Milei, el vía crucis del rey desnudo
El presidente argentino inicia la campaña por las legislativas de octubre golpeado por una dura derrota electoral ante el peronismo y lastrado por las rencillas dentro de la ultraderecha
Javier Milei ha perdido su estrella. Su poder redentor emanado de las “fuerzas de cielo”, como suele repetir, cayó derrotado sin piedad ante el peronismo kirchnerista, émulo de todos los males posibles, en las elecciones del 7 de septiembre pasado en Buenos Aires. El resultado, inesperado y lapidario —casi 14 puntos de diferencia, un millón de votos—, dejó desnudo al rey. El lunes posterior a las urnas, Milei chocó con la realidad de una Argentina en crisis. El “mejor Gobierno de la historia de la humanidad” debe ahora encontrar una fórmula terrenal que alivie el via crucis que le espera por delante: el 26 de octubre habrá elecciones legislativas nacionales y no puede permitirse una nueva caída.
El Gobierno ultraderechista enfrenta una crisis que hasta hace una semana consideraba solo ruido electoral. Los 24 gobernadores del país están en guerra para reclamar fondos que considera propios y la Casa Rosada les retiene en nombre del superávit fiscal. La oposición, antes dispersa entre “colaboradores” y “duros”, opera ahora en conjunto en el Congreso para aprobar leyes que desafían el déficit cero. A Milei no le ha quedado otra que vetar esas leyes, todas sensibles, con el consiguiente costo político. Al ministro de Economía, Luis Caputo, le cuesta cada vez más mantener con vida al peso, que sufre ante el dólar.
Está en riesgo, además, la bandera de la honradez que hace solo dos años convirtió a libertario de excéntrico comentarista televisivo en presidente. Avanzan en la Justicia, es cierto que a paso de tortuga, una causa contra su hermana Karina por denuncias de soborno y otra por el ya famoso caso $Libra, una criptomoneda que se disparó gracias a la promoción de Milei y resultó ser una estafa.
Una elección provincial en Buenos Aires nunca fue noticia. Pero Milei nacionalizó la del domingo pasado, convencido de que La Libertad Avanza, su partido, estaba listo para exterminar, de una vez y para siempre, al peronismo en su bastión. “Pondremos el último clavo al ataúd del kirchnerismo. Kirchnerismo nunca más”, había prometido durante la campaña. Tanto se involucró el presidente, que los comicios se convirtieron en un plebiscito a su gestión nacional. No le pudo haber ido peor. Dilapidó buena parte de su capital político y, al mismo tiempo, encumbró al gobernador de Buenos Aires, Axel Kicillof, como posible candidato a presidente en 2027. El peronismo no solo no estaba muerto, como proclamaba Milei, sino que ahora huele sangre y está listo para dar pelea.
Vencido en Buenos Aires, “Milei perdió su principal activo: la idea de su invulnerabilidad popular, de que todos sus ataques, extravagancias y enemigos eran tolerados o aplaudidos”, resume Pablo Touzon, director de la consultora Escenarios. “Frente a buena parte de la sociedad, ese era su poder principal. Le pasa un poco como en la fábula Las ropas nuevas del emperador: hoy todos le ven la desnudez”, dice. Si el rey desnudo del cuento de Hans Christian Andersen tiene una corte de aduladores que le ocultan su desamparo, Milei cuenta con un círculo ínfimo de colaboradores que ahora está en la picota pública. “El problema de Milei es él mismo y su banda. Quedó muy en evidencia todas sus limitaciones”, advierte Touzon.
Cuando las cosas parecían ir bien, Milei llamaba “mandriles envaselinados”, por elegir solo un ejemplo de sus formas, a sus detractores. El éxito de su política contra la inflación le dio aires y poco a poco rompió todos los puentes que tenía con opositores, empresarios y hasta banqueros. El armado electoral para las legislativas nacionales de octubre, a cargo de su hermana Karina, la persona más importante del Gobierno, terminó por dilapidar cualquier posibilidad de diálogo.
Milei no pagó bien a sus aliados y los dejó en el llano, convencido de que ya no los necesitaba. En ese grupo están los gobernadores, que han roto amarras, y también sectores de la ultraderecha que se sintieron desplazados. Los heridos más ruidosos están en Las Fuerzas del Cielo, que agrupaba a cientos de jóvenes influencer que durante los buenos tiempos defendieron como apóstoles a Milei en las redes sociales.
Las Fuerzas del Cielo, comandadas por el asesor presidencial Santiago Caputo, se animaron entonces a criticar el círculo de hierro del poder y casi abandonaron las redes. El problema, dijeron, estaba en las dos o tres personas que susurran en el oído presidencial, representantes de “la casta” que la ultraderecha había prometido combatir. Pusieron allí a Eduardo y Martín Menem, primos entre sí y familiares directos del expresidente Carlos Menem. Milei y su hermana Karina entregaron, en fin, la gestión política a una familia (Menem) cada vez más señalada en casos de corrupción. Y también a Sebastián Pareja, un peronista antikirchnerista que se hizo cargo de la fallida campaña en Buenos Aires. Si se habla de “casta”, difícil encontrar puras sangres de mejor calidad.
Al día siguiente de la derrota electoral, Daniel Parisini, alias el Gordo Dan, la voz más sonora de Las Fuerzas del Cielo, exigió cambios en el Gobierno. “DT, ordene ya el equipo. Acá seguiremos bancando hasta el final. Pero ordene ya el equipo y venceremos”, escribió en sus redes sociales. Una semana después, los primos Menem siguen allí y Pareja fue ratificado como jefe de campaña. El problema de Milei es que no está en condiciones de atender a esa demanda.
Una fuente de primera línea de la Casa Rosada ya reconocía días antes de las elecciones que el principal problema del Gobierno era la escasez de “buenos cuadros”, de buenos dirigentes. Nacida de urgencia tras un triunfo presidencial que nadie esperaba, La Libertad Avanza armó el Gobierno de apuro, muchas veces con personajes que Milei había conocido en su paso por la televisión o durante sus tiempos de estudiante. La crisis política puso en evidencia que “La Libertad Avanza es lo que se ve, no hay más”, escribía días atrás el columnista Ignacio Miri en el diario Clarín. Ante un varapalo como el del domingo, y a las puertas de una elección aún más crucial y tal vez definitiva, Milei tiene el banco de suplentes vacío.