La firmeza de la oposición venezolana por lograr la investidura presidencial endurece aún más al chavismo

EE UU y los opositores en torno a María Corina Machado se muestran convencidos de que Edmundo González sustituirá a Nicolás Maduro el 10 de enero, pese a las amenazas de cárcel

María Corina Machado y Edmundo González durante una protesta en Caracas, Venezuela, el 30 de julio de 2024.Alfredo Lasry R (Getty Images)

Venezuela tiene marcada una fecha en el calendario en la que una parte del país anticipa un cambio de rumbo. María Corina Machado y Edmundo González, los líderes de la oposición, han insistido esta semana en que el segundo será investido presidente el 10 de enero de 2025, cuando acabe el actual periodo presidencial. “Hay una convicción absoluta en que va a ser así, ahora estamos más convencidos que nunca”, dice una fuente de la oposición, que no explica de qué modo ni en qué términos podría enfundarse González la banda presidencial en el Capitolio, en Caracas.

La firmeza de los opositores ha generado preocupación entre el chavismo, que ha endurecido todavía más su discurso contra Machado y González, a los que acusa de promover un golpe de Estado. A su vez, el oficialismo ha aprobado una ley, la Bolívar, que contempla la inhabilitación para cargos públicos y penas de cárcel para quienes apoyen las sanciones internacionales que le aplica Estados Unidos a Venezuela. La Administración estadounidense de Joe Biden ha alimentado esta narrativa, asegurando también que los días del chavismo están contados. Y que el próximo secretario de Estado con Donald Trump sea Marco Rubio, un halcón del que se espera una postura inflexible con el chavismo, ha entusiasmado a un sector de la oposición que cree que la transición en Venezuela se encuentra cercana.

El Edmundo González que se ha visto esta semana luce muy distinto al que salió al exilio a España a principios de septiembre, casi dispuesto a ser olvidado. Ha endurecido el tono y ha mostrado con determinación su disposición a ser nombrado presidente por el mandato que le conceden los votos que recibió el 28 de julio, día de las elecciones presidenciales. Los testigos electores opositores recabaron miles de actas que demuestran que la victoria de Edmundo frente a Maduro, el actual presidente, fue avasalladora. González asegura que tomará posesión del cargo y, si no, se encuentra “moralmente preparado” para ser detenido. Esta afirmación contrasta con la moderación con la que suele expresarse en público.

No está claro cómo podría ser su regreso a Venezuela, de donde se marchó bajo coacciones tras una intensa persecución judicial. El número dos del chavismo, Diosdado Cabello, le ha respondido el arrojo mostrando en su programa de televisión el par de esposas doradas que le pondrá si pisa Venezuela. “No hay ni una sola posibilidad de que Edmundo González venga a Venezuela a juramentarse”, advirtió esta semana el también ministro de Interior y Justicia.

Un collage con actas del Centro Nacional Electoral durante una concentración convocada por la oposición, en agosto pasado en Caracas.Henry Chirinos (EFE)

El candidato de la Plataforma Unitaria, sobre la que se aglutinaron los partidos opositores mayoritarios, ha aprovechado su salida del país para sumar aliados internacionales a la causa y pedir que le reconozcan una vez el 10 de enero inicie un nuevo periodo presidencial en el país. Un compromiso firme sobre su reconocimiento no ha conseguido todavía del hasta ahora jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell. Este, sin embargo, ha insistido en la necesidad de “hacer cumplir la voluntad del pueblo venezolano el día de las elecciones”.

Como parte de la cruzada diplomática para mantener el tema vivo, Venezuela fue señalada como una “crisis regional” en la reciente cumbre en Italia del G-7, que se ha comprometido en apoyar a sus socios a lograr una transición, lo que supone una llamativa declaración. El regreso de González estaría precedido por una gira por América Latina, según anunció el político la semana pasada. Estados Unidos, el principal aliado de la oposición, con la Administración de Biden de salida y que ha desconocido oficialmente la autoridad de Maduro, ha dicho esta misma semana que consideraría darle alguna asistencia para el regreso del opositor si así lo solicitan. Un funcionario de la Casa Blanca, en conversación con periodistas, dijo: “Si recibiéramos una solicitud de él, la consideraríamos”.

Detenciones

A estos movimientos el Gobierno de Maduro ha respondido cerrando aún más libertades en el país. A las excarcelaciones de algunos de los detenidos en las protestas contra los resultados electorales le han seguido nuevas detenciones de dirigentes, empresarios y militares supuestamente implicados en conspiraciones. El chavismo ve amenazas por todos lados.

La llamada ley Libertador que aprobó esta semana la Asamblea Nacional está dirigida a endurecer la persecución y ampliar el espectro de enemigos, con penas de 30 años de cárcel, inhabilitación política, multas millonarias e imputaciones por lesa humanidad para quienes promuevan sanciones o desconozcan a las autoridades del chavismo. María Corina Machado, que dice estar en la clandestinidad, encarna esas acusaciones y está siendo investigada por traición de la patria. Este viernes, después de promulgar la ley con la que responden a la propuesta del Congreso estadounidense de imponer más sanciones, Maduro volvió a acusar a la oposición de tener planes de asesinarlo.

Machado cree que ha llegado el momento de una transición. “Maduro tiene que aceptar una propuesta para aceptar su salida del poder, de lo contrario será peor para él. No vamos a renunciar a aquello que nos pertenece”, ha afirmado esta semana la opositora. Todo esto ha generado un clima de máxima tensión. Durante toda esta semana, la Policía Nacional Bolivariana ha ido aumentando el asedio a los seis dirigentes políticos asilados en la Embajada de Argentina en Caracas -en este momento administrada por Brasil-, cinco de los cuales son estrechos colaboradores políticos de Machado. Les han cortado la luz desde el exterior y las tomas de agua, mientras unos drones sobrevuelan las instalaciones.

Una persona sostiene la bandera de Venezuela en color negro frente a la embajada de Argentina, en Caracas, en julio pasado.Henry Chirinos (EFE)

Uno de los opositores más importantes, Juan Pablo Guanipa, alguien muy cercano a Machado, asegura, al otro lado del teléfono, que la estrategia de la oposición está centrada en este momento en aumentar la presión interna antes del 10 de enero, para que “las bases que sostienen a Maduro puedan ceder. Lo que debería pasar es que quien se juramente sea Edmundo. Todo el mundo sabe que el 28 de julio ganó él, lo sabe Maduro, lo saben los militares y los que apoyan a Maduro”, señala el político, que también se encuentra a resguardo por la persecución de las autoridades chavistas. Concede, sin embargo, que pueda juramentar Maduro, pero añade: “Eso no sería el final de esta lucha”. “El venezolano cree en el Estado de derecho, en la supremacía de la democracia, en la separación de poderes y esos son triunfos frente a los intentos del chavismo de cambiar nuestra manera de pensar. El venezolano está indignado y está convencido de que el cambio político tiene que ser una realidad”, añade.

Entre otros dirigentes opositores relevantes, pero no tan cercanos a Machado, hay también optimismo. En las últimas semanas, han retomado el contacto con ella, aunque desconocen su paradero. “Hablamos con ella, aunque no nos cuenta todo”, afirma uno de ellos, que ha preferido mantener su nombre en la reserva. “Está muy decida, muy enfocada y totalmente resuelta a encarar lo que se aproxima”.

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