Medellín, a caballo de Fernando Botero

La ciudad decreta siete días de luto por la muerte del artista. Es conocido como el mecenas y un artista clave en la transformación urbana

Fernando Botero en Medellín entregando la paloma de la paz, una de sus obras emblemáticas.Associated Press

La transformación de Medellín está inexorablemente ligada a la obra de Fernando Botero. Es difícil imaginar a esta ciudad sin sus icónicas esculturas, sin el gato, la mujer reclinada, el Hombre a caballo, el Gladiador o la Gorda. Sus obras se alzan orgullosas en distintas plazas de Medellín y recuerdan también las heridas de la guerra, como pidió el mismo artista.

En 1995, cuando la ciudad vivía bajo las bombas del narco y un at...

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La transformación de Medellín está inexorablemente ligada a la obra de Fernando Botero. Es difícil imaginar a esta ciudad sin sus icónicas esculturas, sin el gato, la mujer reclinada, el Hombre a caballo, el Gladiador o la Gorda. Sus obras se alzan orgullosas en distintas plazas de Medellín y recuerdan también las heridas de la guerra, como pidió el mismo artista.

En 1995, cuando la ciudad vivía bajo las bombas del narco y un atentado dejó semidestruida la paloma de la paz que Botero había donado a la ciudad, el artista pidió conservarla así, abierta y llena de metralla. “Quiero que la escultura quede como recuerdo de la imbecilidad y de la criminalidad de Colombia”, dijo en ese momento.

Nacido en 1932 en un ambiente humilde, Botero jamás se alejó de la Medellín. Hasta el final de sus días estuvo al tanto de los debates del modelo de ciudad. Recientemente, cuando el actual alcalde, Daniel Quintero, decidió poner vallas que rodeaban la plaza Botero, frente al Museo de Antioquia, Botero envió una carta pidiendo que lo reconsiderara. “He seguido con cuidado las noticias sobre la Plaza Botero, tanto aquellas que hablan de los problemas de seguridad, como estas últimas sobre su cerramiento. Por ello quiero expresar que desde siempre mi voluntad fue que este espacio fuera para toda la ciudadanía y que el Museo de Antioquia fuera su principal cuidador”, expresó el artista en una carta que envió a la directora del Museo y pidió que le dieran traslado a la Alcaldía.

En 1997, cuando ya era un encumbrado artista, Botero donó a la ciudad 23 de sus esculturas y se dio inició a la construcción de la Plaza que lleva su apellido, y que cambió para siempre la imagen de Medellín. El espacio siempre fue habitado por trabajadoras sexuales y habitantes de calle y se inauguró en 2002. La plaza entonces se convirtió en epicentro de la cultura de la ciudad y también del turismo. Durante años allí coexistieron las trabajadoras sexuales, las esculturas y los turistas y visitantes que llegaban para tocar la lengua de la escultura del perro, el miembro del Gladiador.

Fernando Botero, el artista colombiano más universal, famoso en todo el mundo por sus figuras rotundas y voluminosas, ha fallecido a los 91 años. En la imagen, Botero se mira al espejo, en su estudio en París (Francia), en 1982. Images Press (Getty Images)
El maestro Botero, nacido en Medellín en 1932, fue un autodidacta en todo el sentido de la palabra. “El arte debe producir placer, cierta tendencia a un sentimiento positivo”, afirmaba el propio Botero en 2019 en una entrevista con EL PAÍS.Daniel Mordzinski
“Es una persona que empezó de la nada y que lo único que tenía claro era su vocación artística, su capacidad de trabajo, su pasión por lo que estaba haciendo. Todo eso le permitió salir adelante y nadar muchas veces contra las corrientes predominantes en el mundo del arte”, le definía en 2019 su hija Lina Botero. En la imagen, el artista en su estudio apartamento de Nueva York, en 1993.Chema Conesa
El artista dedicó más de setenta años a su obra, entre esculturas, oleos, pasteles, acuarelas y dibujos. En la imagen, Botero junto a una de sus obras expuestas en la galería Marlborough, en Madrid (España), en febrero de 2019.Luis Sevillano
El largo camino de Botero tuvo numerosas escalas. De orígenes muy humildes, su carrera comenzó como ilustrador del periódico El Colombiano a finales de los años cuarenta. En la imagen, Fernando Botero en su estudio de la rue du Dragón de París, en 1985.Luz Díez-Solano
Muy temprano se reconoció como heredero de Piero della Francesca, y la génesis de su estilo inconfundible llegó a los 25 años, con el boceto de una mandolina que insinuaba su sentido de la monumentalidad. En la imagen, Botero trabaja en su estudio apartamento de Nueva York, en 1993.Chema Conesa
Considerado desde hace mucho uno de los mejores artistas vivos, la fama y popularidad que había adquirido con sus pinturas de colores luminosos se acrecentó en los noventa cuando sus enormes esculturas de bronce comenzaron a ser exhibidas en las principales capitales del mundo. En la imagen, Botero camina entre algunas de sus esculturas durante una exhibición en la Piazza della Signiora, en Florencia.Pascal J Le Segretain (Sygma via Getty Images)
Una pareja observa las estatuas de Fernando Botero instaladas temporalmente en el Paseo de Recoletos de Madrid, el 7 de mayo de 1994. Miguel Gener
En 1978, Botero se casó con la artista griega Sophia Vari, fallecida en mayo de este año. En la imagen, Botero y Sophia Vari en la casa que compartían en París, en 2003.Daniel Mordzinski
En los setenta se mudó a París, y allí lo alcanzó la mayor de las tragedias. Vio morir a los cuatro años a su hijo Pedro en un accidente con un camión. El propio Botero perdió parte de su mano derecha, por varios meses no pudo pintar y tuvo que hacer terapia física. En la imagen, Fernando Botero en su casa de París, en 2003.Daniel Mordzinski
A pesar de haber vivido en México, Nueva York, Mónaco o París, Botero nunca perdió de vista su país. Los recuerdos de su infancia, del mundo de la Medellín de los años 30 y 40, inspiró buena parte de su obra. En la imagen, Botero hace el dibujo de la que sería una de sus futuras pinturas en el estudio de su casa en Pietrasanta (Italia), en agosto de 2001.Pool COCHARD/MERILLON (Gamma-Rapho via Getty Images)
Decenas de personas piden un autógrafo a Fernando Botero, durante la presentación de uno de sus libros, en Nueva York, el 16 de octubre de 2013. Kathy Willens (AP)
En el inicio de este siglo, donó la totalidad de su colección de arte a Colombia, una decisión que llegó a considerar la más importante y satisfactoria de su vida. Además de las obras exhibidas en los museos en Bogotá y Medellín, otra de sus esculturas es quizás el mayor testimonio de la transformación de la capital antioqueña, y del terror que sufrió en tiempos del narcoterrorismo de finales del siglo pasado. En la imagen, Botero entre algunas de sus obras, en su estudio en París, en 1982.Images Press (Getty Images)
Además de las obras exhibidas en los museos en Bogotá y Medellín, otra de sus esculturas es quizás el mayor testimonio de la transformación de la capital antioqueña, y del terror que sufrió en tiempos del narcoterrorismo de finales del siglo pasado. En la imagen, Botero junto a su pintura titulada 'Madre e hijo', en una exposición en Ciudad de México, el 15 de marzo de 2001. Associated press
El 10 de junio de 1995, la explosión de una bomba en el parque San Antonio de Medellin se cobró la vida de 26 personas y desturyó la escultura titulada 'El pájaro' de Fernando Botero. Los restos de esta obra quedaron como un monumento desfigurado, y al lado, el artista hizo otra paloma como homenaje a la paz. Así sigue hoy en día. La guerra y la paz de Colombia a través de su artista más universal. En la imagen, Botero presenta su segunda paloma, junto a la que fue destruída por la bomba, el 5 de enero de 2000. Associated Press
Fernando Botero se ríe junto a un pastel decorado a semejanza de una de sus esculturas durante la celebración de su 80 cumpleaños en el Museo Botero en Bogotá, el 19 de abril de 2012. William Fernando Martinez (AP)
El presidente de Colombia, Gustavo Petro, ha compartido la noticia de su muerte en redes sociales, acompañada de las siguientes palabras: “Ha muerto Fernando Botero, el pintor de nuestras tradiciones y defectos, el pintor de nuestras virtudes. El pintor de nuestra violencia y de la paz". En la imagen, Botero trabaja en una de sus pinturas, en el estudio de su casa en Pietrasanta, el 1 de junio de 1999.Eric VANDEVILLE (Gamma-Rapho via Getty Images)

Regalos para Medellín

Además de la plaza, Botero fue un mecenas para los museos. Botero siempre decía que su formación como artista la debía a los museos. En 2012, donó los cuadros originales de Vía Crucis, la serie que marca una transformación de las temáticas que había abordado desde los años cincuenta. En ella, representa la injusticia y el abuso de poder del hombre contemporáneo, una versión de la piedad que hace pensar en las madres que lloran a sus hijos asesinados y un cristo crucificado en medio del Central Park de Nueva York.

Aunque ya era un artista reconocido en el mundo, en 1974 Botero hizo una exposición individual en Medellín que es recordada por muchos. En una naciente sala de arte de la Biblioteca Pública Piloto, el artista presentó su obra y la entonces promotora del Museo de Zea (hoy Museo de Antioquia), Teresita de Santa María le dijo que querían comprarle un cuadro “a cuotas o por club (una forma de pago por talonario usada en la ciudad)”. Botero se desternilló de la risa y desde ahí se gestaron las primeras de varias donaciones (terminó entregando 189 piezas en total), recuerda María del Rosario Escobar, directora del Museo de Antioquia en el podcast Distrito San Ignacio. Así llegó el Exvoto, una obra en la que se ve al artista arrodillado a una virgen rodeada de serpientes, con una nota: “Si el Museo crece les llegarán más regalitos”.

Así fue Botero para Medellín, un mecenas que la sacudió para siempre con su obra. Hoy los medellinenses le dedican siete días de luto y le hacen un homenaje, pero el regalo es su obra que pervive en las plazas y en las calles de la ciudad.

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