El Congreso de Perú destituye a Dina Boluarte como presidenta
La profunda crisis de violencia precipita un proceso exprés de remoción cuando faltan seis meses para las elecciones. El jefe del legislativo, José Jerí, asume como mandatario interino
El Congreso de Perú ha aprobado la madrugada de este viernes la destitución de la presidenta Dina Boluarte tras poner en marcha un proceso de remoción exprés. El legislativo había citado además a la jefa de Estado para que ejerciera de inmediato, esta misma madrugada, su defensa antes de proceder a la votación, pero esta ha rechazado hacerlo al considerar inconstitucional el procedimiento. Las cuatro mociones, tipificadas bajo la figura constitucional de “vacancia por incapacidad moral permanente”, han sido aprobadas gracias a los votos de los partidos de derecha y el fujimorismo que hasta ahora apoyaban a Boluarte. El presidente del Congreso, José Jerí, un abogado que afrontó una denuncia por violación archivada hace dos meses, es el político llamado a reemplazar a la mandataria. Será el encargado de pilotar el país hasta las próximas elecciones, previstas para abril de 2026, y el relevo presidencial, fijado para el 28 julio. En su primer discurso, Jerí prometió “instalar y dirigir un Gobierno de transición, de empatía y de reconciliación nacional”.
Tras la destitución, la ya expresidenta compareció, rodeada de su gabinete, para hacer alarde de su gestión y exhibir sus logros, aunque su largo mensaje fue interrumpido por las cadenas de televisión debido a la toma de posesión de su sucesor. Durante la tarde habían circulado informaciones confusas sobre una inminente renuncia y una supuesta petición de asilo a algún país latinoamericano. El abogado de Boluarte lo desmintió públicamente a través de las redes sociales.
La moción de censura se había puesto en marcha la mañana del jueves por iniciativa de la bancada de Renovación Popular —la formación liderada por el alcalde de Lima, el ultraconservador Rafael López Aliaga, alias Porky— por la profunda crisis de violencia que asfixia a los peruanos. Horas antes, el miércoles por la noche, la popular banda de cumbia Agua Marina sufrió un atentado durante su actuación en un recinto militar de Lima, supuestamente uno de los lugares más seguros del país. Cuatro integrantes del grupo recibieron disparos en el tórax y en la pierna.
Boluarte, que asumió el mando tras el intento fallido de autogolpe de Pedro Castillo en diciembre de 2022, mantenía hasta hoy un férreo control del Congreso, la institución más desprestigiada de Perú desde al menos una década, según las encuestas. En el camino hacia su caída resultó clave el voto de Fuerza Popular, el partido derechista encabezado por Keiko Fujimori.
En cualquier caso, no fueron las muertes de medio centenar de manifestantes, ni su abandono del cargo para realizarse una rinoplastia y plancharse las patas de gallo en secreto. Tampoco los favores bajo el tapete a cambio de joyas y relojes de alta gama, ni la sospecha de haber encubierto a prófugos de la justicia. Boluarte afrontó sus horas más complicadas como política por su incapacidad para combatir la ola de criminalidad que golpea a Perú.
El Congreso, que la mantuvo a flote en un pacto para sobrevivir hasta el 2026, le soltó de repente la mano. Su mandato, que comenzó con el pie izquierdo al no cumplir su promesa de convocar elecciones, desató una serie de movilizaciones desde la sierra sur hacia la capital. La desmedida represión de las fuerzas del orden las dispersó por un tiempo, pero se reavivaron a mediados de 2024 por las mafias de extorsiones y sicariato que tienen en jaque al transporte urbano y a comerciantes de diversos rubros (categorías).
Hace algunas semanas, la juventud —autoproclamada como la Generación Z— agitó las calles nuevamente. Pero ha sido el reciente atentado contra la orquesta de cumbia Agua Marina el que ha propiciado esta situación. La bancada Renovación Popular, que le había salvado el cogote a Boluarte en más de una oportunidad, impulsó una moción de vacancia en su contra. Con el correr de las horas se plegaron las bancadas con más integrantes en la Cámara: Fuerza Popular, Alianza para el Progreso y la coalición Juntos por el Perú, Voces del Pueblo y Bloque Magisterial. En total han sido cuatro mociones de vacancia. A falta del voto o de la decisión de una posible renuncia, en casi tres años de mandato, por primera vez Boluarte se tambalea y no tiene dónde agarrarse para mantenerse en pie.
Se marcha una presidenta cuya popularidad rondó el margen de error y cuyos discursos no conectaron nunca con el pueblo. Una presidenta que no supo manejarse en el terreno diplomático y retiró a sus embajadores de México, Colombia y Honduras después de lanzarse dardos con sus jefes de Estado. Una presidenta que tensó las cuerdas con el Sistema Interamericano de Derechos Humanos y desobedeció sus órdenes en reiteradas ocasiones, como cuando no se interpuso en la cuestionada excarcelación del autócrata Alberto Fujimori a fines de 2023.
Boluarte, además, será recordada por promulgar la ley de amnistía que favorece a aquellos militares que cometieron violaciones contra los derechos humanos entre los años 80 y 2000. Una de las postales tristemente célebres que deja su mandato es su caluroso saludo con Juan Rivero Lazo, exjefe del servicio de inteligencia del Ejército, condenado a 25 años de cárcel por la masacre de Barrios Altos, como invitado de honor en Palacio. También se le recordará por su colección de frases indiferentes y distorsionadas de la realidad: “Puno no es el Perú” o su consejo de “no contestar las llamadas desconocidas” para evitar ser extorsionado.
Con su salida, Perú continúa sumido en la inestabilidad: sumará siete presidentes en los últimos nueve años.