Boric intenta en la Cuenta Pública un relato de unidad para navegar en un Chile pesimista, con problemas económicos y de seguridad
En su segunda Cuenta Pública en el Congreso, la más larga desde el retorno a la democracia, el mandatario de izquierda defiende los logros de sus 15 meses de Gobierno y hace un llamado al entendimiento. “Mis prioridades han cambiado”, reconoce
Con un discurso de tres horas y 36 minutos, el presidente chileno, Gabriel Boric, ha relatado ante el Parlamento y la nación sus principales avances de estos 15 meses de Gobierno y las medidas con las que afrontará lo que le queda de mandato, hasta marzo de 2026. Ha sido la Cuenta Pública más larga desde el retorno a la democracia en 1990, porque el récord anterior lo tenía el democristiano Patricio Aylwin, que en 1993 habló 190 minutos, es decir, tres horas y 10 minutos....
Con un discurso de tres horas y 36 minutos, el presidente chileno, Gabriel Boric, ha relatado ante el Parlamento y la nación sus principales avances de estos 15 meses de Gobierno y las medidas con las que afrontará lo que le queda de mandato, hasta marzo de 2026. Ha sido la Cuenta Pública más larga desde el retorno a la democracia en 1990, porque el récord anterior lo tenía el democristiano Patricio Aylwin, que en 1993 habló 190 minutos, es decir, tres horas y 10 minutos. Durante su intervención –donde Boric se salió del libreto, se permitió bromear, aunque al final ya se le veía y escuchaba cansado–, el jefe de Estado de 37 años intentó en varios capítulos apelar a los relatos de unidad y de entendimiento político, junto a la emotividad. Fue su fórmula para sortear un momento político complejo, a menos de un mes que el Partido Republicano, de la derecha extrema, ganara por lejos en las elecciones del Consejo Constitucional que redactará la nueva Constitución, justamente en el año que se conmemoran los 50 años del golpe de Estado contra Salvador Allende. El mandatario, que tiene en torno a un 30% de popularidad, tiene en la palabra una de sus mejores herramientas y la utilizó en este discurso del 1º de junio, donde se lleva a cabo el acto de mayor simbolismo para la República chilena.
Con cerca de 800 invitados en el salón de honor del Congreso en Valparaíso, a unos 120 kilómetros de Santiago, Boric hizo algunos reconocimientos importantes. Además de recordar el estado con que encontró el país cuando asumió en marzo de 2022, tras un estallido social y todavía en medio de una pandemia, habló sobre el fallido trabajo de la Convención Constitucional, que propuso un texto que fue rechazado por el 62% de la ciudadanía. Fue, a menos de un año de llegar al poder, su primera gran derrota política, de la que todavía no se ha recuperado. “Lamentablemente, la Convención no hizo suya la necesidad de encuentro, unidad y entendimiento que esperaban las chilenas y chilenos, generando un clima de intolerancias recíprocas y enfrentamientos que terminaron en el rechazo a la propuesta que de ella emanó”, analizó el presidente. Y agregó: “Visto en retrospectiva, debimos haber sido más firmes ante las señales de alerta, promovido y exigido mayor diálogo y consenso transversal tanto dentro de la Convención, como respecto de ella con la sociedad”.
Boric organizó su extenso discurso en tres ejes: derechos sociales, seguridad pública y desarrollo sostenible. Y aunque detalló los que considera los grandes logros de estos primeros meses –las 40 horas como máximo de trabajo a la semana, sueldo mínimo de 500.000 pesos chilenos (unos 622 dólares), el equilibrio fiscal y una inversión extranjera que el año 2022 fue más alta que los últimos nueve años– admitió mayor realismo. Si bien dijo que sus principios no habían claudicado, reconoció: “Si alguien me pregunta, a continuación: ¿acaso el constatar el grado de tensiones que presenta la sociedad chilena, sus miedos e incertidumbres, y el retraso del Estado para darles respuesta, les ha hecho reordenar las prioridades? Mi respuesta es sí; tajantemente sí”, aseguró Boric, que tras el resultado del plebiscito en septiembre pasado ha dado protagonismo a los sectores más moderados de la izquierda, como el Partido Socialista, y se ha hecho a un lado del segundo intento constitucional.
Boric, en intervenciones fuera del libreto oficial, manifestó en reiteradas ocasiones que su Gobierno está dispuesto a conversar con el Parlamento, altamente fragmentado, donde no tiene mayorías. Lo hizo en especial en referencia a la reforma tributaria, que en marzo se cayó en el Congreso y que, según dijo hoy el presidente, el Ejecutivo volverá a presentar en julio próximo, tras un intenso diálogo. “Ni este Gobierno ni ningún otro podrá avanzar responsablemente en materializar derechos si no es con una reforma tributaria. Y todos saben también, que la demanda por una vida digna no se extinguirá con el paso del tiempo. Si no lo hacemos ahora, le tocará a quienes en el futuro ocupen este podio. No sigamos retrasándolo”, aseguró Boric, que ligó varias de sus promesas a la aprobación de su reforma. Las mejores pensiones –”que luego de más de 15 años de incapacidad de ponernos de acuerdo se ha vuelto una urgencia nacional”, dijo el presidente– están fuertemente ligadas a más recursos permanentes para el Estado.
En las más de tres horas y media de discurso –donde hubo momentos más distendidos que los habituales en este tipo de ceremonias–, el mandatario chileno realizó algunos anuncios, aunque no fue lo que marcó especialmente su segunda Cuenta Pública ante el Congreso. En el marco de la seguridad ciudadana, la principal prioridad de la gente, anunció una restricción a los funerales de narcotraficantes que paralizan la vida de las ciudades, un sistema de televigilancia que use inteligencia artificial para monitorear miles de cámaras de seguridad “para pesquisar autos con encargo de búsqueda, personas perdidas y personas buscadas por la justicia” y mayor capacidad carcelaria. “Durante nuestro Gobierno aumentaremos en un 12% la capacidad actual del sistema penitenciario, habilitando 4.796 nuevas plazas al 2026, ya sea mediante nuevos recintos o ampliando la capacidad de los existentes”, dijo el jefe de Estado.
Hubo noticias relativas a transportes, como que se sumarán tres nuevos servicios de trenes entre las regiones de El Maule y Los Lagos, en el sur de Chile, que conectarán las localidades del interior con sus capitales regionales. Y en materia educativa, donde el país enfrenta uno de sus principales crisis. El presidente se comprometió de aquí a 2025 a “disminuir a la mitad los estudiantes que hoy tienen un nivel de inasistencia grave, alcanzar el promedio de asistencia previo a la pandemia y elevar la tasa de revinculación anual a un 45% de los estudiantes desvinculados”.
Justamente cuando Chile presenta una caída de la actividad económica de 1,1% en 12 meses, según cifras dadas a conocer este jueves, el mandatario chileno anunció algunas medidas económicas, como el incentivo a las contrataciones, un proyecto de ley que fortalezca y modernice el Servicio Nacional del Consumidor, Sernac, y medidas para aplacar el alza de las tarifas eléctricas. Pero no se escucharon medidas de fondo ni estratégicas para empujar el crecimiento que lleva 11 años paralizado, con un potencial en torno al 2% anual.
Hubo llamamientos diversos a “cuidar la convivencia y respeto mutuo”, diversos reconocimientos a los presidentes que lo antecedieron –incluso de diferente signo político–, citas literarias (Gabriel Mistral o Ernest Hemingway) y reiteró en lo dicho en la cumbre de Brasilia, hace pocos días: “No daremos ni un paso atrás en la defensa de los derechos humanos en Chile y el mundo, sin importar el color del Gobierno que los vulnere. Tener un solo estándar en esta materia es para mí una cuestión esencial”, en referencia especial al régimen de Nicolás Maduro en Venezuela, al que ha criticado públicamente desde antes de convertirse en presidente hace 15 meses.
Fue cuando habló sobre los derechos humanos, de hecho, el momento de mayor intensidad en el discurso que el jefe de Estado ofrece a pocos meses de que en septiembre Chile conmemore los 50 años del Golpe de Estado de 1973. “Esta conmemoración nos debe ayudar a superar los tiempos de miedos y odios, los cuales llevan –como los chilenos lo sabemos bien–, a caminos de división, violencia y un porfiado negacionismo”. Boric hizo un llamamiento a sus compatriotas a unirse “como un solo cuerpo, como una sola alma, para evitar que el veneno de la falta de empatía y de la intolerancia se siga inoculando en nuestro cuerpo colectivo”, según aseguró el mandatario de izquierda, que ha debido enfrentar una de las instalaciones más difíciles que se hayan visto en las últimas décadas.