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Pablo Grillo, el fotógrafo que expone la brutalidad policial en Argentina

El impacto de una bomba de gas en la cabeza durante una marcha de jubilados tiene al reportero al borde de la muerte

Una fotografía de Pablo Grillo trabajando en Brasil.Agustín Pedernera

Pablo Grillo tiene 35 años y es fotógrafo. El miércoles pasado, fue con su cámara hasta la plaza frente al Congreso en Buenos Aires para documentar la última protesta de jubilados. Apenas pasadas las cinco de la tarde de aquel día, la policía lanzaba bombas de gas lacrimógeno y los carros hidrantes dispersaban a la multitud. Grillo vio un mueble de madera ardiendo sobre el asfalto. Esquivó los chorros de agua y se arrodilló para sacar una foto de los antidisturbios a través de las llamas. Apuntó con su cámara y segundos después se desplomó. Una bomba lacrimógena lanzada por un gendarme le dio de lleno en la cabeza y le partió la frente. Grillo lleva una semana entre la vida y la muerte, como evidencia de la política de mano dura contra las protestas que aplica el Gobierno de Javier Milei.

Instante en que Pablo Grillo cae herido por el impacto de un cartucho de gas lacrimógeno disparado por la Gendarmería durante la marcha en apoyo a los jubilados del miércoles 12 de marzo, en Buenos Aires.José Manuel Foglia

La ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, es la cara más visible del recrudecimiento de la brutalidad policial. Bullrich lleva días justificando el disparo que casi mata a Grillo con el argumento de que es “un militante kirchnerista”. Se niega además a investigar al gendarme que lanzó la bomba de gas en forma horizontal y no 45 grados hacia el cielo, como exige el protocolo. Este miércoles, habrá una nueva marcha de jubilados frente al Congreso, a la que se han sumado sindicatos, movimientos sociales y partidos políticos opositores. Existe el temor de que todo se salga, una vez más, de control.

Fabián Grillo acaba de ver a su hijo en la UCI y este martes está más animado que el lunes. “Mueve los párpados, las manos y las piernas. De a poco le van bajando la sedación y la asistencia respiratoria. Le hablamos mucho, porque seguro escucha. Le contamos de su sobrina de siete años, del club Independiente y de los amigos el barrio”, dice. Y cuenta que su hijo es, sobre todo, un artista al que se le da la fotografía, el dibujo, la escritura y hasta el baile. Hace diez años, Pablo se peleó con una novia y viajó con un amigo a México. El padre, fotógrafo aficionado, le dio una cámara y Pablo se las ingenió para vivir de ella. “Le sacaba fotos en la playa a los estadounidenses que se casaban en la playa. Una productora que estaba haciendo una película lo vio y lo contrató. Luego intentaron llevarlo con un contrato a Estados Unidos, pero Pablo quiso volver a Buenos Aires”, cuenta el padre. ¿Por qué volvió? “Por qué Pablo es Pablo”.

Pablo Grillo es asistido por un voluntario de Defensa Civil tras el impacto. José Manuel Foglia

De vuelta en Argentina, el padre le recomendó que sistematizara lo que había aprendido desde la práctica. Pablo se apuntó entonces en un curso en Argra, la asociación de reporteros gráficos argentinos. “Podría haber entrado en algún medio”, dice Grillo sobre su hijo, pero prefirió trabajar en el hospital de Lanús, en el extrarradio sur de Buenos Aires. Cuando la ministra Bullrich se esforzaba por achacarle su activismo político, dijo a modo de denuncia que Pablo era empleado del municipio de Lanús, en manos del kirchnerismo. “¿Sabés de que trabaja? Cuida el parque del hospital, porque otra de sus pasiones son las plantas. Y le va bien, porque como dibuja y estudió diseño industrial desarrolló un proyecto de parquización propio”, dice Fabián Grillo. Pese a su trabajo, Pablo nunca dejó la cámara. “Fotografía los actos del hospital y tiene amigos por todos lados. Digamos que es un militante crítico, siempre marcando distancia para mantener su independencia”.

El miércoles pasado, Pablo Grillo tomó su cámara y se plantó en el Congreso para documentar la manifestación de los jubilados. Juan Manuel Foglia, fotógrafo de la agencia Noticias Argentina, fue testigo directo del impacto de la bomba de gas. “Estaba fotografiando la represión de la gendarmería cuando veo a este chico que se cubría de los chorros de agua con una madera, a modo de escudo. Quería llegar al mueble incendiado en medio de la calle”, cuenta. A Foglia le pareció una buena foto y disparó su cámara. “Lo tengo de frente y después tengo el instante en que cae. En ese momento nadie vio nada, pero era evidente que estaba mal. Cuando estás en una marcha y recibís un golpe te querés ir corriendo, pero este chico quedó tendido en el asfalto. Ni se me ocurrió que podía ser lo que después fue”, dice. Unos manifestantes sacaron a Pablo a rastras de la línea de fuego y “cuando lo pusieron sobre el pavimento se dieron cuenta de que tenía abierta la cabeza. El chico estaba vivo, porque temblaba. La policía seguía tirando y era todo una humareda. Un paramédico se acercó y le tapó la cabeza. Pareció una eternidad, pero cuando miré el reloj de la cámara me doy cuenta de que no había pasado más de un minuto”, cuenta Foglia.

Fabián Grillo, padre del fotógrafo, frente al Hospital Ramos Mejía donde se encuentra internado su hijo desde el 12 de marzo. Este martes en Buenos Aires.MARIANA NEDELCU

Ese mismo día, el Gobierno intentó, sin demasiado éxito, imponer su propio relato. La marcha de los jubilados, a la que ese día se habían sumado hinchas de fútbol, había sido un “intento de golpe de Estado”. Y el disparo que tiene ingresado a Grillo no merecía responsables. “El policía dispara como dicen los manuales”, dijo la ministra Bullrich, mientras dibujaba con su mano una parábola ascendente. “Ese disparo de una granada de gas lacrimógeno rebota en el piso o en una estructura metálica muy dura y quemada que ellos mismos [los manifestantes] habían puesto ahí como una barricada. Y por mala suerte, como el fotógrafo estaba sacando una foto tirado en el piso, en el rebote (no sabemos si es la granada o desprendimiento del fierro) le pegó en la cara. El policía tiró la granada correctamente, no vamos a juzgar a un policía”, advirtió Bullrich.

El análisis de los vídeos de la manifestación desmienten a la ministra, incluso en detalles evidentes. La estructura metálica era en realidad un mueble de madera que llevaba varios minutos prendido fuego en medio de la calle. El proyectil no rebota en el suelo ni en estructura alguna, sino que pasa sin interferencias a través de la madera, que queda dañada. Y, lo que es más relevante, el disparo del gendarme sigue una línea recta a menos de un metro de altura.

Fotoperiodistas argentinos participan de una protesta frente al Congreso en solidaridad con Pablo Grillo, el 14 de marzo pasado. STRINGER STR (EFE)

El informe que el ministerio de Seguridad presentó después de la protesta ante la justicia también desmiente a la ministra: “El fotógrafo Pablo Grillo, que se encuentra internado en el hospital Ramos Mejía, fue herido en su cabeza aparentemente por un proyectil de gas lacrimógeno que habría sido lanzado con trayectoria horizontal desde una distancia alejada del lugar donde se encontraba el fotógrafo”. El viernes, Milei salió en defensa de Bullrich y reivindicó el discurso de mano dura. Dijo que “los buenos son los de azul”, por el color del uniforme policial, “y los hijos de puta que andan con trapos en la cara y queman autos y amenazan a toda la gente porque no quieren perder sus curros son los malos”. Entre “los malos” de Milei está Pablo Grillo, el fotógrafo.

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