La población trans marcha en Bogotá y exige una ley que reconozca sus derechos
En la novena edición del Yo Marcho Trans, cientos de personas protestaron en contra de la discriminación y la violencia y exigieron que el Congreso legisle en su favor
La cita era a las tres de la tarde y la lluvia, que parecía amenazar la convocatoria, había parado. En el centro de Bogotá, cientos de personas estaban reunidas en una de las calles del barrio Santa Fe y permanecían atentas al inicio de la manifestación, ante la mirada de los vecinos del sector y los pasajeros de la estación de Transmilenio más próxima. Adelante, encabezando la multitud, un grupo sostenía un pendón con la bandera del ...
La cita era a las tres de la tarde y la lluvia, que parecía amenazar la convocatoria, había parado. En el centro de Bogotá, cientos de personas estaban reunidas en una de las calles del barrio Santa Fe y permanecían atentas al inicio de la manifestación, ante la mirada de los vecinos del sector y los pasajeros de la estación de Transmilenio más próxima. Adelante, encabezando la multitud, un grupo sostenía un pendón con la bandera del orgullo trans y a sus espaldas se veían músicos, comparsas y decenas de pancartas con consignas de reivindicación. Pronto el tráfico tuvo que ser desviado por funcionarios de la Alcaldía para que así comenzara oficialmente la novena edición del Yo Marcho Trans, un evento que se celebra cada 7 de julio en la capital colombiana y que tiene como propósito alzar una voz por la lucha y los derechos de las personas con experiencia de vida trans y no binarias.
No se requería mirar al detalle para darse cuenta de la diversidad entre los concurrentes. Había niños, jóvenes, adultos y ancianos, así como gente de diferentes regiones. Un grupo de cinco mujeres trans, que vestían tacones y faldas coloridas, llevaban consigo una bandera del departamento de Amazonas, al sur del país. Una de ellas, Carolina, explicó por qué estaban allí, a más de 1.000 kilómetros de su tierra. “Somos chicas trans e indígenas. Buscamos llegar a la ciudad para escapar un poco de los problemas y discriminación en nuestras poblaciones amazónicas. Esa es la historia de muchas de las mujeres trans de zonas apartadas, no tenemos otra opción más que venir a Bogotá para poder ser y vivir como somos”.
Desde un camión, que fue adaptado en su parte trasera para que un DJ pudiera tocar, Daniela Maldonado, fundadora de la Red Comunitaria Trans, animaba a los asistentes y con un micrófono gritaba frases que posteriormente eran repetidas por los demás. Oriunda de Ibagué, Tolima, se mudó a Bogotá para encontrar mejores condiciones de vida y encontró apoyo y refugio en la comunidad trans del barrio Santa Fe, en la que varias de sus miembros se dedican al trabajo sexual. Creó la Red en 2012, inicialmente como un espacio de encuentro y que con el paso de los años ha tendido puentes con el trabajo social, el derecho, las artes y otros campos del conocimiento. “¡Esta es una fiesta travesti, anormal y marica!”, exclamó y los gritos de apoyo se desataron.
A unos pocos metros estaba Victoria Miranda, acompañada de diez músicos con instrumentos de percusión y sus compañeras de danza. Al ser interpelada sobre su vestimenta verde, al estilo del personaje de Hiedra Venenosa de Batman, explica que es el traje que ella y su agrupación utilizan cuando quieren manifestarse a favor de la abolición policial. “Estamos marchando por los derechos y la igualdad de las personas trans. También marchamos para protestar contra el cuerpo policial, que es un cuerpo opresor que nos mata, viola, discrimina, desaparece y nos golpea en las esquinas”, afirmó.
Según cifras de la Defensoría del Pueblo, entre enero de 2021 y abril de 2022, se registraron 248 casos de discriminación o violencia sobre la población trans, de los cuales 46 fueron homicidios a mujeres trans. En relación con la Policía Nacional, la organización no gubernamental Colombia Diversa considera que las personas trans son con quienes los uniformados están más ensañados en la comunidad LGTBI, luego de que contabilizó 53 casos de agresiones a esta población por parte de policías a lo largo de 2021. Producto de esta violencia es que varias de las pancartas que se veían en la marcha tenían fotografías de mujeres trans asesinadas por su identidad de género.
Pero la edición de este año contaba con un valor que la distinguía de las versiones pasadas. En esta ocasión se reclamaba también por la promulgación de lo que se ha denominado una Ley Integral Trans, un proyecto que aborde integralmente los diferentes escenarios en los que se requieren la adopción de medidas para acabar con la discriminación y reconozca la violencia histórica que afecta con frecuencia la vida de las personas con identidades de género diversas. Para Julieta Osorio, una de las voceras de la iniciativa, es clave que se lleve a cabo una pedagogía desde dos frentes: al interior de la población LGBTI y otra de puertas hacia afuera, para sensibilizar al resto de los colombianos y combatir así los discursos transfobicos y antiderechos.
“Tenemos que trabajar con nuestra propia población ya que, a pesar de que los temas trans son importantes, no ocupan un papel central en la agenda. Hay que priorizar y educar. Así mismo después de identificar que algunos ciudadanos nos quieren silenciar e incluso interpusieron acciones en contra de la Alcaldía de Bogotá por permitirnos marchar, hay que unir esfuerzos con personas que ocupen cargos públicos para que se incentive la Ley Integral Trans y se cree una conciencia que rechace la discriminación”, comentó.
El proyecto se encuentra en su etapa de redacción. Pese a que Colombia es una las naciones pioneras en el reconocimiento de los derechos de la comunidad LGBTI, en buenas gracias a la jurisprudencia constitucional, la realidad material aún plantea muchos obstáculos para que los derechos de las personas trans se materialicen. La sola presentación de la Ley Integral Trans, independiente de si es aprobada o no, marcará un enorme hito en la historia del país en materia de protección e inclusión de minorías.
El hecho de que Yo Marcho Trans cumpla nueve años, así como la Red Comunitaria Trans lleve once, son muestras de que se ha recorrido un largo camino que, si bien todavía no está cerca de finalizar, ha servido para aumentar la tolerancia y conciencia en una sociedad que hace varias décadas no habría tolerado manifestaciones de este tipo. A raíz de este trabajo, los cientos de manifestantes pudieron cerrar la jornada en la Plaza Bolívar, centro del poder en Colombia. Lo hicieron este 7 de julio y seguramente lo harán en los años que vengan.
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