La derrota de Petro con la tributaria muestra que su frágil vía legislativa se cierra del todo
La difícil relación entre Ejecutivo y Legislativo de Colombia entra a una recta final en la que es improbable que se salven proyectos clave para el presidente, como la reforma a la salud o la jurisdicción agraria
El presidente Gustavo Petro sufrió una fuerte derrota este martes en el Congreso de la República que muestra el poco control que tiene el Gobierno sobre el Legislativo a nueve meses del fin de su mandato. Las comisiones económicas del Senado y la Cámara de Representantes hundieron la reforma tributaria y dejaron desfinanciado en 16,3 billones de pesos el Presupuesto General de la Nación para 2026. El proyecto de ley, que buscaba aumentar los impuestos al consumo para las bebidas alcohólicas y el tabaco, gravar los patrimonios superiores a 2.600 millones de pesos y subir la carga tributaria de las empresas del sector financiero y energético, entre otras medidas, se topó con una oposición política férrea.
La mayoría de la comisión cuarta del Senado, la misma que hace unos meses aprobó la reforma laboral de Petro, votó en contra de la tributaria y la archivó definitivamente, con 9 votos por el no y solo 4, los más oficialistas, por el sí. Varios de los senadores que apoyaron al presidente en otras iniciativas, como el líder afrocolombiano Paulino Riascos o el senador indígena Richard Fuelantala, esta vez votaron en contra. Las tres comisiones restantes no votaron, porque el reglamento del Congreso establece que este tipo de reformas necesita la aprobación de las cuatro comisiones. Si una lo niega, queda hundido. Pocos minutos después de conocer la noticia, el presidente criticó lo sucedido con un fuerte mensaje en sus redes sociales. “No es más que el desarrollo del odio político por encima del interés nacional”, dijo en referencia al hundimiento de su proyecto.
El ministro del Interior, Armando Benedetti, que no asistió a la votación en el Congreso, también lamentó el hundimiento. “La Ley de Financiamiento hundida es igual a bonos y riesgo alto y falta de capacidad para pagar la deuda externa, igual a más crisis económica. Y entonces la política social del Gobierno se verá afectada por los intereses tan altos de la deuda. Y todo porque un sector del Congreso vota con las vísceras”. Senadores y representantes afines al Gobierno se sumaron a las críticas contra el sector que hundió el proyecto de ley. Jorge Hernán Bastidas, ponente de la reforma, criticó que sus compañeros hubieran aprobado el presupuesto, pero negado la ley que buscaba los recursos para cumplirlo. “El Congreso no puede aprobar un presupuesto desfinanciado y luego negarse a deliberar sobre los recursos necesarios para cubrirlo”.
En contraste, los congresistas de oposición celebraron la caída del proyecto como una gran victoria contra el presidente. El senador y precandidato presidencial conservador Efraín Cepeda, fuerte crítico de la iniciativa, aseguró que el archivo evita la creación de nuevos impuestos para las clases más pobres durante la Navidad. “Hundimos la reforma tributaria del Gobierno Petro a pesar de las maniobras para bloquear el debate. La pretendían imponer a la fuerza”, dijo al salir del recinto. Cepeda advirtió de los riesgos de que el presidente decida implementarla por decreto, saltándose al poder Legislativo: “Atentos: ahora quieren abrir la puerta a una emergencia económica para intentar pasar la misma reforma por decreto. Eso sería un abuso del poder y un golpe a las reglas democráticas. No vamos a permitir que el Gobierno financie politiquería con el bolsillo de los colombianos”. Por ahora, pese a los rumores, el presidente no ha confirmado la declaratoria de la emergencia económica, aunque su ministro de Hacienda, Germán Ávila, ha dicho que no descarta ninguna herramienta.
La caída de la reforma tributaria no fue ni el primero ni el último revés que sufrió el Gobierno este martes en el Congreso. Minutos antes, la comisión primera del Senado se negó por tercera vez consecutiva a discutir el proyecto que busca salvar el ministerio de la Igualdad, bandera del presidente y que tiene hasta julio para ser creado de nuevo, pues la Corte Constitucional encontró que la ley inicial que le dio vida es inconstitucional, pero otorgó un plazo al Gobierno para evitar su desaparición. El representante Alirio Uribe, del oficialista Pacto Histórico, cuestionó la decisión de sus compañeros del Senado de no hacer cuórum y así evitar la discusión. “El Congreso le está fallando al país (...) y falta solo una semana para el receso legislativo”, alertó.
Y poco después, la comisión Séptima del Senado se negó a discutir la reforma a la salud. Luego de varias horas en las que la oposición dilató la discusión, el presidente de la célula legislativa, el liberal y opositor Miguel Ángel Pinto, decidió levantar la sesión sin siquiera haber iniciado el debate. La decisión despertó la rabia del ministro Benedetti, que ha apostado sin éxito todo su poder de negociación en este proyecto, el más importante para Petro: “Abril, mayo, junio, julio, agosto, septiembre, octubre, noviembre, diciembre... y la reforma a la salud, todos esos meses, no ha avanzado en la Comisión Séptima. La Comisión Séptima le ha mamado gallo al Gobierno, han despreciado a los enfermos y han ayudado a las EPS a que se cojan la plata”. Su colega de Salud, Guillermo Alfonso Jaramillo, también criticó la ausencia de debate. “Mientras ustedes dilatan, millones de colombianos siguen atrapados en un sistema que no garantiza atención oportuna, ni entrega de medicamentos, ni una red hospitalaria fuerte, ni condiciones dignas para los trabajadores de la salud. La salud no es un botín político ni un negocio para defender privilegios. Es un derecho”, escribió el ministro antes de comenzar la sesión en el Congreso.
A estas tres derrotas se suma el hecho de que la jurisdicción agraria, otro de los proyectos claves para el presidente, tampoco ha avanzado en la plenaria de la Cámara de Representantes ni en la de Senado desde hace meses. A 90 días de las elecciones legislativas, las prioridades de los legisladores se mueven cada vez más a las giras y reuniones electorales, y menos a los debates en el Capitolio. El tiempo corre mientras se agota el poco poder de convencimiento del Gobierno en el Congreso.