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La caída de vacunación golpea a Argentina: siete muertos por tos ferina y temor por el sarampión

La comunidad médica rechaza el acto antivacunas que se celebró en el Congreso. Chile emite una alerta epidemiológica por la situación en Argentina

Uno de los mitos antivacunas más populares en los últimos años ha sido que la inmunización contra la covid-19 generaba magnetismo. En las redes sociales circulan vídeos con esta noticia falsa, pero la semana pasada llegó hasta la Cámara de Diputados, con un evento antivacunas organizado por la diputada macrista Marilú Quiroz en el anexo del edificio legislativo. El espectáculo del “hombre imán” que mostró —tras varios intentos fallidos— cómo se le pegaba un objeto metálico al pecho y culpó de ello a haberse inmunizado contra la covid-19 provocó el repudio generalizado de la comunidad médica local. Los infectólogos consideran que en Argentina los antivacunas son pocos, pero ruidosos, aunque advierten que la caída de la cobertura en vacunación comienza a tener consecuencias. Siete bebés han fallecido por tos ferina, según el último boletín epidemiológico, y se han confirmado 35 casos de sarampión hasta la fecha.

El brote actual de tos ferina —también conocida como tos convulsa o coqueluche— se ha extendido ya a gran parte del territorio argentino, con 19 provincias afectadas y 688 casos confirmados. Se trata de una enfermedad respiratoria causada por la bacteria Bordetella pertusis que se transmite al toser, hablar o estornudar y es especialmente peligrosa en los menores de dos años. “No veníamos teniendo muertes por tos convulsa y ahora tenemos siete, esto es reflejo de la caída de cobertura de vacunación”, denuncia la médica infectóloga Florencia Cahn, directora de vacunas de la Fundación Huésped.

Los datos oficiales indican que vacunas clave, como las que previenen la poliomielitis, el sarampión o la difteria, entre otras enfermedades, cayeron a tasas de aplicación inferiores al 50%, cuando una década atrás superaban el 90%.

Cahn detalla que las razones del descenso de vacunaciones son múltiples, pero la principal es que muchos perciben que el riesgo de enfermarse es bajo, en especial cuando se trata de enfermedades casi erradicadas o poco conocidas. “Las vacunas son víctimas de su propio éxito”, dice esta infectóloga. Otro motivo es que existen barreras de acceso, como vacunatorios que funcionan sólo de lunes a viernes con horario restringido, y también que los discursos anti científicos en auge en todo el mundo “están empoderando a los grupos antivacunas para salir a la luz y decir barbaridades”. Aún así, Cahn subraya que casi todas las personas que no se vacunan lo hacen porque les falta información o encuentran algún tipo de obstáculo: “Más que centrarnos en los grupos extremos hay que mejorar la comunicación y garantizar el acceso a las vacunas”.

La reticencia de algunas familias a vacunar a sus hijos por miedo a los efectos secundarios suele desaparecer cuando reciben información sobre los riesgos que supone no hacerlo, según la pediatra infectóloga Marianela Borra. “Lo veo en el consultorio. Cuando me plantean que alguna vacuna les da miedo, al mostrarles la evidencia científica que hay, logro que muchos cambien de opinión”, dice.

Pese al trabajo de concientización de los profesionales, las tasas de vacunación de Argentina van en descenso desde la pandemia. El largo confinamiento impidió que muchos niños recibieran las dosis previstas en 2020 y el problema se ha agravado desde entonces.

Un caso clave es el sarampión. Argentina está libre de transmisión endémica de esta enfermedad desde el año 2000, pero las posibilidades de que pierda ese estatus aumentan año a año.

En 2024, sólo uno de cada dos niños que ingresaron en la escuela primaria argentina había recibido el refuerzo de la triple vírica que protege contra sarampión, paperas y rubéola. Aunque todos los brotes de sarampión detectados en los últimos años se originaron por casos importados, es decir, por personas que se contagiaron en otro país, se requiere una inmunidad cercana al 95% del total para garantizar la protección comunitaria. “No se vacuna sólo para proteger a un individuo, sino a toda la población. Como los menores de un año y las embarazadas, por ejemplo, no pueden en este caso, los demás hacen de escudo”, señala Borra, secretaria de la Sociedad Argentina de Pediatría.

Peor brote en cinco años

En lo que va de 2025, Argentina ha registrado 35 casos de sarampión en tres distritos: la capital, la provincia de Buenos Aires y la de San Luis. Se trata del peor brote desde el de 2019 y 2020, cuando hubo 142 casos confirmados.

Las autoridades sanitarias temieron que la cifra creciese en las últimas semanas tras detectar que cuatro uruguayos habían cruzado Argentina en tres autobuses el pasado 15 de noviembre. Viajaron desde Bolivia hasta su país de origen por tierra y tuvieron contacto con cientos de personas. Pasaron ya dos semanas desde entonces, pero sigue vigente la alerta para que cualquier persona que compartió viaje con ellos o estuvo en las mismas estaciones ese día y presente síntomas como fiebre alta, tos, ojos rojos y erupción cutánea que se presente de inmediato a un hospital.

Por ahora no se ha informado de ningún contagio, pero los equipos epidemiológicos se mantienen en vilo hasta que se cumplan los 21 días del período máximo de incubación. “Hay que esperar 21 días desde que se fue el último individuo, estar muy atentos a gente que también viajó y presentó fiebre para en ese caso aislarlos y estudiarlos”, señala el médico infectólogo Eduardo López.

El temor a que el sarampión reaparezca en Chile hizo que el país transandino emitiese una alerta epidemiológica este martes. El Gobierno de Gabriel Boric destacó la fuerte caída en la cobertura de vacunación en Argentina y pidió reforzar los controles ante la inminente llegada del verano y el incremento del turismo procedente del otro lado de la cordillera.

López opina que Argentina y el mundo se encuentran “frente a un dilema respecto a las vacunas”. Aunque evitan millones de muertes al año, de a poco crece el riesgo de que reaparezcan enfermedades que eran cosas del pasado y que mueran personas por enfermedades prevenibles. “Fíjese el hecho bochornoso, casi circense, de la diputada que organizó una reunión con antivacunas a pesar de que Argentina tiene una ley nacional que dice que la vacunación debe ser universal y gratuita”, lamenta López. Este médico infectólogo, que fue asesor del Gobierno durante la pandemia de covid-19, cree que hay que poner en marcha estrategias más audaces para revertir la caída de la cobertura de vacunación. Cuanto más terreno se pierde, más aumenta el riesgo para la salud pública.

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