Los cuadros que enfrentaron a Franco y Perón, falsas ‘Giocondas’ y museos robados en Navidad: la otra cara de la historia del arte

La escritora cubano-argentina Claribel Terré Morell narra casos de robos y falsificaciones de arte de todo el continente en el libro ‘Traidores del arte’, para el que ya planea una segunda parte

La 'Gioconda' es resguardada en el Louvre (Francia) después de que la pintura de Leonardo da Vinci fuera robada en 1911.Fireshot (Getty Images)

Una mañana de junio de 2005, los guardias del Museo Nacional de Bellas Artes de Chile se dieron cuenta de que la valiosa escultura de Auguste Rodin El Torso de Adele había desaparecido del pedestal en el que se exhibía. Veinticuatro horas después, con el país conmocionado por el robo y la sospecha de que había detrás una banda de ladrones internacionales, el estudiante de arte Luis Emilio Onfray Fabres devolvió la pieza. “No soy un ladrón, soy un artista”, dijo al confesar que se la había llevado como parte de un proyecto artístico efímero. Dos décadas después, la escritora y periodista especializada en arte Claribel Terré Morell contacta al autor del conocido robo y con esa entrevista abre su libro Traidores del arte (Óperaprima). Por sus páginas desfilan artistas, peritos, coleccionistas, herederos, novelistas y ladrones de guante blanco para hablar de robos y falsificaciones ocurridas por toda América Latina.

Muchas de las historias narradas por Terré Morrell llegaron a sus oídos a través de los diarios. “Traidores del arte viene de un archivo que heredé de mi abuelo que coleccionaba artículos sobre robos de arte”, cuenta la autora, nacida en Cuba pero nacionalizada argentina. “Heredé la manía de recortar artículos cuando los veía en los periódicos y los fui guardando”, dice durante la entrevista con EL PAÍS. Con alma detectivesca, reconstruyó los casos primero en forma de podcast, luego como columnas publicadas en Clarín y por último en formato de libro. Pero también este se le ha quedado pequeño. “Ya estoy trabajando en la segunda parte”, anticipa.

En esa nueva entrega aparecerá el conflicto diplomático que estalló entre la Argentina de Juan Domingo Perón y la España gobernada por el dictador Francisco Franco en 1952 por la colección del industrial catalán Francesc Cambó. “Cambó muere aquí y había que repatriar los cuadros que trajo de España, pero Perón dice que no salen porque eran patrimonio argentino. Franco insiste y esos cuadros terminaron saliendo en barco, escondidos en un contenedor de un marqués como parte de sus pertenencias”, adelanta la escritora.

Consciente de la fascinación del público por los ladrones de arte y del misterio que rodea a las obras que nunca han reaparecido, Terré Morell revive algunos de los robos más famosos del continente y lo que se sabe de ellos años después. Dos ocurrieron durante las fiestas navideñas. Uno, en la madrugada del 25 de diciembre en el Museo Nacional de Bellas Artes de Buenos Aires. El otro, justo cinco años después, en el Museo de Antropología de México.

De Buenos Aires desaparecieron 16 pinturas y piezas de cerámica china, porcelana y jade de la Sala 19 del museo valoradas en unos 20 millones de dólares. “En el escenario del robo fue encontrada una botella de whisky barato, semivacía. En la botella se observaba una huella digital. ¿A quién pertenecía? ¿Quién era el ladrón o ladrones que tuvieron tiempo a beber mientras cometían el mayor robo de la historia argentina? La huella no fue peritada y, diez años después, en 1990, fue tirada a la basura”, escribe Terré Morell. Más de cuatro décadas después, no sólo se desconoce quiénes fueron los autores sino que sólo se han recuperado tres de los cuadros robados: la acuarela Recodo del camino, de Paul Cézanne; el óleo Retrato de Mujer, de Pierre-Auguste Renoir; y el dibujo El llamado, de Paul Gauguin.

La obra 'Recodo del camino' de Paul Cézanne.MUSEO NACIONAL DE BELLAS ARTES DE ARGENTINA

Muchas falsificaciones tampoco terminan por resolverse y los hechos reales “se confunden con los inventados”, asegura Terré Morell. Uno de ellos tiene que ver con el célebre robo de la Gioconda, también conocida como Mona Lisa, en 1911. La versión oficial es que fue robada por el italiano Vincenzo Peruggia, un pintor italiano que dijo que quería devolver la obra maestra de Leonardo da Vinci a su país natal. Cuando intentó venderla, fue detenido y la obra regresó al Louvre de París. Pero hay otra historia, publicada en 1932 en el Saturday Evening Post, en la que se asegura que el cerebro de la operación fue el marqués argentino Eduardo de Valfierno. El robo perpetrado por Peruggia habría sido una mera distracción: el plan era aprovechar su desaparición para hacer copias falsas y venderlas a compradores incautos. “La historia es falsa”, asegura la autora del libro, pero tan atractiva que fue novelada por dos argentinos: Diego Guelar y Martín Caparrós. Este último logró con ella el Premio Planeta en Argentina.

“¿Goya pintó a Simón Bolívar?”, se pregunta Terré Morell en otro de los capítulos, al hacerse eco de un retrato del libertador atribuido al español Francisco de Goya que apareció en el mercado del arte en 1987. El experto canadiense Rolph Z. Medgessy lo dio por auténtico basando su peritaje en las microfirmas de Goya, pero otros especialistas lo niegan. “Si esto fuera cierto, cambiaría la historia de España, porque estamos hablando de un pintor oficial de la corona española retratando al líder de la independencia nacido en Caracas”, le responde el artista Iván Candeo, quien quiso desmontar esa hipótesis con una exposición titulada “Hay un Goya en mi sopa”. La pelea aún continúa.

“Cuando empecé con los podcasts, mucha gente se acercó a contarme más historias”, revela esta locuaz escritora, que ahora no puede dejar de investigar en busca de nuevas pistas. Es fácil de entender: como muchos de los casos que narra siguen abiertos, sumergirse en ellos despierta la curiosidad del lector, más que saciarla.


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