Guaidó pone en jaque a Petro: lío diplomático por su presencia en Colombia

La llegada del político a Bogotá se ha convertido en un polvorín que amenaza con hacer fracasar la cumbre sobre Venezuela

Juan Guaidó, delante de una pantalla en la que se ve a Nicolás Maduro en un acto de la Asamblea de Venezuela, en septiembre de 2019.MATIAS DELACROIX (AFP)

Juan Guaidó se ha convertido en protagonista de una fiesta a la que no estaba invitado y ha colocado al presidente de Colombia, Gustavo Petro, ante un conflicto diplomático que no vio venir. Esta es una semana clave para Petro y su papel en la crisis venezolana. Representantes de 20 países se reunirán este martes en una cumbre en Bogotá para tratar de reactivar el diálogo entre el chavismo y la oposición que lleva meses paralizado. Ninguna de las dos partes participará en cita, pero tanto el Gobierno de Nicolás Maduro como la delegación opositora en el diálogo han dado su apoyo a la reunión. S...

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Juan Guaidó se ha convertido en protagonista de una fiesta a la que no estaba invitado y ha colocado al presidente de Colombia, Gustavo Petro, ante un conflicto diplomático que no vio venir. Esta es una semana clave para Petro y su papel en la crisis venezolana. Representantes de 20 países se reunirán este martes en una cumbre en Bogotá para tratar de reactivar el diálogo entre el chavismo y la oposición que lleva meses paralizado. Ninguna de las dos partes participará en cita, pero tanto el Gobierno de Nicolás Maduro como la delegación opositora en el diálogo han dado su apoyo a la reunión. Sin embargo, la presencia de Guaidó en Colombia, que llegó al país en coche sin pasar por un puesto fronterizo, se ha convertido en un polvorín que amenaza con hacer fracasar la conferencia.

Todas las opciones que se abren ahora suponen un problema para Colombia, que en los últimos meses ha restablecido relaciones con Venezuela y cuenta con la confianza de Estados Unidos para liderar un acercamiento al país. Guaidó es el mayor enemigo de Maduro. Una fuente que ha hablado con el presidente de Venezuela asegura que este suele decir que sería capaz de pasarle el poder a cualquier persona menos a Leopoldo López o a Juan Guaidó. El expresidente interino, que se dirige a Bogotá en la tarde de este lunes, ha prometido dar una rueda de prensa a su llegada, pero nada se sabe de sus intenciones una vez aquí. “He venido en el marco de la cumbre convocada por el presidente Petro”, ha dicho en un comunicado esta madrugada, la forma que ha utilizado para anunciar su salida de Venezuela.

Guaidó rechazó participar el pasado sábado en la reunión que el Gobierno de Colombia sostuvo con la delegación opositora, presente estos días en Bogotá, al margen de la cumbre del martes. Ya entonces el joven político estaría planeando su viaje. Fuentes de la oposición, que no conocían sus intenciones, consideran que su presencia es una forma de “boicotear” la cita internacional que pone el foco sobre la situación del país después de meses de perfil bajo. Entienden, además, que el político ha aprovechado la cumbre para exiliarse y huir de Venezuela, aunque él no ha confirmado que no planee regresar.

El Gobierno de Petro busca a estas horas cómo deshacerse de un problema que crece a medida que el político se aproxima a la capital. El canciller Álvaro Leyva ha sido hasta ahora el único en marcar una posición pública. Esta mañana advirtió que Guaidó no estaba invitado a la cumbre -como no lo está ningún otro opositor o miembro del chavismo- y esta tarde aseguró que había entrado en Colombia de forma “inapropiada”, abriendo la puerta a una posible deportación. Una fuente diplomática asegura que el Gobierno de Colombia quiere que el líder opositor abandone el país esta misma noche, incluso que Estados Unidos estaría mediando para que viaje a Miami.

En el Ejecutivo colombiano hay temor a que Guaidó pida asilo político y a la reacción del Gobierno de Nicolás Maduro si sucede. Petro lleva meses de trabajo de hormiga, el único que funciona con el chavismo, para avanzar en unas relaciones que llevaban rotas varias años y mediar para que se vuelva al diálogo en México, donde se espera que el Gobierno y oposición pacten los acuerdos para celebrar unas elecciones con garantías democráticas en Venezuela en 2024. El chavismo es especialista en dilatar cualquier proceso y dinamitar de la noche a la mañana cualquier avance, como hizo al levantarse de la mesa de diálogo. Cualquier detalle que Maduro considere un agravio, como podría ser el asilo a su mayor enemigo político, lo puede llevar a romper cualquier puente durante tiempo indefinido. La espera y los retrasos son la mejor baza del chavismo, ahogado por la crisis económica interna del país, pero decidido a no soltar el poder.

Otro de los temores del Gobierno colombiano es que Venezuela emita una orden de captura contra el expresidente interino por cualquier razón que se le ocurra. Si lo hace, el Gobierno de Petro tendría que decidir si lo extradita o no. Si lo extradita, lo que es altamente improbable, Estados Unidos automáticamente le retiraría su apoyo. Si no lo hace, sería Maduro el que tal vez cerraría la puerta.

El Gobierno de Colombia trabaja a estas horas para que nada de esto suceda, con la intención de que Juan Guaidó abandone el país cuanto antes y mañana se celebre la cumbre con el foco en lo importante. La última palabra, en todo caso, la tiene el político venezolano, que hasta el pasado diciembre era el presidente interino de Venezuela con el aval de numerosos países, entre ellos EE UU y España. Una estrategia de un gobierno paralelo que nació con la intención de desbancar al chavismo, pero que nunca logró sus objetivos y acabó disuelto por la misma oposición. Ahora Guaidó vuelve a convertirse en protagonista, pero esta vez está complemente solo. Ni Estados Unidos, ni Colombia, ni el chavismo, ni el grueso de la oposición ven con buenos ojos la última jugada del político.

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