Columna

Las falsas ilusiones de los olímpicos colombianos

El Comité Olímpico Colombiano hizo unas proyecciones de servilleta sobre las medallas que íbamos a conquistar sin tener claro el panorama

Camila Osorio de Colombia en acción durante su primera ronda en el Estadio Roland-Garros, París, Francia. el 28 de julio de 2024.Violeta Santos Moura (REUTERS)

Ya hay algunos celebrando (cosa espantosa) el regular desempeño de los atletas colombianos que han competido hasta ahora en los Juegos Olímpicos de París. Y digo hasta ahora porque aún quedan disciplinas por definir y por eso no hay que perder la fe y el entusiasmo. Pero si hay unos peores que aquellos que celebran son los que condenan y critican a los atletas que ya salieron de la competencia, como si el solo hecho de clasificar a unos olímpicos no fuera una hazaña.

La boxeadora Íngrit Valencia, luego de conseguir el diploma olímpico criticado por insensibles e insensatos en redes soci...

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Ya hay algunos celebrando (cosa espantosa) el regular desempeño de los atletas colombianos que han competido hasta ahora en los Juegos Olímpicos de París. Y digo hasta ahora porque aún quedan disciplinas por definir y por eso no hay que perder la fe y el entusiasmo. Pero si hay unos peores que aquellos que celebran son los que condenan y critican a los atletas que ya salieron de la competencia, como si el solo hecho de clasificar a unos olímpicos no fuera una hazaña.

La boxeadora Íngrit Valencia, luego de conseguir el diploma olímpico criticado por insensibles e insensatos en redes sociales, le dijo al periodista de W Radio, Alejandro Munévar, lo siguiente: “muchas personas que hablan no se han puesto unos guantes en su vida. Antes de criticar vívanlo. Venir a unas olimpiadas no es fácil. La gente no se imagina lo difícil que es llegar hasta acá. Los deportistas trabajamos con las uñas. Eso mucha gente no lo entiende”. Y es verdad. La mayoría de nosotros no alcanzamos a imaginar las condiciones en que esos deportistas consiguen llegar a la mayor competencia del planeta. No sabemos como clasificaron. No sabemos quién los eligió. No sabemos qué historia se oculta tras esa participación para que luego se menosprecie el solo logro de llegar a los Olímpicos.

Sin embargo, hay unos señores que sí saben eso (o deberían saber) pero parecen más ocupados en cuidar sus cargos y dar cariño a sus amigos, antes que en enaltecer al deporte nacional.

Comencemos por el ministerio del deporte que al sol de hoy ya ha tenido tres responsables durante la administración Petro. Primero fue una ministra que parecía ser representante de aquellas ideas de cambio que cristalizó Petro en tiempos de campaña, pero que hizo agua al demostrarse sus ligerezas en contratación. Luego vino una ministra con supuestos conocimientos administrativos, pero que mostró su talante al traicionar al país haciendo fracasar posibilidad de celebrar unos juegos Panamericanos en Barranquilla, quién sabe a cuenta de qué. Hoy, así ella lo niegue, la ministra es una ficha del partido Conservador que vela por esos intereses y poco se ocupa de los asuntos deportivos.

Dice Munévar que “nos falta dirección y planeación, pero eso no se logra si no hay políticas de deporte claras y si no hay una cabeza al frente del tema. Si eso no cambia no vamos para ningún lado”. Lamentablemente eso es lo que estamos a punto de ver. Porque el Comité Olímpico Colombiano hizo unas proyecciones de servilleta sobre las medallas que íbamos a conquistar sin tener claro el panorama. Bueno, ¿es que cómo van a tener eso claro si ni siquiera tienen un sistema informático para hacer seguimiento a los atletas de alto rendimiento?

La verdad es que las federaciones deportivas trabajan solo con la plata que les da el gobierno. El Comité Olímpico no gestiona mayor cosa para las federaciones. El gobierno (como lo demostró la anterior ministra que quiso atornillarse ofreciendo plata a los directivos de las federaciones) al deporte le da poquita plata y amarrada a intereses políticos. Y entre tanto, nosotros cómodamente sentados frente al televisor, criticamos a los deportistas porque no rinden. Íngrit tiene razón: no sabemos lo difícil que es para ellos estar allá, pero hay algo peor: quienes lo saben miran a otro lado y solo sacan la cabeza cuando es para celebrar.

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