Una derrotada Patricia Bullrich rechaza apoyar al peronismo: “Nunca vamos a ser cómplices del populismo en Argentina”
El fracaso electoral de Juntos por el Cambio llena de incertidumbre el futuro de la alianza de la derecha tradicional
El surgimiento de la ultraderecha en Argentina ha puesto en jaque a la derecha tradicional. La derrota de Patricia Bullrich en la primera vuelta de las elecciones presidenciales representa un punto de inflexión para la alianza Juntos por el Cambio, compuesta principalmente por el PRO, la formación creada por Mauricio Macri, y la histórica Unión Cívica Radical. Los sorpresivos resultados de este domingo han mandado al peronista Sergio Massa (36,6%) y al ultra...
El surgimiento de la ultraderecha en Argentina ha puesto en jaque a la derecha tradicional. La derrota de Patricia Bullrich en la primera vuelta de las elecciones presidenciales representa un punto de inflexión para la alianza Juntos por el Cambio, compuesta principalmente por el PRO, la formación creada por Mauricio Macri, y la histórica Unión Cívica Radical. Los sorpresivos resultados de este domingo han mandado al peronista Sergio Massa (36,6%) y al ultra Javier Milei (30%) a la segunda vuelta, y han dejado a Bullrich fuera de la contienda. El mal desempeño de la exministra de Seguridad, que sacó un 23,8% de los votos, rodea de incógnitas el futuro de la coalición, que hasta ahora había sido la primera fuerza de la oposición. Defensora de la democracia liberal y simpatizante de ideas extremas, Bullrich se había posicionado como la favorita hace apenas seis meses. La pasividad, sin embargo, le jugó en contra y acabó hundiéndose en los comicios.
Una vez perdida la elección, Bullrich no ha tenido matices. La candidata de la derecha se ha volcado decisivamente en contra de Massa, a quien no ha querido felicitar por ser parte del “peor Gobierno” que ha tenido el país, ha dicho en referencia a la Administración de Alberto Fernández. Adónde van a ir a parar los votos de Bullrich en la segunda vuelta del 19 de noviembre es la gran pregunta que plantean los resultados de la primera vuelta. Ella ha trazado este domingo una línea para sus seguidores y ha rechazado con contundencia apoyar al peronismo. “Nunca vamos a ser cómplices del populismo en Argentina, ni de las mafias que destruyeron este país”, ha dicho desde su búnker, donde las pobres celebraciones fueron la señal desde temprano que los números no iban a ser buenos.
El líder de La Libertad Avanza fue la sorpresa en las primarias del 13 de agosto. Desde entonces, se apropió de la idea del cambio, la propuesta que Bullrich y su partido llevan vendiendo desde hace una década. La irrupción del candidato de ultraderecha logró arrebatarle el voto antiperonista y capitalizar el enojo contra el Gobierno. Muchos argentinos descontentos y agobiados por la crisis económica eligieron a Milei como respuesta a un malestar que les azota desde hace años, pero que se ha profundizado con la pandemia y la nula recuperación económica. El León, como le llaman al ultra, consiguió meter a todos los políticos en la misma bolsa, la de “la casta política”, y se quedó con el segundo lugar gracias al voto protesta. Perder ese sector ha sido determinante para la derrota de la derecha tradicional.
Bullrich le había ganado la interna al alcalde Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta, en las primarias. En ese entonces sacó unos cuatro millones de votos, mientras que su contrincante obtuvo unos 2,6 millones. Con los números de ambos, Juntos por el Cambio quedó posicionado como la segunda fuerza más votada, apenas 400.000 sufragios por debajo del puntero Milei. Tras perder la interna, Rodríguez Larreta se acomodó dentro de la campaña de su compañera, con la promesa de ser el jefe de Gabinete si ella ganaba. Sin embargo, el reacomodo no fue suficiente. En la primera vuelta, la exministra obtuvo unos 5,5 millones de votos. La cifra plantea dudas sobre cuántos votantes de Rodríguez Larreta decidieron apoyarla y cuántos prefirieron un perfil fuera de la alianza.
La derrota de Juntos por el Cambio pone en riesgo la cohesión del PRO, el partido fundado por Mauricio Macri, con sus aliados. Principalmente con los radicales. La derechización de la coalición con un perfil como Bullrich, una defensora de la mano dura y de la expansión de las Fuerzas Armadas —a las les prometió “una salida justa” para los condenados por crímenes de lesa humanidad por la última dictadura—, incomoda a la Unión Cívica Radical (UCR). Ricardo Alfonsín, hijo del expresidente radical Raúl Alfonsín, llamó a votar por Massa después de las primarias. “Solo quien no tiene ni idea de lo que es el partido puede negar que las propuestas de UxP [Unión por la Patria] están mucho más cerca de las ideas del radicalismo que las de JxC [Juntos por el Cambio]”, escribió en la red social X.
Y no fue el único. Durante los días previos a los comicios, algunas provincias históricamente radicales se inundaron de papeletas que decían: “Los radicales no votamos locos, negacionistas, antiderechos, terroristas ni represores. Massa presidente”. Los próximos días serán determinantes para que los radicales también se posicionen de cara a la segunda vuelta.
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