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Mr. Taxes quiere ver el mundo arder. Y no tiene miedo a las consecuencias

Luis Carlos Reyes, exdirector de la dirección de impuestos y aduanas de Colombia y exministro de Comercio, ha revelado con nombres y apellidos los compañeros del Gobierno que le exigieron cargos claves para familiares y amigos

Luis Carlos Reyes en Bogotá, Colombia.ANDRÉS GALEANO

Luis Carlos Reyes tenía una agenda en la que apuntaba todo. Por la noche, antes de dormir, abría una hoja de Excel y volcaba la información. La que no le daba tiempo a procesar se la enviaba a sus asesores, que eran igual de meticulosos a la hora de almacenarla. Reyes, conocido como Mr. Taxes por su tiempo al frente de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN), era consciente de que esos datos, procesados e interpretados de la manera correcta, eran un tratado del clientelismo y el tráfico de influencias en un país en el que la clase política ha naturalizado estas prácticas. El día que lo sacara a la luz vería el mundo arder. Ese momento ha llegado y Reyes no teme un día amanecer con una cabeza de caballo entre sus sábanas. Asegura que no le tiene miedo a nada ni a nadie, y no hay ninguna razón para no creerle.

En la primera escena de Crash, unos agentes de homicidios acuden a la escena de un crimen. Un hombre ha disparado a otro en una autopista. El cadáver está tirado sobre el asfalto, mientras el tirador fuma apoyado en su coche. Los agentes lo contemplan asombrados y uno le dice al otro: “Está muy tranquilo para acabar de matar a un hombre”. Reyes luce igual de imperturbable. En las listas que ha hecho públicas denuncia con nombre y apellidos a algunos de los políticos más poderosos del país. Detalla los cargos que le exigieron y las personas que querían colocar. Ha abierto a una escotilla a un universo oscuro. Sin embargo, bebe café y charla despreocupado.

Luis Carlos Reyes, economista y político colombiano, exdirector de la Dirección de Impuestos y Aduanas Nacionales (DIAN) y exministro de Comercio, Industria y Turismo. ANDRÉS GALEANO

Mr. Taxes dice que Gustavo Petro, el presidente, es alguien de muy pocas palabras.

—Pero me dijo muy claramente que no repartiera cargos, que el clientelismo no era aceptable. Tenía que estar muy atento porque el contrabando intenta infiltrarse en las aduanas. Usan sus contactos políticos para hacerlo. Y eso hice, solo seguí instrucciones y lo evité. Guardé quién intentó influirme y no veo ningún problema en publicarlo. Que se sepa.

Hay dos momentos en los que vio a Petro muy decepcionado por lo que le contaba en el despacho presidencial, donde lo vistió con regularidad para tenerle informado.

—El primero fue el día que le dije que su hermano Juan Fernando me había buscado. Tenía cara de decepción e incredulidad. El segundo, cuando dije en un Consejo de Ministros, en diciembre de 2023, que en el ministerio de Hacienda que dirigía el ministro Ricardo Bonilla se estaban repartiendo cupos indicativos. Bonilla se quedó mudo.

Reyes explica que los cupos indicativos son una parte del presupuesto de inversiones a la nación, con los que el Gobierno permite a los congresistas elegir a qué proyecto lo destinan, a cambio de su apoyo. No es una forma de corrupción directa, pero la fomenta. “Los congresistas llegan con esos recursos a sus regiones y allí dicen que por haberlos conseguido les corresponde el 10%. Es un sistema perfeccionado desde hace muchos años, desde principios de siglo. Se ve normal, pero no lo es en absoluto”, relata.

Petro aceptó su renuncia como ministro de Comercio el 7 de marzo. Ese era el cargo que tenía entonces, después de dejar la DIAN. Reyes hizo estas denuncias cuando todavía era ministro. La lista con las peticiones que le hicieron se la entregó hace tiempo a la fiscal general de la Nación, Luz Adriana Camargo, pero ella aclaró que no abrió ningún procedimiento porque recomendar personas para cargos públicos no es un delito tipificado. Mr. Taxes, sin embargo, cree que sí lo es y que demuestra un sistema podrido que urge remediar.

Ha puesto el dedo sobre Armando Benedetti, el ministro de Interior y la persona de más confianza de Petro. También ha señalado a Roy Barreras, el principal operador político colombiano. Benedetti y Roy lo han negado y aseguran que emprenderán acciones legales en su contra. Laura Sarabia, la canciller que durante dos años ha sido la mano derecha del presidente, no ha quedado al margen. “De ella al principio no pensaba que fuera una injerencia porque pensaba que hablaba en nombre del presidente, pero ahora ya no sé qué pensar”, duda Reyes.

Los familiares de los políticos también median para sacar provecho. Detrás de cada legislador y miembro del Gobierno hay primos, hermanos, padres, madres, tratando de enchufar a alguien. Y nadie lo suele denunciar porque todos hacen lo mismo. “Todos los que están a mi alrededor hacen tráfico de influencias, todos tratan de influirme”, dijo Petro durante una entrevista con este periódico.

Mr. Taxes ha contado que Nicolás Petro, el hijo del presidente acusado de enriquecimiento ilícito y lavado de activos, y la suegra de Benedetti, Adelina Covo, pidieron las aduanas de Cartagena y Barranquilla, no se sabe muy bien con qué propósito o en nombre de qué. Incluso participó la esposa en ese momento de Nicolás, Day Vásquez, quien a su vez es la principal testigo en el proceso judicial contra él. Vásquez ha dicho que la reunión no fue para pedir puestos. “Fue para hablar de la reforma tributaria que se iba a presentar y las ideas de algunos expertos que se nos habían acercado para hacerla menos lesiva”. Covo ha dado una respuesta similar, pero resultan absurdos estos argumentos. Ninguno de los tres tiene ningún cargo ni ningún peso en el mundo financiero que amerite esa reunión, salvo el de familiares.

¿No teme quedar expulsado para siempre de la política por haber puesto a sus miembros frente al espejo? No, no, dice Mr. Taxes. Siente que se encuentra ante un propósito más grande que él mismo: “La historia del bien va a triunfar. No sé si en un año o en un millón de años. Es una pregunta abierta”.

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