Marcelino condenó a Chile con su dedo índice

Chile perdió categóricamente frente a Venezuela merced a sus propios errores. Nuñez, el volante del Norwich, dejó a ‘la Roja’ con 10 hombres en un momento clave al encarar al árbitro de manera impropia e inexplicable

Wilker Ángel y Marcelino Núñez disputan un balón, el 17 de octubre en Maturín (Venezuela).Miguel Gutiérrez (EFE)

Hay dos cosas que los hinchas chilenos no pudieron comprender tras la lapidaria derrota por tres a cero frente a Venezuela. La primera es por qué el siempre eficiente Paulo Díaz –defensor de River Plate– suele cometer errores que comprometen a la selección. Su inocente cesión de balón fue el mejor regalo que pudo recibir la Vinotinto, que gracias al gol de Soteldo se fue en ventaja a los vestuarios.

Aún más incomprensible resultó la impresentable y absur...

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Hay dos cosas que los hinchas chilenos no pudieron comprender tras la lapidaria derrota por tres a cero frente a Venezuela. La primera es por qué el siempre eficiente Paulo Díaz –defensor de River Plate– suele cometer errores que comprometen a la selección. Su inocente cesión de balón fue el mejor regalo que pudo recibir la Vinotinto, que gracias al gol de Soteldo se fue en ventaja a los vestuarios.

Aún más incomprensible resultó la impresentable y absurda acción de Marcelino Nuñez, el siempre risueño volante del Norwich, que tratando de encarar al juez del encuentro, el brasileño De Souza, le tocó tres veces con su dedo índice el pecho hasta recibir la tarjeta roja, provocando la inferioridad numérica de un Chile que ya no podía sostener la presión llanera.

El triunfo convirtió a Venezuela en una fiesta, porque es su mejor inicio clasificatorio no sólo en los puntos, sino en el juego. Le empató a Brasil como visitante y convirtió a Maturín, en la zona de Monagas, en un reducto inexpugnable. El ejercicio de Fernando Bocha Batista en el banco ha significado el crecimiento de la única selección sudamericana que no ha clasificado a una Copa del Mundo y que ahora se permite soñar a costa de un rival que tenía inmensa superioridad histórica.

Yordan Osorio festeja con los aficionados al final del partido.Miguel Gutiérrez (EFE)

Para Chile renacen las dudas sobre Eduardo Berizzo, el entrenador discípulo de Marcelo Bielsa que ha sido incapaz de darle una línea de juego al equipo, y que otra vez mostró fragilidades defensivas, problemas de ordenamiento en el mediocampo y una notoria falta de peso ofensivo. El cordobés, además, forzó físicamente a Arturo Vidal hasta dejarlo al margen de esta fecha doble por lesión y ha apostado por figuras históricas como Gary Medel o Charles Aránguiz que juegan sólo con la fuerza de su nostalgia.

Mientras en las calles de Santiago la numerosa colectividad venezolana se desbordaba, el trámite del partido reflotaba la maldición que persigue a la selección chilena, que suele recibir goles de los jugadores llaneros que han jugado en el país. Desde Dioni Guerra, pasando por Giancarlo Maldonado, Rómulo Otero, Luis del Pino Mago y ahora Jefferson Soteldo iniciaron sus carreras en Chile para luego saltar a la selección. Soteldo, el jugador del Santos, fue la gran figura de la victoria, anotando un gol y otorgando dos habilitaciones.

En medio de la fiesta desatada en Maturín, una constatación se hizo evidente en la Roja: no hay estilo ni individualidades para convertirse en protagonista, y el vuelo hacia el mundial del 2026 será rasante, tratando de aferrarse a las nuevas plazas que la FIFA a otorgado al continente. Y teniendo en claro que los brillos del pasado ya se esfumaron, esta vez por culpa del dedo índice de Marcelino.

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