¿Puede morir la democracia argentina?
Del rechazo de las reglas del juego a la predisposición para coartar libertades, las intervenciones de Javier Milei y de su equipo cercano disparan todas las alarmas
La democracia en Argentina se encuentra en una encrucijada. En el momento en que festeja 40 años de democracia, el período más prolongado de democracia que este país haya vivido, se encuentra frente al peligro concreto de elegir como presidente a Javier Milei, un candidato con comportamientos y propuestas explícitamente antidemocráticas ...
La democracia en Argentina se encuentra en una encrucijada. En el momento en que festeja 40 años de democracia, el período más prolongado de democracia que este país haya vivido, se encuentra frente al peligro concreto de elegir como presidente a Javier Milei, un candidato con comportamientos y propuestas explícitamente antidemocráticas y, en algunos casos, abiertamente autoritarias.
En Asuntos del Sur realizamos recientemente un estudio midiendo los niveles de autoritarismo de los candidatos a la presidencia en Argentina. El informe utiliza el marco teórico elaborado por Steven Levistky y Daniel Ziblatt en su libro Cómo mueren las democracias (Editorial Ariel, 2018), que busca entender la paradoja de cómo en la actualidad las democracias son principalmente socavadas por liderazgos elegidos democráticamente.
El trabajo de Levitsky y Ziblatt desarrolla cuatro señales de alarma de comportamiento autoritario. Estas dimensiones y sus respectivos indicadores han sido retomados en el estudio de Asuntos del Sur como referencia para evaluar el nivel de autoritarismo de los candidatos a la presidencia en base a sus declaraciones públicas. Al evaluar las intervenciones de Milei y de su equipo cercano, prácticamente se encienden todas las alertas de amenazas hacia la democracia. Aquí retomo algunas.
Una primera dimensión que proponen Levitsly y Ziblatt es el rechazo (o bajo compromiso) con las reglas del juego democrático. En una entrevista televisiva, donde ante la pregunta “¿usted cree en la democracia?”, la respuesta de Milei fue “creo que tiene muchos errores” y, ante la repregunta, esquiva la respuesta contestando sobre el teorema de Arrow. Según este teorema, cuando hay que elegir entre diversas alternativas no hay forma de llegar a una decisión satisfactoria por vía democrática. Asimismo, ha manifestado en varias oportunidades que tomará medidas abiertamente contrarias a la Constitución Nacional. Por ejemplo, luego de las elecciones primarias sostuvo que “estamos ante el fin del modelo de la casta, basado en esa atrocidad de que donde hay una necesidad nace un derecho, pero se olvidan de que alguien lo tiene que pagar. Cuya máxima aberración es la justicia social”, contradiciendo al artículo 14bis. Asimismo, él y referentes de su espacio proponen impulsar una ley anticonstitucional de “prohibir manifestaciones públicas”. En otras oportunidades han cuestionado la legitimidad de las elecciones, como sostuvo Guillermo Francos, probable ministro del interior en caso de ser elegido presidente, “que diga lo que quiera la Cámara Electoral, nosotros tenemos probado que hubo fraude” sin presentar una denuncia formal al respecto.
Una segunda dimensión se refiere a la negación de la legitimidad de sus rivales políticos. Milei trató en reiteradas oportunidades a su contrincante Patricia Bullrich como “una montonera tirabombas”, y al kirchnerismo como “chorros de la política” y a los referentes de izquierda como “colectivistas hijos de puta”. Más violento ha sido con Rodríguez Larreta al decirle “como el zurdo de mierda [sic] que sos, a un liberal no le podés ni lustrar los zapatos, sorete [sic]. Te puedo aplastar aún en silla de ruedas, a ver si lo entendés”.
Una tercera dimensión que proponen los autores es la tolerancia o promoción a la violencia. Frente al intento de magnicidio a la expresidenta Fernández de Kirchner, Milei lo trató como un mero hecho delictivo, y sostuvo “...cuando toca a uno de la casta, ahí sí aparecen los hipócritas”. Paralelamente, el referente de su espacio, Ramiro Marra, explicitó que “a los líderes piqueteros los vamos a meter presos” y reiteradamente se refieren a ellos como “delincuentes”. Milei también ha realizado elogios a prácticas represivas o violaciones de derechos humanos. En el debate presidencial justificó la represión estatal durante la dictadura cívico militar 1976-83 sosteniendo “durante los 70 hubo una guerra, en esa guerra las fuerzas del Estado cometieron excesos” repitiendo argumentos utilizados por el propio genocida Videla. Asimismo, él y su compañera de fórmula en reiteradas oportunidades han negado la cifra de 30,000 personas desaparecidas, cifra nodal para los defensores de los derechos humanos en Argentina.
Una cuarta dimensión es la predisposición para coartar libertades civiles de los oponentes, incluida la prensa. Milei ha expresado en reiteradas ocasiones la amenaza de adoptar medidas legales o punitivas contra líderes políticos, la sociedad civil y los medios de comunicación. “Yo no tengo la culpa de que haya periodistas corruptos que se dedican a mentir” y a un periodista explícitamente le dijo “si llego a Presidente vos no vas a trabajar más”.
Argentina ya se encuentra en una situación delicada de crisis económica, de crecimiento de la pobreza y la exclusión social, inseguridad y de muy baja legitimidad de la clase política. Estos factores han generado una enorme frustración en la ciudadanía y son un caldo de cultivo para la emergencia de mensajes disruptivos contra el establishment y el status quo. Milei, hoy favorito en la mayoría de las encuestas, es el principal candidato de del cambio. Sin embargo, el cambio que propone prende todas las alarmas de alterar la vida democrática que tanto costó construir en Argentina.
Aun en el caso de no ser victorioso en las elecciones del 19 de noviembre, sus posturas e ideas seguramente quedarán instaladas en la agenda política del país. Será, por ello, un enorme desafío para las fuerzas democráticas en los años venideros, la reconstrucción de un contrato social que impulse la recuperación y la ampliación de la democracia.