La ciudad en 100 palabras: un millón de cuentos escritos por habitantes tejen la identidad de distintos rincones del mundo
El concurso literario creado en 2001 por la fundación chilena Plagio conquista nuevos territorios. “Te permite ver cómo se va construyendo una identidad que es móvil”, explica Carmen García, directora ejecutiva de la organización
Los habitantes de Santiago de Chile recibieron una invitación a principios del milenio: escribir un cuento inédito en menos de 100 palabras sobre la ciudad. Miles de niños, jóvenes y adultos mayores echaron mano de la imaginación para relatar su percepción del territorio, sus preocupaciones y sus anhelos desde distintos rincones de la capital. Los textos ganadores se pudieron leer en los muros de distintas estaciones del transporte subterráneo, ...
Los habitantes de Santiago de Chile recibieron una invitación a principios del milenio: escribir un cuento inédito en menos de 100 palabras sobre la ciudad. Miles de niños, jóvenes y adultos mayores echaron mano de la imaginación para relatar su percepción del territorio, sus preocupaciones y sus anhelos desde distintos rincones de la capital. Los textos ganadores se pudieron leer en los muros de distintas estaciones del transporte subterráneo, acercando a los transeúntes a la lectura y a íntimas miradas de la sociedad. Desde entonces, la iniciativa creativa de la Fundación Plagio se ha exportado a otras ciudades del país sudamericano, de la región y de Europa, construyendo una bitácora colectiva con cerca de un millón de cuentos.
Mientras en la norteña ciudad chilena de Antofagasta suelen escribir sobre la migración -chilenos y extranjeros-, en la austral Magallanes el paisaje marca los relatos, algo similar a lo que ocurre en la colombiana Medellín y la húngara Budapest. En Santiago de Chile, donde el concurso lleva más ediciones, las temáticas han ido cambiando. “Pre estallido social de 2019 notamos un pulso más violento, una energía diferente. En esta versión 2023, los problemas de acceso a la vivienda fueron la preocupación más presente”, apunta la escritora Carmen García, directora ejecutiva de la Fundación Plagio, en un café en el tradicional municipio de Providencia, en la zona oriente de la capital chilena. “A medida que van pasando los años, los participantes pasan de escribir sobre los hitos de la ciudad a historias más íntimas, lo que es muy bonito y también es ciudad”, añade.
Ahí está el agudo y metálico sonar del cuchillo mientras lo obligan a arrastrarse servil sobre el esmeril giratorio, después de que el silbido monótono e insistente del afilador de cuchillos ha dejado de rebotar sobre las fachadas cansadas de la cuadra. El cuento es de María Loreto Passalacqua, de 33 años, del popular municipio de Puente Alto, del sur de la capital. Es el segundo lugar del Santiago 100 Palabras, publicado la semana pasada.
“Uno tiene acceso a grandes relatos, los libros de historia, la prensa… pero tomarle el pulso a las ciudades y a las sociedades es algo que no existe como tal y con esta iniciativa que incluye personas de todas las edades es bien único. Te permite ver cómo se va tejiendo una identidad que es móvil”, afirma García, quien adelanta que están trabajando con la Universidad Diego Portales (UDP) para hacer un cruce entre las temáticas y los perfiles de los participantes para hacer una radiografía sociológica.
Los niños, apunta la escritora, son los más imaginativos, lúdicos y aprietan la tecla del humor en sus relatos. En los jóvenes, los que más participan, aparece la angustia, las inseguridades, el bullying. Los adultos mayores, por su parte, escriben desde la memoria; la vida y la ciudad que fue. “La sensación de soledad es propia de las grandes ciudades en los distintos países. En los que se hace más evidente es en los adultos mayores”, sostiene García, socióloga de profesión, que ideó la iniciativa con la intención de unir su área de estudio con la literatura. En 2019, relata García, Metro no siguió auspiciándolos y los relatos, por lo tanto, ya no se ven bajo tierra, pero sí en los paraderos de buses gracias al apoyo de JCDecaux, una empresa de publicidad en la vía pública.
Ahí está el agudo y metálico sonar del cuchillo mientras lo obligan a arrastrarse servil sobre el esmeril giratorio, después de que el silbido monótono e insistente del afilador de cuchillos ha dejado de rebotar sobre las fachadas cansadas de la cuadra. El cuento Talento olvidado de Enrique Fernández Tello, de 75 años, de Providencia, obtuvo el premio Talento Mayor. Fue una de los más de 57.000 habitantes que participó en la vigésimo segunda edición de Santiago 100 Palabras.
Santiago fue la ciudad invitada de honor en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires celebrada en abril. Como agradecimiento, la gobernación de la capital chilena le regaló a su homóloga argentina una edición de Buenos Aires en 100 palabras organizado por la Fundación Plagio. Ya finalizó la convocatoria, pero aún no se dan a conocer los ganadores. García, que ya ha leído los relatos, afirma que le “sobrecogió” el profundo amor a la ciudad. “Muy de poner en valor lo que tienen. Muy argentino. También la soledad de los adultos mayores”, afirma. La idea ahora es lograr alianzas para instalar el concurso. La Fundación Plagio está en conversaciones con el Gobierno de la ciudad, el Festival Internacional de Literatura de Buenos Aires (FilBA) y el Mundial de escritura.
El presupuesto, la gestión territorial, las alianzas con instituciones y con medios de comunicación para difundir la convocatoria y la difusión de los ganadores son “una suma de improbabilidades para que nazca un nuevo 100 palabras” en otras ciudades, dice García. En algunas ciudades, como Boston, se hace una pequeña convocatoria, lo que facilita su implementación. En otras, como Bogotá, la Cámara del Libro y el municipio hacen de contraparte de la Fundación Plagio. El principal esfuerzo se concentra en incentivar a los escolares a participar cuando las proyecciones arrojan que cuatro de cada cinco estudiantes de sexto grado en América Latina y el Caribe no alcanzarán el nivel mínimo de comprensión lectora producto de la pandemia, según un informe del Banco Mundial y UNICEF, en colaboración con la UNESCO.