Una nueva vida después de la cárcel para Vladimiro Montesinos, el temido asesor de Fujimori

El antiguo jefe del Servicio Nacional de Inteligencia del Perú intenta reescribir su memoria desde TikTok y coquetea con la política a dos años de su liberación

Vladimiro Montesinos, durante un juicio.Europa Press/Contacto/El Comercio (Europa Press/Contacto/El Comerci)

Le decían el ‘Doc’, fue dado de baja del Ejército por vender secretos de Estado, organizó escuadrones de la muerte, tuvo estrechos lazos con el narcotráfico, y tejió una red de corrupción sorbornando a políticos, jueces, empresarios, personajes de la farándula y dueños de medios de comunicación. Vladimiro Montesinos, el brazo derecho e izquierdo de Alberto Fujimori en los años noventa, diseñó un sistema para controlarlo todo desde las sombras: instaló cámaras y micrófonos ocultos en sus oficinas del Servicio Nacional de Inteligencia del Perú para tener bajo su poder a cada visitante que tarde o temprano se enteraría de la existencia de esas cintas en formato VHS.

Hace 25 años esas mismas cintas, conocidas como los ‘Vladivideos’, se volvieron en su contra. Fueron propaladas en televisión, el pueblo peruano salió a las calles, Montesinos huyó en un velero y Fujimori renunció a la presidencia por fax desde Japón. Ocho meses después, el asesor fue capturado en Venezuela y posteriormente fue condenado por múltiples delitos, entre ellos fue sentenciado a 25 años de prisión por dirigir al Grupo Colina, un grupo paramilitar que cometió matanzas contra inocentes bajo la sospecha de que eran terroristas.

El tiempo ha seguido su curso con sobresaltos y pronto sucederá lo que se veía lejano: el 24 de junio de 2026 es la fecha establecida para que Montesinos deje el penal de la Base Naval del Callao y recobre su libertad a los 81 años. En las últimas semanas se ha voceado su afiliación a un partido político que todavía se encuentra en proceso de inscripción (Por amor al Perú) y ha sido suficiente para que un sector de la población se pregunte qué pasaría si se lanzara como candidato a la presidencia.

“Si bien ha delinquido, él tiene algunos atributos y algunas virtudes que nos demostró en la lucha contra el terrorismo. Y en este momento el Perú vive una situación de terrorismo. Hay que contemplar que el señor es un ser humano y que puede haberse rectificado de sus errores”, lo ha defendido Raúl Mendiola, el presidente de Por amor al Perú. El personero de dicha agrupación, Willy Quintana, ha hecho lo propio bajo el mismo tono: “Puede restar votos como también puede sumarlos. Es un ciudadano que quiere pertenecer a un grupo político. Yo no soy quién para cuestionarlo”.

En las calles la gente ha estado dividida. En una orilla están quienes se enfurecen con la sola posibilidad de que uno de los hombres más corruptos de la historia peruana aspire al poder y de la otra quienes a sabiendas de sus antecedentes lo consideran un “mal necesario” en un contexto vulnerable, donde la extorsión y el sicariato se han disparado. “Con tal que mate a todos estos desgraciados que están matando a tanta gente inocente, sí, claro, ¿por qué no?”, dijo una señora en un noticiero.

Abogados, analistas políticos y especialistas en temas electorales han salido a aclarar el asunto. “Montesinos y la gente a su alrededor saben que jurídicamente no puede postular”, ha enfatizado el constitucionalista Luciano López. Dos son las razones: primero deberá cumplir su condena, la cual concluirá dos meses después de la primera vuelta de las elecciones generales del 2026 y, por tanto, no le alcanzarán los tiempos; y segundo, de acuerdo a la Ley Orgánica de Elecciones, están impedidos de postular aquellos morosos que no han pagado su reparación civil. En su caso es millonaria. Se calcula que Montesinos le adeuda al Estado alrededor de 558.9 millones de soles (151.067 millones de dólares).

Pero más allá de que la hipotética candidatura de Vladimiro Montesinos sea inviable, ha llamado la atención de que cuente con una porción de simpatizantes que le entregarían el país. El politólogo José Alejandro Godoy, autor de Los herederos de Fujimori y El último dictador, ensaya explicaciones: “Evidentemente hay un sector de la ciudadanía que busca respuestas rápidas en seguridad ciudadana. Por un lado está el público más autoritario, envalentonado por líderes como Trump, que ve en la idea de la mano dura a todo costo la única salida para acabar con la delincuencia. Y por el otro, un público joven al que por cuestiones familiares le pueden haber vendido la idea de que el señor venció al terrorismo, cuando más bien él complicó la lucha conrasubversiva”.

En octubre del año pasado, una cuenta con la foto de Montesinos —terno, gafas de marcos dorados, la calvicie que siempre trató de disimular y el dedo alzado— irrumpió en TikTok. Una cuenta que bordea los 55 mil seguidores y que está dedicada a reivindicar su imagen. Su abogada Estela Valdivia ha confirmado su autenticidad por lo que se desprende que lo maneja un equipo detrás suyo. Se trata de una veintena de videos, en su mayoría clips de audiencias donde Montesinos se envalentona y rebate al juzgado. También usan la plataforma para promocionar algunos de sus libros escritos en prisión como Espionaje chileno y Con el terrorismo no se negocia, los cuales son enviados a todo aquel que comparta su correo electrónico. Y además hacen eco de su eventual regreso a la escena política.

“Fujimori lanzó videos para intentar reescribir la historia, pero se convirtieron en un imán para que muchas personas, entre las que me incluyo, hiciéramos correcciones y precisiones. Si Montesinos quiere ir por ese camino tendrá que cuidar eso y medir sus pasos. A diferencia de Fujimori, él tiene más experiencia en mecanismos de desinformación”, subraya José Alejandro Godoy. “Montesinos tiene una ventaja: como su exsocio Fujimori falleció el pasado, él podría dar su versión de los hechos sin que Fujimori pueda refutarlo. Además podría alentar una narrativa donde acepte que cometió errores o ciertos delitos para tratar de justificarlos”, agrega.

El politólogo considera que los coqueteos de Montesinos con la agrupación Por amor al Perú, en realidad son un sondeo del mercado electoral con miras a prestar sus servicios como asesor más que como candidato. Una de las grandes interrogantes es si Keiko Fujimori, la heredera naranja, se acercará a Montesinos cuando salga en libertad. Godoy se permite dudar. “Salvo por algunos simpatizantes del fujimorismo más orgánico, Montesinos ha sido despreciado. Keiko se ha esforzado en levantar la idea de que en el año 2000 ella se opuso a que él formara parte del entorno de su padre. Y ningún político lo ha reivindicado. Montesinos es una suerte de gran apestado de la política nacional”, concluye. Por ahora, las redes sociales, ese campo de batalla donde se imponen ideas y se propagan falsedades, asoma como su único reducto para resarcir su imagen a los ochenta años.


Sobre la firma

Más información

Archivado En