Humberto de la Calle, exsenador: “La noción de democracia de Petro pugna con el Estado de Derecho”
El exnegociador de paz alerta sobre la polarización y se aparta del Congreso para participar sin restricciones en el ciclo electoral del próximo año
Humberto de la Calle (Manzanares, Caldas, 78 años) lo ha sido casi todo en la política colombiana. Ministro, protagonista de la Constituyente de 1991, vicepresidente y jefe negociador del Gobierno que firmó el histórico acuerdo de paz con la extinta guerrilla de las FARC, a finales de 2016. También intentó, en 2018, una fallida candidatura presidencial. En las elecciones del 2022, encabezó la lista al Senado de la Coalición Centro Esperanza, que ayudó a forjar, pero acabó como una víctima inesperada de las ambiciones personales de Ingrid Betancourt, que abandonó intempestivamente esa alianza para presentarse por su cuenta a las presidenciales.
La historia es conocida. De la Calle, de orígenes liberales, había quedado formalmente inscrito por el partido Verde Oxígeno, el de Betancourt, con la que tiene diferencias irreconciliables. Desde el Congreso, donde tenía un aire de sabio de la tribu, se mantuvo en independencia frente al Gobierno de Gustavo Petro. Hace una semana presentó su renuncia irrevocable como senador para participar sin cortapisas en el nuevo ciclo electoral que se avecina. “Creo que soy más útil afuera, y con plena libertad de estar opinando”, dice en esta entrevista concedida en su apartamento de vistas panorámicas sobre Bogotá, empotrado entre eucaliptos y alisos en los cerros orientales de la capital. “El fenómeno de polarización en Colombia se está agudizando demasiado”, alerta. “Cada vez estamos más divididos”.
Pregunta. Ha dicho que se sentía atrapado en las circunstancias que lo dejaron como senador del partido Verde Oxígeno. ¿Se siente libre ahora?
Respuesta. Totalmente. Y además estoy feliz, respirando ese aire de libertad y de independencia, que era lo que quería. Esta vinculación al partido Verde Oxígeno es obra del azar. Nosotros presentamos una lista que provenía de una alianza de varios partidos, pero entonces las normas electorales exigían un aval concreto, y de alguna manera hubo una distribución que no obedecía a antecedentes míos en ese partido. Bueno, tuvimos una crisis, yo fui expulsado, después el Consejo Nacional Electoral me incorporó y más o menos hasta ahora veníamos en esa situación. Pero en la medida en que este año va a estar lleno de definiciones, necesito recuperar independencia. Creo que soy más útil afuera, y con plena libertad de estar opinando.
P. ¿Siente que cumplió su propósito en el Senado?
R. Sí, aunque es una forma de trabajo difícil de discernir, por lo menos para mi temperamento. Siempre había sido más del Ejecutivo que del ejercicio parlamentario. No me arrepiento, porque ahí se cocina la política, tanto la buena como la mala. Es como un servicio militar que uno tiene que prestar, conocer la ballena por dentro. En ese sentido, ha contribuido a que tenga una visión más amplia de Colombia. Pero sí tuve reparos al funcionamiento del Congreso y sus muchas disfuncionalidades. Tuve frustraciones y éxitos en materia legislativa.
P. De su renuncia se desprende que quiere ser un jugador en el ciclo electoral del próximo año. ¿Cuáles son sus planes? ¿desde qué orilla?
R. Incluso desde antes de ser congresista, yo diría que desde la constitución del 91, he venido alentando unas causas que denomino progresistas, con una significación distinta al llamado progresismo del doctor Petro. En todos los temas de disyuntivas morales, de libertades, de defensa de los derechos. Y eso fue lo que hice en el Congreso, a veces con éxito y a veces sin éxito, pero mi primera decisión es no abandonar esas causas y estar orbitando alrededor de ellas. El fenómeno de polarización en Colombia se está agudizando demasiado. Se ha perdido la reflexión política, ya solo nos intercambiamos insultos, todo esto en 150 caracteres. Me parece que eso ha empobrecido mucho la reflexión y la política. Mi línea, por decirlo en una sola frase, es el Estado de Derecho occidental, que yo creo que en Colombia se está poniendo en riesgo.
P. ¿De qué manera se está poniendo en riesgo?
R. La noción de democracia del presidente pugna con el genuino Estado de Derecho, ha habido una interpretación que me parece incompatible. El presidente piensa que por haber sido elegido como jefe de Gobierno y de Estado es como una especie de poder supremo, que no se nutre de las decisiones ciudadanas únicamente, sino de una cierta ilusión un poco desconectada de la realidad, de una noción de democracia turbulenta, callejera, que aflora con todas esas teorías sobre el constituyente primario. Él mismo reconoce al italiano [Antonio] Negri como uno de sus inspiradores. Yo creo que el Estado de Derecho exige un control interno de las distintas ramas de poder. La propia Carta de derechos es un freno al poder del Gobierno. Los esfuerzos de descentralización chocan con un presidente que pretende ser omnipresente. Entiendo que si su lema era el cambio hay instituciones, leyes y conductas que hay que demoler, pero lo que está quedando es un vacío lleno solo con odio. Cada vez estamos más divididos. Eso no se puede atribuir solo al presidente Petro, de los extremos también vemos un proceso de estigmatización.
P. ¿Le apunta a una candidatura presidencial?
R. Mi decisión de retirarme no está ligada a una candidatura presidencial, esa es mi verdad hoy. No estoy saliendo a conseguir votos, tengo planes distintos, y no sólo la política. ¿Qué va a pasar en el futuro? Es difícil de predecir. ¿Dónde puede uno actuar? Puede ser apoyando a otros, para hacer política no necesariamente hay que ser presidente, se puede hacer de otras maneras. Ahora mismo no estoy pensando en candidaturas.
P. ¿El centro político es todavía una opción de poder en Colombia?
R. La respuesta no puede ser categórica. Yo creo, y además hay cierta evidencia empírica en las encuestas, que la mayor parte de los colombianos quieren una cosa moderada. En general, Colombia ha sido un país relativamente conservador en ese sentido, que teme el vacío. No creo que aquí haya en la gran masa de ciudadanos unos deseos de carácter revolucionario. El problema es que eso que yo creo que es mayoría está desvertebrado, desorganizado, lleno de candidaturas, lo cual genera unos riesgos. Las polarizaciones son como dos aspiradoras de tamaño industrial que empiezan a despedazar el centro. La gente empieza a migrar hacia las opciones más radicales sencillamente por odio al otro. No soy capaz de responder qué hay que hacer para evitar eso, pero sinceramente creo que a Colombia le conviene un proceso de cambio gradual, respetuoso, sin estas súbitas alteraciones y pugnacidades permanentes.
P. En un asunto más coyuntural, usted ha respaldado la Conmoción interior con la que el Gobierno se propone hacer frente a la situación en el Catatumbo.
R. Decretar un Estado de excepción es facultad del presidente de la República, pero como tuvimos un pasado de Estado de sitio prácticamente permanente, en la Constitución del 91 se establecieron unos controles y balances. Yo he señalado que apoyo la declaratoria, por una cosa que a mí me parece indiscutible. Hay cierta conciencia de que es una de las mayores crisis en materia de orden público en la historia de Colombia. Entonces, ¿cuándo va a ser necesaria la Conmoción interior? Los Estados de excepción son universales en el constitucionalismo. Cuando se desarrollen los decretos concretos, la Corte Constitucional tendrá que examinarlos. Yo sí crítico cierta mezquindad de la derecha, que siempre ha propugnado por decisiones fuertes, ejercicio de la autoridad, aplaudía en el pasado el Estado de sitio, y ante semejante crisis entonces le niega al Gobierno una posibilidad constitucional. A eso le falta grandeza.
P. ¿La paz total relegó la implementación de la paz firmada en el Gobierno Petro?
R. Es una paradoja. Todos sabíamos que el doctor Iván Duque se hizo elegir presidente contra el acuerdo, entonces no engañó. Un desastre, pero no engañó. Pero el doctor Petro dijo mil veces que iba a cumplir a rajatabla el acuerdo de paz con las antiguas FARC. Rajatabla, palabra textual. Eso no ha ocurrido, ha habido una implementación muy mediocre. Algunas cifras mejoran, pero hasta el propio Consejo de Seguridad de Naciones Unidas ha dicho que esto realmente va muy lento. Por fortuna, el Gobierno dijo que con el nombramiento del nuevo ministro de Interior, Juan Fernando Cristo, iba a hacer un plan de choque. Pero Colombia no sabe cuáles son las metas de ese plan de choque, realmente en qué vamos. Eso ha contribuido a todo esto que está pasando. Yo sí creo que ese experimento de la paz total, que podía ser entendible al inicio del Gobierno, está haciendo agua. Aquí estamos perdiendo el control del territorio.