Condenados a perpetua los imputados por asesinar en grupo al adolescente argentino Fernando Báez Sosa
El tribunal dictó la pena máxima para cinco de los acusados por considerarlos coautores del crimen y condenó a otros tres a 15 años por ser partícipes secundarios
El argentino Fernando Báez Sosa, de 18 años, fue asesinado a golpes por un grupo de jugadores de rugby. Cinco de los imputados por este crimen, perpetrado hace tres años a la salida de una discoteca de la costa, fueron condenados este lunes a cadena perpetua. Los jueces les dieron la pena máxima por considerarlos coautores del crimen. Los otros tres imputados fueron condenados a 15 años de cárcel por ser considerados partícipes secundarios en su muerte.
La sentenc...
El argentino Fernando Báez Sosa, de 18 años, fue asesinado a golpes por un grupo de jugadores de rugby. Cinco de los imputados por este crimen, perpetrado hace tres años a la salida de una discoteca de la costa, fueron condenados este lunes a cadena perpetua. Los jueces les dieron la pena máxima por considerarlos coautores del crimen. Los otros tres imputados fueron condenados a 15 años de cárcel por ser considerados partícipes secundarios en su muerte.
La sentencia del Tribunal Oral en lo Criminal 1 de Dolores fue recibida de pie por los ocho imputados. Máximo Thomsen, de 23 años; Ciro Pertossi, de 22; Luciano Pertossi, de 21; Enzo Comelli, de 22; y Matías Benicelli, de 23 fueron condenados a perpetua por el delito de homicidio doblemente agravado por premeditación y alevosía. Blas Cinalli, de 21; Ayrton Viollaz, de 23; y Lucas Pertossi, de 23, a 15 años como partícipes secundarios del mismo delito. La mayoría de los condenados tenían en común su pertenencia al club de rugby Náutico Arsenal de Zárate.
Al escuchar el fallo, Thomsen se desvaneció, mientras dos de los condenados a perpetua rompieron a llorar. Rosalía Zárate, la madre de Thomsen, pidió un médico y a gritos exigió que le dejasen estar con su hijo y que sacasen fuera de la sala a los periodistas. Los jueces interrumpieron brevemente la lectura del veredicto y la retomaron poco después sin la presencia de Thomsen.
“Acá estamos Fer, 3 años después. 3 años de lucha, de angustia, de dudas, de miedos. Perpetua para 5 de tus 8 asesinos. Duele el corazón, porque vos no volvés, duele porque a vos te arrebataron todo. La vida se pierde para siempre, que la libertad también”, escribió la familia de la víctima en Twitter tras conocer la sentencia. Sus palabras están acompañadas con una foto de Báez Sosa junto a su madre, Graciela.
Fernando Báez Sosa era el hijo único de los paraguayos Silvino Báez y Graciela Sosa. En enero de 2020 se fue de vacaciones con su novia y amigos a Villa Gesell, una de las ciudades de la costa bonaerense más populares entre los jóvenes. Llevaba una semana allí cuando la noche del 17 fueron a bailar a la discoteca Le Brique. Allí dentro ocurrió el primer encontronazo con los rugbiers, que hizo que los expulsasen del local pasadas las cuatro de la madrugada del día 18.
Ya en la calle, Báez Sosa se alejó unos metros de sus amigos y cuando los rugbiers lo reconocieron lo atacaron por la espalda y lo empezaron a golpear hasta tirarlo al suelo. Continuaron con la paliza incluso cuando no se movía y yacía inconsciente, asestándole patadas en la cabeza y en la cara que lo desfiguraron y le provocaron una hemorragia interna que le causó la muerte. Mientras unos le pegaban, otros impedían que los amigos de la víctima se acercasen a intentar ayudarlo.
La paliza, ocurrida en una de las calles más céntricas de Villa Gesell en plena temporada estival, fue presenciada por decenas testigos y registrada en grabaciones que se viralizaron y fueron expuestas como prueba durante el juicio. También se filtraron a la prensa los chats entre los acusados en las horas posteriores al crimen, donde llegaron a alardear de lo ocurrido. “Peleamos y ganamos, nos vamos al centro a premiar”, escribió uno de ellos. A medida que empiezan a tomar conciencia de que Báez Sosa está muerto, comienzan a buscar una coartada que se cae con rapidez.
“Es un negro de mierda, vamos a matarlo”, arengó uno de ellos durante el ataque, según uno de los 87 testimonios escuchados por el tribunal, el de Luciano Bonamaison. Aunque la muerte de Báez Sosa no fue juzgada como un crimen racial, el organismo que vela contra la discriminación, el Inadi, subrayó en un comunicado que se trató de “un claro ataque racista”.
Un caso paradigmático
El veredicto llegó después de tres años de espera que han sido especialmente lentos en las últimas semanas. Durante todo este tiempo, el país ha visto en bucle, en televisión abierta y en los principales portales de noticias, como Fernando Báez Sosa era asesinado a golpes por los acusados. El fuego se avivó en las últimas semanas: la etapa final del juicio, en la que por primera vez hablaron los acusados y sus familias, comenzó a principios de enero con una transmisión pública que cientos de miles de personas siguieron en en canal de Youtube de la Suprema Corte de Justicia de la Provincia de Buenos Aires. Este lunes, más de 95.000 personas se conectaron al canal judicial para escuchar en directo la sentencia. El juez a cargo de la instrucción, David Mancinelli, argumentó que los argentinos vieron reflejado en la víctima a sus hijos y a sus hermanos y pedían una condena ejemplar para quienes lo asesinaron.
Fuera del tribunal de Dolores y también a las puertas de la discoteca Le Brique, en Villa Gesell, la condena a perpetua fue recibida con aplausos y abrazos entre quienes se habían congregado allí en apoyo a la familia de Báez Sosa.
“¿Thomsen se desmayó? Así le pegaron a Fernando, desmayado”, ironizó el abogado querellante, el mediático Fernando Burlando, al salir de la sala de audiencias. Burlando, abogado de farándula y famosos, se ofreció a trabajar gratis en el caso y su presencia terminó de arrastrar la atención de los medios.
El pasado 27 de enero, cuando las audiencias terminaron y el tribunal confirmó que dictaría su sentencia este lunes, el abogado lanzó una encuesta en Twitter en la que preguntaba a sus seguidores cuál debería ser la sentencia “conforme a las pruebas presentadas”. Recibió más de 267.000 votos entre acusaciones de querer presionar a los jueces.
La sed de justicia invadió las calles y las redes. “Si no es perpetua, no es justicia”, fue un eslogan que se cantó en las puertas del tribunal y que ha decorado muchas paredes e incluso puertas de negocios en la capital argentina.
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