¿Por qué Santiago todavía tiene agua potable?
Estrategias de abastecimiento y resiliencia hídrica, inversiones en adaptación, cobertura nival en Los Andes y la construcción de megaestanques explican el abastecimiento de agua potable en la capital chilena
Más de 20 días con temperaturas sobre los 110 grados Fahrenheit (°F) en Arizona (Estados Unidos), incendios forestales en Grecia con devastadoras consecuencias, Francia y Roma con alertas rojas por sus altas temperaturas, al igual que China que ha sobrepasado 50 grados Celsius (°C). Es la arrasadora ola de calor que hoy vive el hemisferio norte producto del cambio climático.
Nuestra zona del globo también se ha visto afectada. Según un estudio realizado por Lancet Countdown y llamado Confíe en la ciencia, en Sudamérica las muertes relacionadas con el calor se han incrementado en 160% entre los años 2017 y 2021, con relación al período que va del año 2000 al 2004, y que el aumento de temperaturas ha generado largas sequías.
De los países latinoamericanos, Chile es uno de los más afectados por el cambio climático, con 14 años de sequía. Cifras entregadas el año pasado por la Dirección Metropolitana de Chile, señalaban que la Zona Centro, Sur y Austral, evidenciaron una disminución de las precipitaciones, promediando a nivel nacional una caída de 26 milímetros por década.
En la Zona Centro, una de las ciudades más perjudicadas por la escasez de lluvia ha sido la Región Metropolitana, que además ha enfrentado eventos climáticos como el Fenómeno del Niño y Río Atmosférico, poniendo a prueba a las empresas de servicio de agua potable y enfrentándonos al kafkiano escenario de quedarnos sin agua como hoy lo vive Montevideo (Uruguay).
Sin embargo, la capital sigue con agua potable y la pregunta es ¿por qué? Al respecto, Juan Eduardo Saldivia, abogado y ex superintendente de Servicios Sanitarios sostiene que hay dos obras fundamentales ejecutadas en los últimos años que han favorecido el actual escenario. “La primera, Los pozos de Cerro Negro – Lo Mena que comprenden 14 pozos de extracción de aguas subterráneas de 300 metros de profundidad y que aportan un caudal de 1.500 litros por segundo a la red, mejorando de manera considerable la seguridad de abastecimiento; y la segunda, los megaestanques de Pirque que permiten reservar agua para el caso de los eventos de turbiedad extrema que se han presentado en los últimos años en los ríos Mapocho y Maipo como consecuencia de la lluvia en altura. Estos permiten abastecer a la ciudad por 37 horas si es que es necesario detener las plantas potabilizadoras”.
Para Lorena Schmitt, presidenta de Asociación Nacional de Empresas de Servicios Sanitarios A.G (Andess), una de las razones por las que seguimos contando con agua potable es que Chile se ha anticipado a los escenarios. “El 40% de las inversiones de los últimos diez años del sector fueron destinadas específicamente para la adaptación al cambio climático, es decir, más de mil seiscientos millones de dólares. A su vez, en los próximos 20 años se destinarán otros dos mil trescientos millones de dólares. Entre estas obras se encuentran la megatubería reversible Los Aromos- Concón; la ampliación de la Planta Desaladora Norte de Antofagasta; la implementación de nuevas tecnologías para el tratamiento de agua potable en el Maule; los megaestanques de Pirque y Pozos de Cerro Negro, que han permitido alcanzar las 37 las horas de autonomía con que cuenta la ciudad frente a fenómenos climáticos que impiden la adecuada producción de agua potable; la gestión integrada de cuencas; la infiltración artificial de acuíferos; y el reúso de aguas servidas tratadas para riego y usos industriales”.
Por otra parte, las empresas de servicios ambientales también han debido desarrollar planes a largo plazo para poder sortear la sequía y otros fenómenos climáticos. Según datos que aparecen en la página web y en el reporte integrado de la compañía Aguas Andinas, en los últimos cinco años la empresa ha invertido 250 millones de dólares (mdd) en obras para enfrentar el cambio climático, mientras se proyectan otros 330 mdd para el mismo período de tiempo a futuro.
En lo que respecta a obras de resiliencia para enfrentar escenarios de extrema turbiedad y otros que afectan la normal producción de agua potable, la compañía manifiesta en su web que ha trabajado en un completo plan -desde hace más de una década-, el que permitió aumentar la autonomía de la ciudad desde las cuatro horas que contaba en 2011 hasta las 37 con que se cuenta hoy en día.
Medidas para un futuro sostenible del agua
La noticia sobre el corte definitivo de agua potable en Montevideo (Uruguay) ha generado preocupación en la población latinoamericana y un debate intenso en noticieros y redes sociales. Esto, porque es una realidad cercana que podría agudizarse para el resto del continente con el cambio climático.
Sobre qué hacer para no vivir una crisis así en la capital, Juan Eduardo Saldivia sostiene que todo dependerá de la planificación, la política pública para el sector y la visión de largo plazo que seamos capaces de generar. “La mayoría de las ciudades tienen reservas de agua para ocho o nueve horas en caso de grandes crecidas. Eso no ha cambiado en los últimos 30 años. Pero volviendo a Santiago, si se sigue invirtiendo en capacidad, si avanzamos en reutilización, si se introducen sistemas de desincentivos a los grandes consumos y, por consiguiente, si se cambian las conductas no deberíamos quedarnos sin agua potable”.
Para el abogado, otro tema crucial para proteger a la población de las consecuencias del cambio climático es la actualización de la normativa vigente. “La Ley Marco del Cambio Climático establece que deben desarrollarse varios planes sectoriales de mitigación, entre ellos, el de Recursos Hídricos. La autoridad ha informado recientemente que dicho plan estará listo en 2024. Uno debe suponer que dicho plan incluirá, entre otras cosas, que otras ciudades de Chile deberán desarrollar infraestructura para tener reservas de agua para enfrentar crecidas y turbiedades en los ríos. Hoy la única ciudad que tiene capacidad de reserva para 37 horas es Santiago. La mayoría de las otras ciudades solo tiene capacidad para ocho o nueve horas”.
Al respecto, Raúl Cordero manifiesta que “Dado que las cuencas del Mapocho y Maipo tienen una capacidad de embalsamiento limitada, es probable que, en el futuro próximo, asegurar el abastecimiento de agua potable de las grandes ciudades de la zona central de Chile requiera plantas de desalinización. Los chilenos no sean ajenos a este tipo de soluciones. Desde hace décadas el agua potable en las regiones del norte del país es agua desalinizada”.
El experto agrega, además, sobre las políticas de concientización a la población, que: “Existen otras herramientas de política pública para estimular el uso eficiente del agua y estos incluyen una tarificación diferenciada asociada a volúmenes de consumo. El que consume más debe pagar un elevado sobreprecio”.
En Uruguay es tiempo de mea culpa ante la crisis del agua. El expresidente Pepe Mujica ha señalado en la prensa internacional que “tendrían que haber arrancado antes” y que comparte responsabilidades con gobiernos anteriores por no invertir en infraestructura. Sobre ello, Saldivia sostiene que: “El expresidente Mujica dijo que todos fallaron. Lo que uno ve desde afuera es que no se hicieron inversiones de manera oportuna. La clave de Chile ha sido separar la gestión del servicio de la regulación y la fiscalización que de él se hace. Cuando el prestador y el regulador están bajo una misma mano es muy difícil separar los intereses de la política de corto plazo de la mirada de largo plazo”.
El calentamiento global seguirá generando cambios dramáticos en el mundo y en nuestro país. Según el Ministerio del Medio Ambiente de Chile, al 2050 habrá una disminución de la precipitación anual del 20% en el Norte y Zona Centro del territorio; y el agua será cada vez más escasa y las olas de calor más frecuentes en verano. Si las proyecciones las tenemos, es tiempo de “arrancar” ahora con políticas e infraestructura que nos proveerán de recursos naturales vitales.