Patricia Bullrich retoma el control de su campaña electoral tras semanas a la deriva en Argentina
La candidata de la derecha tradicional acusa al ultra Javier Milei de vender “espejitos de colores”
Presentado como un cierre, fue en realidad un lanzamiento. Patricia Bullrich, candidata a la presidencia de Argentina por la derecha tradicional, celebró este lunes el que fue su mitin más sólido desde que su candidatura perdiese el rumbo hace ocho semanas, cuando quedó grogui por la derrota de su alianza, Juntos por el Cambio, en las elecciones primarias. Tiene ahora cinco días para reencauzar una campaña a la deriva. Durante el fin de semana, anunció...
Presentado como un cierre, fue en realidad un lanzamiento. Patricia Bullrich, candidata a la presidencia de Argentina por la derecha tradicional, celebró este lunes el que fue su mitin más sólido desde que su candidatura perdiese el rumbo hace ocho semanas, cuando quedó grogui por la derrota de su alianza, Juntos por el Cambio, en las elecciones primarias. Tiene ahora cinco días para reencauzar una campaña a la deriva. Durante el fin de semana, anunció que si gana nombrará a su rival en la interna partidaria, Horacio Rodríguez Larreta, jefe de Gabinete de un eventual Gobierno. Fue la muestra de unidad que sus votantes esperaban. El domingo se sabrá si el gesto no llegó demasiado tarde.
Bullrich eligió para despedirse de la ciudad de Buenos Aires un territorio amigable, un barrio rico, Belgrano, donde su partido arrasa en las urnas desde 2007. Desde un escenario montado sobre las barrancas, rodeada de jacarandás en flor y un clima primaveral, dijo que acabará para siempre con el kirchnerismo y su candidato, Sergio Massa; y pidió que le dejen a ella el trabajo sucio y no a Javier Milei, el ultra que hoy lidera todos los sondeos para la primera vuelta del 22 de octubre. Las promesas del economista libertario, lanzó, “son malas y peligrosas”.
Juntos por el Cambio es la alianza de centroderecha que en 2015 llevó al poder a Mauricio Macri. La oposición al peronismo lograba por fin recuperar el poder por primera vez desde 1999 y la expectativa era enorme. Pero las cosas no salieron como se esperaban. Macri duplicó la inflación, hasta el 50%, y durante su penúltimo año de gestión recibió del FMI un salvataje financiero de 44.000 millones de dólares. En 2019, el peronismo kirchnerista volvió y el macrismo perdió su estrella. La debacle económica del actual Gobierno le devolvió la esperanza, tanto que sus aspirantes a presidente se multiplicaron, convencidos todos de que el regreso a la Casa Rosada sería solo un trámite administrativo. Pero se interpuso Milei. Con un discurso incendiario y munido de una motosierra, el economista sedujo a millones de argentinos prometiendo el exterminio de la “casta política”, el cierre de ministerios, la dolarización como remedio contra la inflación y hasta la venta de órganos sin restricciones.
Algo más de siete millones de personas abrazaron durante las primarias de agosto las ideas del libertario, que en pocos meses se había apropiado de la bandera del “cambio” que hace ocho años llevó a Macri a la victoria. El macrismo vio cómo el poder se le escurría de las manos, hasta quedar tercero en las encuestas, por debajo de Milei y Massa. Bullrich machacó este lunes con que el verdadero cambio es ella y no Milei, al que poco le faltó para tildarlo de loco. Y les habló directamente a los votantes mayoritarios de La Libertad Avanza, jóvenes de todos los estratos sociales que solo quieren romperlo todo y empezar de nuevo. “A los jóvenes les digo que tienen razón de querer un cambio, de estar cansados de esta Argentina; pero ese cansancio lo tienen que poner en la destrucción de 20 años de kirchnerismo y en apoyar a la única fuerza capaz de llevar adelante un cambio real”, les dijo.
A Bullrich le queda menos de una semana para convencer a los argentinos de que el fin del kirchnerismo, como promete, solo será posible bajo su presidencia. Milei, dijo, es peligroso porque quiere desregular la venta de armas o dolarizar la economía. “Sus ideas son malas, ni siquiera su equipo las cree. No se puede dolarizar la economía sin dólares, no compren espejitos de colores, porque para sacar a la Argentina adelante hay que trabajar con las ideas claras”, dijo. “Patricia presidenta”, gritaban sus seguidores, aunque entre el público no había tantos jóvenes como ella hubiese deseado. “Se me cayeron las lágrimas escuchándola”, dice una jubilada acompañada por un caniche, vecina de un barrio que alguna vez fue de grandes casonas de tejas y hoy vive a la sombra de rascacielos de lujo.
Si la gente estaba emocionada no era por los sondeos, sino porque al menos sintieron que su candidata volvía al ruedo. Bullrich insistió en que solo ella tiene un equipo preparado para la gestión y recordó que Milei, en caso de ganar, no contará con los diputados y senadores necesarios para impulsar los cambios radicales que promete. “Estamos listos, sin mentiras, sin cinismos, sin romper todo. Somos una tripulación confiable, no somos locos”, dijo. Cerró su discurso con un “sí se puede” y demoró varios minutos en bajar del escenario. Fue evidente que disfrutaba del baño de masas, uno de los últimos que recibirá antes del domingo próximo.
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