‘Igualada’, el documental que retrata de dónde viene Francia Márquez
La película que se presentó en el Festival Sundance relata la historia de la hoy vicepresidenta de Colombia y su lucha colectiva hasta llegar a la política
La vicepresidenta Francia Márquez y el cineasta Juan Mejía Botero se conocieron en 2006, cuando él estaba haciendo un documental sobre desplazamiento forzado en comunidades afrodescendientes del Cauca. En ese momento ella era una joven minera artesanal que ya destacaba entre los suyos, al resistir la llegada de una multinacional a la zona donde nació y creció, en La Toma. Era menuda y hablaba con vehemencia. Pero podría ser una de las muchas lideresas que en ...
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La vicepresidenta Francia Márquez y el cineasta Juan Mejía Botero se conocieron en 2006, cuando él estaba haciendo un documental sobre desplazamiento forzado en comunidades afrodescendientes del Cauca. En ese momento ella era una joven minera artesanal que ya destacaba entre los suyos, al resistir la llegada de una multinacional a la zona donde nació y creció, en La Toma. Era menuda y hablaba con vehemencia. Pero podría ser una de las muchas lideresas que en Colombia resisten a las empresas o los grupos armados. No aparecía en ninguna cabeza la posibilidad de que entrara formalmente a la política y, especialmente, de que cambiara la historia al ser la primera vicepresidenta afrodescendiente de Colombia.
Mejía, sin embargo, siguió la historia de resistencia de esa comunidad y afianzó una cercanía con Márquez que en 2020 comenzó a tener forma de documental. “En agosto de ese año me llamó y me dijo que se quería lanzar a la presidencia. Primero pensé que estaba bromeando, pero si alguien es determinado en esta vida es Francia. Iba en serio. Entonces le dije que había que documentarlo porque era histórico para este país”, cuenta el cineasta en conversación telefónica después de la presentación de Igualada en el Festival Sundance, donde fue seleccionado.
“Cuando dije que quería ser presidente de Colombia dijeron y ‘esta igualada de dónde salió”, dice Márquez en un momento del documental. Y en eso justamente se centra el trabajo de Mejía, quien tenía una carta a su favor: conocer de cerca a la hoy vicepresidenta, poseer imágenes exclusivas de ella como una joven minera y lideresa y, por supuesto, su aval para narrar las intimidades de la campaña. Ella, afirma el documentalista, solo puso dos condiciones y jamás se volvió a meter en su trabajo. “Que nada de lo que saliera en el documental pusiera en riesgo la vida de alguien del movimiento y que se mostrara el trabajo colectivo”.
Igualada cuenta entonces el tránsito de Márquez de ser lideresa social a la política representativa, con sus miedos, resistencias y decepciones. El camino, como ella misma dice, de la resistencia al poder, que no fue propiamente de rosas. Y, en el centro, la intención de resignificar el famoso insulto de igualada que aún hoy le dicen como vicepresidenta, cuya explicación se da al inicio de la película. “Igualada es un término despectivo (basado en clase, raza y género) utilizado para designar a alguien que actúa como si mereciera derechos y privilegios que supuestamente no le corresponden”.
Mejía va y viene del pasado, recurriendo al archivo propio y al contexto del conflicto colombiano —pensando en el público internacional, pero también para el local que lo haya olvidado— y evidencia el desplazamiento sufrido por Francia Márquez, las amenazas de los paramilitares de la época, o la famosa marcha de los turbantes, en la que 130 mujeres caminaron 350 kilómetros, desde el Cauca hasta Bogotá, que logró que el Gobierno de esa época detuviera la explotación de una mina en su territorio. Va mostrando la madurez que adquiere la lideresa y pasa con rapidez por momentos felices, como el premio Goldman de medioambiente que recibió.
Pero lo más novedoso, si se lo mira con la cercanía de la realidad, es que muestra la intimidad de su propio tránsito dentro de la política: el momento en que comienzan a construir el movimiento Soy porque somos, la recolección de firmas, el desánimo y las dudas, como aquella vez que llega a un evento y no la espera nadie, el racismo que afloró su candidatura, las amenazas a sus hijos y la adhesión a la campaña de Gustavo Petro como fórmula a la vicepresidencia, que suponía renunciar a su decisión de ser ella la mandataria y reclamar que no era una figura decorativa. “Petro no me está dando el protagonismo a mí. Nosotras mismas (las mujeres) nos lo hemos dado como pueblo”, se le escucha decir en un evento en la costa caribe, muy al comienzo de la campaña, al ponerle los puntos sobre las íes a un presentador local.
“La película muestra la aparente contradicción de los movimientos sociales de estar luchando siempre contra el Estado y de repente ocupar el poder dentro del mismo”, dice Mejía, para quien seguir la campaña fue como una montaña rusa. “Fue muy precario, con gente muy comprometida, pero con poca experiencia política, entonces íbamos aprendiendo todo sobre la marcha. Hubo dos o tres ocasiones en la que pensábamos que no habría película porque hasta ahí llegaba la campaña”, cuenta. Pero, sobre todo, fue la oportunidad de mostrar, como dice la canción original que acompaña la película —compuesta por La Muchacha— que nunca hay que subestimar “un corazón descontento”.
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