Condenada a 80 años de cárcel la pareja que asesinó a una payasa itinerante en Brasil
La familia de la venezolana Julieta Hernández, conocida como ‘Miss Jujuba’, lamenta que el crimen no fuera juzgado como feminicidio
La pareja brasileña que una noche de diciembre de 2023 alojó en una espartana posada a una artista de circo itinerante venezolana acaba de ser condenada por asesinarla para robarle el teléfono móvil y esconder después su cuerpo. Julieta Hernández Martínez, que con la nariz roja de payasa se convertía en Miss Jujuba, tenía 38 años cuando fue cruelmente asesinada mientras pernoctaba durante un viaje en bicicleta que la llevaba de vuelta a su patria, Venezuela, a las puertas de la Navidade. La jueza de Presidente Figueiredo, la ciudad de la Amazonia donde ocurrió el crimen, condenó el pasado jueves a Thiago Agles da Silva, a 41 años de cárcel, y a su pareja, Deliomara dos Anjos Santos, a 37 años, por los delitos de robo seguido de muerte y ocultación de cadáver. La familia de la víctima, que batalló porque el crimen fuera juzgado como un feminicidio, recurrirá la sentencia y reclamará de nuevo que el caso sea reclasificado, explica su hermana, Sophia.
Los acusados, una pareja con hijos, fueron absueltos del delito de violación, que la Fiscalía les imputó, porque, según la juez, los exámenes periciales no fueron concluyentes. Los asesinos están en prisión provisional desde que fueron detenidos días después del crimen.
La União Brasileira de Mulheres, una organización que ha acompañado desde el inicio a la familia Hernández, criticó la sentencia en una nota. Sostiene que la decisión de la juez “incluye graves errores y refuerza una justicia que todavía no considera la violencia contra la mujer desde una perspectiva de género, como establecen leyes y tratados internacionales de los que Brasil es firmante”. El grupo también critica que la sentencia se apoye básicamente en el testimonio de los policías y denuncia que varios documentos se perdieron durante la investigación.
La hermana y la madre de Miss Jujuba emprendieron una batalla por su memoria y para que se haga justicia. En su campaña para que el caso fuera considerado como un feminicidio y no un robo seguido de muerte, las Hernández lograron ser recibidas por la ministra de Mujeres de Brasil, y por la esposa del presidente Luiz Inácio Lula da Silva, Janja. Con el tiempo, sintieron que el prometido respaldo no se traducía en avances concretos. Precisamente, poco antes de que la sentencia fuera divulgada, la hermana de Miss Jujuba criticaba en un vídeo colgado en Instagram la demora del caso y reclamaba más apoyo al Gobierno federal y a la primera dama de Brasil.
El perfil de la víctima y las circunstancias del crimen consiguieron que el asesinato tuviera una gran repercusión mediática y puso el foco tanto en las graves amenazas que acompañan a las mujeres que viajan solas, como en la precariedad y los múltiples retos cotidianos de los artistas callejeros itinerantes que recorren Latinoamérica.
Miss Jujuba, que creía firmemente en el poder del arte para cambiar el mundo, llevaba años recorriendo el Brasil más profundo con su pequeño show. La venezolana era parte de una tupida red de profesionales del circo que, poco después de que dejara de responder a los mensajes, dio la voz de alarma y se activó para buscarla. Ante el desinterés inicial de la policía de Presidente Figueiredo, sus colegas reunieron dinero para enviar unas emisarias hasta aquella ciudad de la Amazonia, a cien kilómetros de Manaos. En cuando los agentes hicieron un registro en la posada, localizaron la bicicleta de Hernández. Y poco después, su cadáver.
La jueza sostienen en su fallo que el ahora condenado, borracho y drogado, intentó robarle el celular a Hernández, que dormía en una hamaca. El fallo apunta también que la mujer condenada, presa de un ataque de celos, roció a ambos con alcohol y les prendió fuego. Luego él ahorcó a la venezolana y juntos enterraron el cuerpo en el jardín. Sophia, la hermana de Miss Jujuba, explicaba el año pasado que el motivo del ataque no fue el celular porque los asesinos nunca lo desbloquearon.