La expansión de las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada enciende las alarmas
Las humillaciones públicas del grupo armado en Santa Marta y Valledupar pueden ser consideradas tortura, advierte la oficina de Derechos Humanos de la ONU
La Sierra Nevada de Santa Marta, ese imponente macizo junto al Mar Caribe, en el norte de Colombia, es conocida como el “corazón del mundo” en la cosmovisión de los indígenas kogui. Así suele referirse también a ella el presidente Gustavo Petro, que acaba de ejercer como anfitrión de la esperada cumbre entre la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños y la Unión Europea, que tuvo lugar justamente en la ciudad de Santa Marta, la capital del Magdalena. Pero esa región, una de las más turísticas del país, se ha convertido también en el escenario de un cruento enfrentamiento entre las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada (ACSN) y el Clan del Golfo, dos grupos herederos de los paramilitares.
Las señales de alarma se acumulan. En el más reciente campanazo, la oficina en Colombia del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos ha condenado este miércoles “la imposición de sanciones y castigos en Santa Marta y Valledupar, fuera del marco legal, presuntamente por un grupo armado no estatal con presencia en la Sierra Nevada de Santa Marta”, en actos que pueden ser calificados como tortura. Aunque no menciona sus siglas, se refiere a las humillaciones públicas de las ACSN.
La ONU Derechos Humanos detalla en un comunicado que a lo largo de este 2025 ha recopilado 19 registros audiovisuales, provenientes de diversas fuentes, en los que se evidencian conductas como la violencia física, el trabajo forzado, la inmovilización de extremidades, la exhibición de carteles con mensajes de arrepentimiento y las solicitudes públicas de perdón. “Estas agresiones se imponen por presuntas acciones como el expendio de sustancias psicoactivas, el hurto, la violencia de género, la violencia intrafamiliar y las riñas”, explica el texto. Esas acciones, señala, “constituyen graves vulneraciones de los derechos humanos, incluyendo actos que podrían ser calificados como tortura y tratos crueles, inhumanos y degradantes contra la población”.
Entre las víctimas, ONU Derechos Humanos ha identificado a mujeres obligadas a realizar trabajos forzados, como barrer, y a quienes se les ha rapado el cabello de manera forzada. “Los actos de tortura, como formas de castigo, vulneran la dignidad humana de las víctimas. Al ser aplicadas por actores armados no estatales, estas conductas debilitan la gobernabilidad local y erosionan la confianza ciudadana en las instituciones del Estado”, advierte el comunicado.
“Son de alguna forma un grupo endémico. Siempre ha ejercido este tipo de suplantación de la justicia. Estas autodefensas, al igual que el Clan del Golfo, son un reducto de lo que quedó de la desmovilización paramilitar”, explica Paula Tobo, investigadora de la Fundación Ideas para la Paz. “La gobernanza y control que ejercen sobre la Sierra Nevada están muy desarrolladas”, agrega, al punto de que han resistido las incursiones del Clan del Golfo, que es por mucho el principal grupo armado de Colombia. Según los últimos cálculos de la Fuerza Pública, el Clan del Golfo tiene casi 9.000 integrantes, y las ACSN, menos de 500.
Aunque la denominación como ACSN se conoce desde 2019, su origen se remonta hasta los años posteriores a la desmovilización de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC). Luego de ese proceso, varias estructuras que operaban en Magdalena y La Guajira mantuvieron sus bases, fragmentándose y reorganizándose hasta asentarse en las estribaciones de la Sierra Nevada de Santa Marta, de acuerdo con el Observatorio Departamental de Convivencia y Seguridad del Magdalena. Son un grupo sucesor y heredero del Frente Resistencia Tayrona de las AUC. Las ACSN han consolidado una gobernanza armada en la zona que tiene como centro de operaciones La Sierra Nevada, y extienden su presencia a municipios del Magdalena, La Guajira y Cesar. Desde hace cinco años, han controlado corredores estratégicos del narcotráfico, que se disputan con el Ejército Gaitanista de Colombia, o EGC, como se autodenomina el Clan del Golfo.
Aunque las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada han pedido pista en la política de paz total desde el primer momento, e incluso llegaron a acordar un breve cese al fuego bilateral con el Gobierno de Petro, además de poner en marcha un espacio de conversación socio jurídico, los avances han sido mínimos. Nunca se llegó a instalar una mesa formal.
La Defensoría del Pueblo ya ha emitido varias alertas tempranas este año sobre la expansión de las ACSN “fuera de su nicho histórico”, hacia otros departamentos, como César y La Guajira, donde se enfrentan con el Clan del Golfo. Hace pocos días, emitió otra de sus alertas tempranas, una más, por el alto nivel de riesgo para los corregimientos San Rafael de Lebrija, Papayal, San José de los Chorros y La Tigra, en el municipio de Rionegro, en el departamento de Santander, que ya no es parte de la región Caribe. Esa zona conecta con el valle medio del río Magdalena y sirve como corredor hacia la costa Caribe y el centro del país.
Allí, advertía la Defensoría, las Autodefensas Conquistadoras de la Sierra Nevada se expanden hacia corredores estratégicos que enlazan Catatumbo, el sur de Cesar y el sur de Bolívar. “Esta expansión genera una disputa directa con el EGC por la hegemonía territorial”, alerta la entidad encargada de velar por el respeto de los derechos humanos. También proyecta una intensificación del reclutamiento y uso de niñas, niños, adolescentes y jóvenes, “lo que podría provocar desplazamientos forzados de familias como mecanismo de protección. También se anticipa un aumento de violencias basadas en género, extorsiones y controles sociales”.