Milei y sus seguidores nos quieren sumisas y calladas
El presidente niega la desigualdad y la violencia de género y desprecia a todas aquellas personas que viven inequidades. Esta postura ha desatado los discursos de odio más virulentos hacia las feministas en general y las periodistas en particular
“Schutzstaffel”, me escribieron varias veces. La Schutzstaffel — más conocida como SS— fue la organización paramilitar, policial y de seguridad al servicio de los nazis. Días atrás me llamaron “Sharmuta”, que significa puta en árabe. El abanico de insultos multilingües no se concentra en los temas sobre los que escribo, sino que también apuntan a mi físico, mi vida sexual y se extienden a mi familia. Claro que los mensajes más numerosos tienen que ver con mi desempeño laboral, al que se considera falto de profesionalismo y pletórico de sobornos. Desbordan los reclamos para que me...
“Schutzstaffel”, me escribieron varias veces. La Schutzstaffel — más conocida como SS— fue la organización paramilitar, policial y de seguridad al servicio de los nazis. Días atrás me llamaron “Sharmuta”, que significa puta en árabe. El abanico de insultos multilingües no se concentra en los temas sobre los que escribo, sino que también apuntan a mi físico, mi vida sexual y se extienden a mi familia. Claro que los mensajes más numerosos tienen que ver con mi desempeño laboral, al que se considera falto de profesionalismo y pletórico de sobornos. Desbordan los reclamos para que me despidan. Buscan mi derrota, buscan mi cansancio, buscan mi silencio.
Soy periodista y trabajo en el diario Clarín desde 1996. Siempre escribí sobre temáticas sociales. En 2018 pedí que se creara el cargo de editora de Género. Ese año en Argentina se debatió por primera vez el aborto legal en el Congreso de la Nación. Era uno de mis temas. Escribí cientos de notas. Entonces empezaron los ataques: no sólo en los comentarios que los lectores dejan bajo los artículos en la versión web, sino directamente a mi mail, mis redes sociales e incluso mi teléfono celular. Recibí llamados y amenazas.
El aborto finalmente se convirtió en ley a fines de 2020. Para ese momento todas las periodistas que escribimos sobre temas de género habíamos sido hostigadas y maltratadas. En 2021, el Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA) nos apoyó para crear la Red de Editoras de Género de Argentina, primera y única en el mundo. Hoy ya somos menos por diversos motivos: el miedo, la falta de sostenimiento comprometido de los medios, salarios precarizados, condiciones laborales poco dignas. Lo mismo ocurre con muchas otras periodistas feministas. Defender derechos — sobre todo de mujeres, niñas y diversidades— pasó a ser un trabajo riesgoso y desprestigiado (a propósito).
La “libertad” de los libertarios
Los ataques se recrudecieron a mediados de 2023, en paralelo a la campaña para la elección de un nuevo presidente. El partido libertario y su líder, Javier Milei, instalaron el insulto, la agresión y la violencia como norma. El candidato sonriente con una motosierra en la mano ya avisaba que no tendría límite alguno. Y así fue. Milei ganó y habilitó todos los discursos de odio. Lo que se decía de manera solapada ya puede gritarse a los cuatro vientos. Los improperios, incluso, son festejados y retuiteados por el primer mandatario: “Ahora sí estamos en libertad”, es su lema.
El presidente insulta a todo el mundo. Ha llamado “nido de ratas” a los legisladores del Congreso, tilda de “casta” a lo que él considera el poder (aunque los grupos más vulnerables como los adultos mayores, la niñez y las personas con discapacidad son los más castigados en el nuevo Gobierno) y tiene un especial encono con el periodismo. Sobre todo, con las mujeres. Ha dicho a los gritos que es antifeminista.
“Los socialistas cambiaron la agenda y reemplazaron la lucha de clases por otros supuestos conflictos de clases como la ridícula pelea antinatural entre el hombre y la mujer. La agenda del feminismo radical devino en mayor intervención del Estado, darle trabajo a burócratas que no aportaron nada en la sociedad sea en formato de Ministerios de la Mujer u organismos internacionales para promover esta agenda”, sentenció en el Foro de Davos, donde también se opuso a “la agenda sangrienta del aborto”.
Desmantelar el Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad de la Nación fue una de las primeras acciones de Milei, en un país donde la brecha salarial de género alcanza al 30%, la mayoría de las personas pobres son mujeres y hay un femicidio diario. En la última semana, anunció el cierre de la agencia nacional de noticias Télam (donde trabaja una compañera como editora de Género) y del Instituto Nacional contra la Discriminación, la Xenofobia y el Racismo (INADI). También ha prohibido el uso del lenguaje inclusivo y la perspectiva de género en toda la Administración pública nacional.
El presidente niega la desigualdad y la violencia de género y desprecia a todas aquellas personas que viven inequidades. “La justicia social es una aberración”, es otra de sus máximas. Esta postura ha desatado los discursos de odio más virulentos hacia las feministas en general y las periodistas en particular. Parte de la sociedad se ha hecho eco de esta avanzada antigénero, y muchos medios de comunicación ceden y están dejando afuera “la malvada agenda” señalada por Milei.
“El silencio es salud”, se repetía en los años de la dictadura más sangrienta de la Argentina. La bandera de los movimientos feministas es la igualdad, concepto que molesta a muchos sectores. Nos quieren sumisas, nos quieren calladas.
* Mariana Iglesias es editora de Género del diario Clarín e integrante de la Red de Editoras de Género de Argentina
🎥 Un documental: ‘No estás sola: La lucha contra La Manada’
Por Almudena Barragán
Se acaba de estrenar el documental ‘No estás sola: La lucha contra La Manada’, dirigida por Almudena Carracedo y Robert Bahar. La película cuenta lo sucedido tras la violación grupal a una chica durante las Fiestas de San Fermín, en Navarra (España). La historia, que arranca en 2016, es un viaje de cinco años que transformó a la sociedad española por completo y la manera en la que se entendía la violencia sexual en el país.
Para llegar hasta allí, el documental nos pone frente al espejo de nuestro machismo como sociedad, nos muestra la revictimización a la que se ven sometidas las denunciantes, analiza el papel amarillista de los medios y hace hincapié en el peso del movimiento feminista en para cambiar las leyes de todo un país. En palabras de su directora, el documental “es una deconstrucción de la historia que nos cambió a todas para siempre”. No se lo pierdan.