdés, de 80 años, me recibió en su piso en Providencia donde pasamos una tarde conversando sobre literatura, su familia y el vínculo de la sociedad con el lenguaje. Para ella, estamos “todos hablando como delincuentes” y ahora ya “no tiene prestigio ser una persona educada”.
  • Las hermanas de los chilenos Guillermo y Natalia Améstica, detenidos en Venezuela por el crimen del rapero Canserbero, se reunieron con Ana María Sanhueza para contarles su versión del caso que durante casi nueve años fue catalogado como homicidio-suicidio.
  • El acuerdo entre la empresa estatal Codelco y SQM para explotar un yacimiento en Atacama sienta las bases del desarrollo de esta pujante industria minera en Chile. Antonieta de la Fuente desarrolla en este artículo qué significa para el país el pacto público-privado.
  • Uno de los temas que han marcado estos días de verano ha sido la participación del artista mexicano Peso Pluma en el Festival de Viña del Mar. Su contratación abrió un debate sobre si es adecuado dar tribuna a un cantante que hace apología de la narcocultura, independiente de su éxito, cuando el país está luchando contra el crimen organizado.

Muchas gracias queridos lectores. En una semana más, estaremos nuevamente en sus buzones.

Un abrazo.

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