Chibolín, un “enviado de Dios” y futuro presidente de Perú caído en desgracia

La prisión dictada para el presentador de televisión, que solía impulsar obras benéficas, ha puesto al descubierto una red de tráfico de influencias que ha salpicado a diversas esferas del Estado y el poder

Andrés Hurtado 'Chibolín', luego de ser detenido.MINISTERIO PÚBLICO PERÚ

Solía decir que era un enviado de Dios que hablaba con los extraterrestres, lleva el nombre de un héroe de la Guerra del Pacífico y hasta hace un tiempo sostenía que sería el próximo presidente del Perú. En más de un reportaje se le encumbró como un ejemplo de ascenso social: pasó de vivir en una humilde quinta y limpiar casas de niño a actuar en el programa humorístico más visto del país, y años más tarde a conducir un programa propio en horario estelar, codearse con famosos y presumir ropa de diseñador, autos de alta gama y anillos de diamante. Pero debajo de las batas Versace se habría ocultado siempre un operador de alto vuelo, acusado de proxenetismo, con contactos claves en diversos círculos de poder.

Andrés Avelino Hurtado Grados, más conocido como Chibolín —desde sus tiempos como payaso de barrio en fiestas infantiles—, es el protagonista de la trama más reciente de la realidad peruana, una que compromete a un reparto de lujo: una jueza anticorrupción, una fiscal superior, una exjefa de Migraciones, un exdirector de Inteligencia, futbolistas, empresarios mineros de dudosa reputación y hasta a uno de los narcotraficantes más temidos de la región.

En los últimos diez años, Chibolín se dedicó a documentar sus obras de caridad en vivo y en directo durante cada sábado. Refaccionó comedores populares en la punta del cerro; amobló casas de familias en extrema pobreza; recorrió mercados, regalando canastas de víveres y miles de soles en efectivo; impulsó colectas para pequeños con enfermedades raras; donó sillas de ruedas para adultos amputados; gestionó operaciones para madres con tumores cerebrales; y hasta besó las manos de niños con llagas. “Yo vivo feliz de hacer feliz a la gente”, decía, acomodándose el cabello platinado.

Desde su trono dorado, cual emperador, Chibolín recibía en la otra mitad del programa a artistas, pero sobre todo a alcaldes, gobernadores regionales, congresistas, empresarios, y políticos en campaña a quienes no solo les daba una vitrina ventajosa en la recta final, sino que además les rendía un homenaje que ningún otro canal les hubiese dado. Solo en el 2024, siete altos funcionarios de la Municipalidad de Lima visitaron su set y tuvieron todo el tiempo del mundo —media hora en tevé lo es— para hablar de sus obras y su trayectoria, ser condecorados con un plato recordatorio y ser aplaudidos por el público. Chibolín creaba para ellos una realidad alterna donde sí gozaban del reconocimiento popular. El alcalde de la capital, Rafael López Aliaga, cuya desaprobación supera el 62% desde hace un año, asistía a Sábados con Andrés para darse un autobombo a sus anchas, a sabiendas de que nadie lo refutaría.

Ese hombre que fue la imagen de la Teletón el año pasado y soñaba con convertirse en el próximo Don Francisco, pasará sus días tras las rejas por lo menos hasta marzo de 2026. Este miércoles el Poder Judicial dictó dieciocho meses de prisión preventiva en su contra por los presuntos delitos de tráfico de influencias y cohecho activo específico. A Chibolín se le acusa de haber “gestionado” la devolución de cinco barras de oro, de casi cuarenta kilos, incautadas por las fiscalías de crimen organizado, en favor del empresario Augusto Javier Miu Lei a cambio de un millón de dólares, en complicidad con la fiscal superior especializada en lavado de activos Elizabeth Peralta. Miu Lei, además, le habría pagado 80.000 dólares más a ficha fiscal —con Chibolín como intermediario— para sacar de carrera a su principal competidor en el negocio del oro, el accionista Jimmy Pflucker.

El tercer presunto hecho delictivo que ha determinado que Chibolín sea enviado a Lurigancho, al este de Lima, es una posible coima de 100.000 dólares a la fiscal Peralta parar archivar las investigaciones en contra de los hermanos Siucho Neira, un clan peruano de ascendencia china, acusados de exportar oro de la minería ilegal y que para añadir más morbo a esta historia resulta que son primos —y a su vez enemigos— de Miu Lei y, además, cuñados de un futbolista muy querido en el fútbol peruano: Edison Flores, mundialista en Rusia 2018.

Según Ana Siucho, la esposa del popular Orejas, Chibolín utilizó sus contactos para lograr en tiempo récord la desnacionalización de su hermano Roberto, también futbolista profesional, que necesitaba obtener la ciudadanía china para no ocupar plaza de extranjero en dicha liga oriental. A Chibolín, según ha contado, le bastó con un par de llamadas a Roxana del Águila, exsuperintendenta de Migraciones. Como parte de pago, los Siucho le cedieron un auto BMW valorizado en 33 mil dólares, propiedad de Edison Flores. Razón por la cual el atacante fue citado por la Fiscalía para declarar como testigo.

“¿Cómo pudo llegar tan lejos?”, se ha preguntado más de uno en las redes sociales, con maneras menos elegantes. Sobre todo porque Chibolín había prometido postular a las Elecciones Generales de 2026 luego de un coqueteo fallido en el 2021. La vedette Mariella Zanetti, antigua compañera de lentejuelas del animador —de cuando caricaturizaba a Liza Minnelli— ha dicho: “no vamos a ser hipócritas, creo que todo el mundo lo sabía. Era un secreto a voces”. El periodista César Hildebrandt, coherente con su estilo, fue más categórico: “es un viejo proxeneta que empezó en Las Cucardas (prostíbulo) llevando chicas a clientes de (Vladimiro) Montesinos que eran mandados por el SIN (Servicio de Inteligencia Nacional). Lo sé porque yo mandé a cubrir esa nota hace muchos años y la propalé”, contó en su podcast.

En enero de 1994, Chibolín fue detenido por la Policía por sus vínculos con Demetrio Chávez Peñaherrera, alias Vaticano, el narcotraficante más poderoso del Perú, y el gran proveedor de pasta de cocaína a los carteles de Cali y Medellín en los 80s y 90s, con una fortuna que alcanzaba los 1.000 millones de dólares. “(Chibolín) era reconocido por conducir a estrellas de la farándula a fiestas privadas de poderosas autoridades, empresarios y militares”, ha señalado el periodista Ángel Páez. Aquella vez el conductor salió bien librado. A raíz de los últimos escándalos se ha confirmado que Chibolín es el actual apoderado legal de Vaticano, quien fue liberado en 2016 tras purgar prisión durante 22 años.

En su intento por evitar ser apresado, Chibolín dijo que no recordaba su número de teléfono por tener TDAH (Trastorno Déficit de Atención e Hiperactividad) y que por eso solo estudió hasta quinto de primaria. Además, dijo: “soy hipertenso, tomo nueve pastillas al día, tengo arritmias. He estado internado en una clínica hace poco, porque soy el único caso en el mundo en haber tenido seis veces covid”; y pidió ser juzgado en libertad por tener una hija de nueve años que depende exclusivamente de él. Sus hijas mayores, Josetty y Gennesis, quienes viven en los Estados Unidos, y se autoproclaman Las Kardashian peruanas, se han mantenido al margen.

Entre otras ayudas desinteresadas se presume que José Fernández Latorre, exjefe de la Dirección de Inteligencia Nacional (DINI), habría destinado un presupuesto mensual para que el conductor blanqueara su imagen. A ello se suma que la jueza anticorrupción, Paola Valdivia Sánchez, ha confesado que este obscuro personaje de la farándula la ayudó a refaccionar su casa, aunque ha negado que haya sido a cambio de darle una mano en algún proceso legal. Se ha demostrado también que varios alcaldes han sido clientes de agencias de viajes vinculadas a Chibolín.

“Andrés Hurtado nos dio la mano a todos cuando lo necesitaban. Ahora vamos a ver quién está con él”, ha criticado el maquillador Carlos Cacho. Por lo pronto la Compañía de Bomberos le retiró el título de bombero honorario y las Fuerzas Armadas revocaron la resolución que le concedió la Medalla del Ejército del Perú. La famosa cantante puertorriqueña La India, quien supuestamente contrajo matrimonio con Chibolín en el 2019 —una de sus tantas medias verdades por el show—, ha guardado silencio. Y más de un político se ha amparado en “lo conozco, pero no sé nada”.

Si no fuese suficiente con tantas conexiones, la mandataria Dina Boluarte también estaría relacionada con el operador. Henry Shimabukuro, exasesor presidencial de Pedro Castillo, ha relatado que el traje amarillo con el que Boluarte se cruzó la banda presidencial en diciembre de 2022 fue un regalo de Chibolín. “Él (Andrés Hurtado) regalaba prendas y objetos para ‘endulzar’ a las personas. (…) Pero no solo el traje amarillo, sino también otras cosas como detalles por asumir el cargo de la presidenta”, ha indicado.

El irreverente Carlos León Moya sostiene que Chibolín es una metáfora de la podredumbre del Perú actual, donde todo está mezclado: economías ilegales, política, espectáculo y líos judiciales. En la última emisión de su programa, Andrés Avelino Hurtado Grados anunció que se tomaría una pausa de no más de tres semanas para resolver sus cuestiones legales y que en breve regresaría “para hacer aquello que hace feliz a la gente: entretenerlos, y llevar alegría y esperanza a los hogares de mis hermanos más necesitados. Así que muy pronto estaré de regreso si Dios me lo permite”. No será posible. Chibolín celebrará su 60 cumpleaños en la cárcel.

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