Los 5 reparos de Alejandro Gaviria a la reforma a la salud: “Destruir el actual sistema sería un suicidio”

Un documento filtrado expone las críticas del exministro de Salud, y actual ministro de Educación, en el interior del Gabinete de Gustavo Petro

Alejandro Gaviria, ministro de Educación de Colombia, el 23 de noviembre del 2022.Diego Cuevas

Alejandro Gaviria, ahora ministro de Educación del presidente Gustavo Petro, es también la persona que más ha durado al frente de la cartera de Salud en la historia de Colombia. Nunca ha ocultado que su visión sobre el sistema de salud difiere de la de la actual ministra, Carolina Corcho, y como se anticipaba ha acabado por convertirse en un contrapeso en el propio Gabinete frente a la ...

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Alejandro Gaviria, ahora ministro de Educación del presidente Gustavo Petro, es también la persona que más ha durado al frente de la cartera de Salud en la historia de Colombia. Nunca ha ocultado que su visión sobre el sistema de salud difiere de la de la actual ministra, Carolina Corcho, y como se anticipaba ha acabado por convertirse en un contrapeso en el propio Gabinete frente a la profunda reforma que ella propone –de la que no se conoce un texto oficial, pero sí sus pilares–.

“Tengo la responsabilidad de expresar mi opinión, con candidez y respeto”, había dicho Gaviria a este periódico. Sus reparos se han hecho públicos en un documento filtrado a la prensa que había preparado para ventilarlos durante un reciente Consejo de Ministros en Villa de Leyva, según él mismo ha confirmado este jueves. “Allí lo expuse en su totalidad y fue discutido ampliamente por todo el Gabinete”, explicó en sus redes sociales. “Creo en la deliberación y en la posibilidad de lograr consensos para construir las reformas que el país necesita. Seguiré aportando con responsabilidad y buen juicio en las discusiones internas de Gabinete. Mi compromiso con el Gobierno del presidente Gustavo Petro sigue firme”, señaló ante la tormenta que se veía venir.

Estas son algunas de sus principales críticas y preguntas frente al proyecto de reforma, en los términos en los que ha estado planteado hasta ahora.

1. “El diagnóstico no es claro”

“Todo esfuerzo reformista debe empezar por un diagnóstico, por un análisis de lo que funciona y no funciona, por una evaluación de las capacidades instaladas (nunca se comienza de cero) y las heterogéneas realidades territoriales”, apunta Gaviria en el arranque de sus reflexiones.

“Eso no ha ocurrido con la reforma a la salud que ahora se propone. El diagnóstico no es claro. Pareciera insinuar que todos, o la mayoría de los problemas se originan en la administración (privada o no pública) del sistema. Como si eliminar las EPS fuera una solución a los problemas de insostenibilidad financiera, corrupción y desigualdades territoriales”, prosigue. “No es así. Los problemas financieros existen en todos los sistemas de salud. Los sistemas públicos europeos están al borde de la quiebra”.

2. “La experiencia de Colombia con pagadores únicos públicos ha sido desastrosa”

Ante el descrédito del extinto Instituto de Seguros Sociales (ISS), el sistema de salud vigente, surgido en 1993, crea las Entidades Prestadoras de Salud, o EPS, con participación privada. Buena parte de la discusión se ha concentrado en el futuro de las EPS, a las que se afilian las personas para que administren los recursos para asegurar su atención en salud. La reforma plantea que la Administradora de los Recursos del Sistema de Seguridad Social en Salud (Adres), un fondo general para todos los recursos del sistema que ya existe, administrado públicamente, pase a tener más funciones.

“La experiencia de Colombia con pagadores únicos públicos ha sido desastrosa”, escribe Gaviria. “Lo fue con la llamada libre adscripción del Seguro Social en 1996, lo fue con los recobros directos del Fosyga por la atención a la población desplazada en 2001, lo fue durante la década pasada con los pagos de la secretarías de salud por los servicios No Pos del Régimen Subsidiado”, señala al recordar los llamados carteles de la hemofilia, el VIH o los enfermos psiquiátricos. “Todo esto podría repetirse a una mayor escala con la actual propuesta de reforma”, advierte. Los problemas de los hospitales públicos, sostiene a manera de ejemplo, no se resolverán cambiando el pagador o los mecanismos de pago, “podrían incluso agravarse”.

3. “Destruir lo que funciona en las ciudades para supuestamente arreglar lo que no funciona en las zonas rurales”

Las brechas entre regiones, y entre zonas rurales y urbanas, son reales y deben corregirse, admite Gaviria. “Pero la reforma propuesta plantea una estrategia extraña: destruir lo que funciona en las ciudades para supuestamente arreglar lo que no funciona en las zonas rurales. En Iugar de tratar de adaptar una estrategia de atención primaria al sistema, la reforma trata de adaptar todo el sistema a una estrategia de atención primaria. Una lógica extraña”, concluye.

4. “Hay mucho que conservar del sistema actual”

Gaviria es un defensor de vieja data de algunos de los logros que ha tenido el sistema de salud de Colombia, a diferencia de la ministra Corcho, que lo ha considerado uno de los peores en el mundo. Gaviria destaca logros. “Casi todos los hogares colombianos están protegidos financieramente: una enfermedad no implica una quiebra familiar, ni obliga a la liquidación de activos. Un puñado de hospitales del país están entre los mejores de la región. Los sistemas de información se han sofisticado como resultado de décadas de trabajo. El manejo de muchas enfermedades crónicas es ejemplar. En los mejores hospitales privados se atienden personas de todos los orígenes socioeconómicos”, enumera. “En fin, el sistema actual es producto de treinta años de innovación y trabajo colectivo. Destruirlo sería un suicidio”.

5. “¿Qué va a pasar con los pacientes?”

“La reforma propuesta es sencilla”, plantea Gaviria. “Propone un pagador único, la ADRES, que es hoy una tesorería y se convertirá en una gran EPS pública. Propone al mismo tiempo un conjunto de centros de atención primaria como puerta de entrada al sistema que coordinarían la atención y el despliegue de equipos territoriales. Propone finalmente unas redes integradas de salud para la atención de mediana y alta complejidad. Los detalles no se conocen, pero, desde ya, surgen algunas preguntas sobre tres temas: ¿Qué va a pasar con los pacientes? ¿Cómo va a ser el flujo de recursos? Y ¿Cómo será el manejo de la transición? Hay todavía muchas dudas al respecto”, señala el ministro de Educación.

La ruta de atención de los pacientes no es clara, valora. “Hoy las EPS tienen diez veces más centros de atención primaria que los propuestos en la reforma, ¿Qué va a pasar entonces?”, se pregunta. Quién va a coordinar el traslado de pacientes, la atención domiciliaria o la entrega de medicamentos son algunas de las preguntas sin respuesta clara. “Las EPS tienen decenas de miles de personas empleadas para estas tareas. Con la reforma no se sabe quién va a asumirlas”, señala el exministro de Salud.

La transición tomaría décadas, y la reforma parece de entrada subestimar la complejidad del proceso, señala Gaviria. “Una reforma a la Salud es necesaria”, concluye en sus reflexiones. “Pero sin un diagnóstico claro ni una respuesta a las preguntas planteadas la reforma propuesta puede hacer daño. Mucho daño”.

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